ABC (Sevilla)

Mata a su compañero de piso y apuñala a su novia para que no lo delaten por asesinato

▸ El agresor estaba buscado por asesinar a otro joven con un palo de golf en Fuengirola

- J. J. MADUEÑO FUENGIROLA

Fue un susurro a sus espaldas. «Paco, panadero». Al girarse vio llegar a Daniel despacio, encogido, agarrándos­e la zona del estómago. Un viejo conocido del barrio de El Boquetillo de Fuengirola, al que había ayudado en infinidad de veces, desde darle de comer a un café en los malos ratos y hasta prestarle dinero. El herido sabía que allí había una mano amiga donde pedir ayuda. «Era como si le hubieran dado con una manguera de sangre. Estaba entero ensangrent­ado: la cara, la ropa... Brotaba sangre del vientre como si la echaran con una botella de agua grande. A borbotones», recuerda el panadero, que sentó a su viejo amigo en el filo de un arriate de un pequeño jardín y comenzó a llamar a una ambulancia para que recibiera asistencia.

Tardó en llegar el auxilio y Daniel cayó al suelo ya sin fuerza. «Convulsion­ó, pero muy lentamente. Se estaba apagando. Al girarme ya estaba muerto», recuerda Paco en la puerta de su panadería, donde murió este hombre que había sido rajado por su compañero de piso en una historia truculenta, que empieza en otro brutal asesinato previo al baño de sangre del miércoles por la noche, entre las celebracio­nes por los penaltis marcados por el Real Madrid y al Manchester City.

El pasado fin de semana, Cristóbal, un vecino de una calle cercana conocido por el trapicheo de droga, murió golpeado con un palo de golf en su vivienda. Alguien lo atacó y lo dejó muerto. La Policía abrió una investigac­ión, pero antes de dar con el asesino, un apuñalamie­nto múltiple en la calle Valle Inclán resolvió el caso. El supuesto asesino de Cristóbal quiso tapar sus huellas acabando con todo aquel que sabía lo que había hecho. Por eso, en la noche del miércoles, se dirigió a su casa, donde vivía con su pareja, y trató de matar a todo el que estaba allí.

Fuentes de la investigac­ión explican a ABC que la novia del atacante lo amenazó con delatarlo y que eso desencaden­ó a la agresión. «Lo ha apuñalado, lo ha apuñalado», es lo que dice una vecina que escuchó entre los finos muros del bloque y que, por eso, llamó a la Policía para que acudiera al lugar de los hechos. En ese momento, Daniel ya había salido de su casa y se había ido caminando a pedir ayuda a la panadería, en cuya puerta murió.

Unos 50 metros de trayecto que quedaron marcados por el reguero de san

gre que iba dejando. «Mira como está todo. Tengo tres hijas y no quiero que pregunten cuando vengan del colegio», señalaba un vecino a ABC, mientras limpiaba el rastro con lejía y una espátula. Fue antes que entrar la Policía Judicial a seguir recabando pruebas en el piso.

Después de apuñalar a Daniel, el presunto asesino se fue a por su novia. Una joven de 19 años con la que vivía en aquel piso. El ataque la dejó grave en el hospital. Lucha por su vida, pero pudo contar quién era el agresor y las razones por las que lo había hecho. «Lo dijo ella. Ha sido ella la que ha dicho que iba a delatarlo por el otro asesinato», afirman a ABC fuentes de la investigac­ión.

«Me queda otro»

Tras las dos agresiones el supuesto homicida se marchó. «Todavía me queda otro», asegura a ABC una vecina que dijo el asesino cuando salió con el cuchillo en la mano para irse del lugar. Buscaba a otra persona que sabía

que era el asesino de Cristóbal. No quería dejar a nadie con vida que pudiera delatarlo. Fue detenido antes de conseguir perpetrar otro ataque.

Ya había dejado un rastro de sangre, que se marcaba por las gotas de Daniel hasta la panadería, pero también por las de la joven herida hasta un portal donde fue socorrida. «En la esquina estaban las chanclas y había sangre. Estaba mal», señala otro vecino sobre el ataque en el primer piso del número 10. Un lugar dónde vivían cinco personas.

El inquilino original era Daniel, pero las dos habitacion­es que le sobraban en la vivienda las tenía realquilad­as a dos parejas. Una de ellas era el presunto asesino con su novia. «Tenía cara de loco», apunta un vecino que recuerda como se peleó con otro en las plazuelas de El Boquetillo y sacó un cuchillo de cocina similar al arma con la que atacó a sus compañeros de piso. «Siempre había peleas, pero luego por la mañana ella salía a despedirlo a la ventana», recuerda una vecina.

En la vivienda había cinco personas de alquiler, ya que el fallecido subarrenda­ba dos habitacion­es

Los vecinos explican que en el piso donde residían eran frecuentes las peleas y las discusione­s entre los moradores

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// FUENGIROLA SE QUEJA Momento en el que la Policía está con el fallecido

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