ABC (Sevilla)

Cuando la papa te atrapa

Hay fiestas, casi todas, que arden en alcohol y no por eso nadie se acompleja ni se preocupa de la imagen que estén dando. Una fiesta es precisamen­te un tiempo extra fuera del tiempo que mide las horas de lo habitual

- POR FÉLIX MACHUCA

Que te hagan un vídeo no consentido, como el beso de Rubiales a Jeni, cuando sales de la Feria con una mierda grandísima en lo alto metido en un carrito de hipermerca­do, se ha convertido para muchos en un asunto trascenden­te. Puede que lo sea. Nadie es quién para grabarte dando más bandazos que Carlos Sainz en el rally de Dakar. Y luego colgarlo en redes para que la gente se lo pase en grande con un vídeo de borrachuzo­s enemistado­s con la ley de la gravedad. Cuando la papa te atrapa ni consentimi­ento ni conocimien­to te quedan. ¿O hay que explicar lo que es perder el GPS por culpa de una ingesta colosal de mollate? Este asunto, con buen criterio, ha sido debatido por los distintos sanedrines que velan por la imagen de la Feria y por el derecho a la intimidad de los mamadores. Defiendo el derecho a la intimidad de los ajumados. Los otros, los que se tiran de las patillas por la imagen de la Feria, se mean, como algunos bilbaínos faltones, fuera de tiesto.

Ya que apuntamos al norte, nos quedamos en Pamplona. Allí la gente no se emborracha, solo se marea. Aunque cada amanecer la ciudad aparezca enmoquetad­a de zombis que han perdido el sentido por haberse bebido Escocia entera. O los que en Valencia se queman por dentro con agua de fuego para convertirs­e en fallas humanas. Hay fiestas, casi todas, que arden en alcohol y no por eso nadie se acompleja ni se preocupa de la imagen que estén dando. Una fiesta es precisamen­te un tiempo extra fuera del tiempo que mide las horas de lo habitual. En la Feria, desde hace muchos años, hay una caseta en la calle Gómez Ortega que se llama así, La Papa. Tan cabal, tan flamenca que tienen hasta su pregonero anual, que abre el ciclo. Y si es gorda la papa de esta caseta lo es por su reventona concurrenc­ia, donde algunos, claro que sí, habrán salido regateando losetas. Como no puede ser de otra forma.

No todos en la Feria salen mareados por beberse un bocoy. Los hay que se van, que salen tajelando, porque su mareo es laboral. No son pocas las casetas que andan buscando camareros y cocineros porque los que tenían han dejado sus puestos, buscando borrachera­s de tranquilid­ad y serenidad lejos de las barras . Otros se quejan y no apuestan a llegar a los fuegos artificial­es. Ya están muy quemados. La Feria empezó con tal intensidad desde el pescaíto que parecía imposible que el personal que la trabaja aguantara la marcheta del pelotón de feriantes. Puerta, camino y mondeño, que se ha dicho toda la vida, para expresar una salida urgente de un sitio donde no se está a gusto o no te quieren. Yo sigo pensando que la papa que te atrapa no debe serlo en redes. Mejor en tu caseta, si llegado el día, quedan camareros que no han sucumbido al solomillo al güisqui de una barra acosada y que soporta modales de bajo costo…

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