ABC (Sevilla)

Viva el vino

Hay que reivindica­r el derecho de todo el mundo a cogérsela ‘doblá’ al menos una vez al año; y si es en Feria mejor

- MORENO BUSTAMANTE

CONTABA en cierta ocasión Chano Lobato, con todo el arte del mundo, el origen del arranque del cante por alegrías de Cádiz. Ya sabe, el famoso ‘tirititran tran tran’. Según la teoría de Chano, el mítico cantaor Ignacio Espeleta fue quien lo ‘inventó’ una noche en la que tenía tal borrachera que no le salían las palabras. Se había pegado una juerga de dos días con su tocayo Sánchez Mejías –torero, escritor y una de las figuras más relevantes de la cultura española del siglo XX– y cuando llegó el momento de ponerse frente al público la lengua era como una pelota de trapo. Comoquiera que, aunque empapado en alcohol, el arte seguía recorriend­o cada una de sus venas, Espeleta emitió aquellos sonidos que quedaron para la posteridad al compás de la guitarra mientras la ‘Macarrona’ y la ‘Malena’ le miraban estupefact­as sin saber si arrancarse a bailar o tirarse por los bloques. Deber ser por eso que se les llama bebidas espirituos­as, porque no hay nada mejor para el espíritu que un cante por alegrías de Cádiz. Y el origen de su mundialmen­te conocido soniquete responde a una cogorza de padre y muy señor mío.

No se trata de hacer aquí chistes ni apología del alcohol. No, no, no. Nada de eso. Líbreme Dios. Es obvio que el alcoholism­o es un problema muy serio para demasiadas personas, que ha acabado con familias enteras y que es una enfermedad muy grave que provoca miles de muertes. Añádale usted las relacionad­as con los accidentes de tráfico. Sin embargo, como todo en la vida, cuando un adulto lo consume con moderación y responsabi­lidad, no cabe duda que también es fuente de ratos muy agradables con familia o amigos. Insisto, con responsabi­lidad y muy de vez en cuando. De grandes borrachera­s han salido momentos apoteósico­s. Divertidís­imos. Hay gente con mucha gracia que cuando se toma dos vinitos y se ‘achispa’ se convierte directamen­te en un torrente inagotable de risas y diversión. Esas risas que te devuelven años de vida y te reconcilia­n con tantas cosas que el día a día no te deja disfrutar. Y si una vez al año, como en la Feria, alguien se la coge ‘doblá’, también tiene todo el derecho del mundo a hacerlo. Sin que venga un cretino móvil en mano a inmortaliz­arlo y tirar su reputación por los suelos.

Hay que defender las borrachera­s esporádica­s, las que han llegado después de horas de bailar, de reír, de charlar, de reencontra­rse con amigos, de disfrutar de un buen plato de jamón y otro de langostino­s gordos de Sanlúcar. Una vez al año no hace daño. Los que hacen daño son los que difunden en redes sociales y grupos de Whatsapp esos vídeos de gente haciendo eses. Habitualme­nte niñatos que buscan seguidores en Tik Tok a costa de lo que sea. De quien sea. Aunque a mí, se lo confieso, más que hilaridad lo que me provocan esas imágenes es una envidia muy grande. Menuda melopea. Ya la quisiera yo pa’ mí. Lo que habrá ‘disfrutao’ ese hombre durante todo el día ya no se lo quita nadie.

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