ABC (Sevilla)

13 Streifen Beticismo a 2.500 kilómetros de Sevilla

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pasó con la mamá de la pequeña bética. A Marina su padre le transmitió el beticismo llevándola al estadio junto a sus hermanos. Era la época de Jarni, su gran ídolo de la infancia en verdiblanc­o. «Desde que mi padre falleció, y estoy aquí, dejé un poco al Betis de lado porque todo me recordaba a mi padre. Pero, cuando me convertí en madre, vi lo importante que era seguir manteniend­o mis raíces, parte importante de mi vida, que es el Betis, para trasladárs­elo a mis hijos. Y estando tan lejos de Sevilla, no es fácil…», afirma. A Vicente, otro de los fundadores, el gusanillo del Betis le picó en la guardería, según cuenta él mismo. Es de Ciudad Real y en su familia nadie tenía nada que ver ni con el club verdiblanc­o ni con la ciudad de Sevilla. Estando en la guardería, su mejor amigo era del Betis, y Vicente quería ser como él. «Me cuentan que de las pocas cosas que yo decía por aquella época era ‘Betis’ y nadie se explicaba el porqué». Empezaron a regalarle cosas del Betis, que era lo que él quería. «Empecé también a descubrir a Alfonso. Todos los pósteres que tenía en casa eran de él e incluso me llegué a comprar las botas blancas», comenta Vicente.

«En mi entorno poco fútbol había. Mi padre, el poco fútbol que veía, era el Athletic, y mis amigos son todos del Madrid», añade. Vicente fue a Alemania a hacer una formación profesiona­l que iba a ser remunerada, algo que al final por distintos motivos no fue así. Ese fue el comienzo de su historia en Alemania, donde ya lleva once años. «Todo lo que gira en torno al Betis no sé ni explicarlo. Me hice del Betis sin saber por qué, vivo el Betis a diario, es casi un estado de ánimo. Lo de la peña es como el sueño de mi vida, por poder reunirme con otros locos de la cabeza», explica este bético residente en Alemania.

Una historia similar es la de Manuel, un sevillano de padres vallisolet­anos que encontró al Betis en un amigo de su etapa de preescolar y cuya amistad aún perdura. Cuando el Betis asciende en Jaén, en 2001, el padre de su amigo lo llevó a la Plaza Nueva a celebrar la vuelta a la élite de los heliopolit­anos. Él era abonado desde antes, desde la campaña 1994/1995, aunque su primer recuerdo en el estadio Benito Villamarín es de la temporada anterior, en un partido que el Betis ganó al Eibar en Segunda División.

Las raíces de la peña surgen en el encuentro de pretempora­da que el Betis jugó el pasado mes de julio en la localidad germana de Braunschwe­ig. Allí se dieron cita muchos béticos residentes en el país bávaro que no se conocían. Hasta ese momento. Se dieron los teléfonos y crearon un grupo de WhatsApp que fue el germen de la que hoy en día es la peña número 583, la única en Alemania.

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