ABC (Sevilla)

El derbi: pulso al alza Con objetivos dispares

Betis y Sevilla se enfrentan en el Villamarín tras unas previas en las que todos midieron sus palabras Pellegrini apunta a repetir once y Quique debe elegir dos puestos entre Suso, Agoumé y Acuña

- MATEO GONZÁLEZ SEVILLA

Se levanta el telón de la fiesta mayor del fútbol según Sevilla. Pasó la Semana Santa, pasó la Feria y llega el derbi como colofón de este abril intenso. Lo hace con el Betis reactivado con el regreso a su posición europea y con un Sevilla que está a lomos de su mejor racha del curso. Un pulso al alza con objetivos dispares. Y es que, en el complicado ejercicio de desnudar a este partido de toda su esencia, de dejarlo en tres simples puntos ligueros, lo que queda es que los de Pellegrini los necesitan para no sólo atar la séptima plaza sino aspirar a la sexta (a tiro tras la derrota de la Real) y los de Quique pretenden dejar mejor sabor final en otro curso lejos de su espacio natural. De esta forma, el Betis acumula argumentos: lucha contra su historia, para defender su feudo, contentar a los suyos y alcanzar puesto continenta­l por cuarta campaña consecutiv­a. Mientras, el Sevilla en realidad lo tiene todo hecho al regatear al improbable fantasma del descenso o del coqueteo con esos puestos hasta el final y se juega endulzar el curso, honra, que no es poco, y euros por posiciones, que tampoco es desdeñable en su situación financiera. En la balanza el fiel se inclina hacia la parte verde pero esto es un derbi y la motivación, como el valor, se presupone.

El repaso de los nombres propios en las previas es como plantear protagonis­tas de una obra sin esperar que hay papeles secundario­s que pueden ser decisivos. Cotizarán en las apuestas Isco, En-Nesyri, Bakambu, Isaac, Nyland, Rui Silva, Sergio Ramos, Ayoze, Jesús Navas, Fekir, Ocampos, Fornals o Badé pero cualquiera que intervenga va a tener algo que decir. Los derbis son así. Previsible­s en su tensión, imprevisib­les en su desenlace. Como la vida misma. Por eso gustan tanto y por eso en pequeñas dosis vienen mejor. Desde noviembre hasta abril ha durado esta espera y los dos equipos han mudado su piel. El Betis ha tenido un recorrido cíclico y ahora se parece más al de entonces tras pasar un bache casi sin igual en la etapa de Pellegrini y el Sevilla estaba entonces en manos de Diego Alonso, que sería destituido un mes después, y ahora lo dirige Quique Sánchez Flores, quien acumula tres triunfos consecutiv­os y la garantía de una permanenci­a holgada que ha sido la meta ya lograda por los suyos.

Las ausencias son más notables en las filas sevillista­s dado que hay una por línea del reducido grupo de futbo

Isco es la referencia de los verdiblanc­os, que se juegan, además de la rivalidad local, sus opciones de puestos europeos

listas con los que se había quedado Quique para esta fase del curso. En ese pelotón estaban Pedrosa, Gudelj y Óliver Torres (además de Sow, baja anterior) y ninguno participar­á. El once tiene, presumible­mente, la única duda de Agoumé o Suso. La elección hablará por sí misma con lo que buscará del partido el equipo de Nervión. El pivote otorgará mayor cuerpo defensivo pero liberará al trío ofensivo y el gaditano obligará a otra estructura para defenderse, aunque ya fue empleado el propio Suso como mediocentr­o de manera exitosa durante muchos minutos en otro derbi reciente. Otra opción en posicionar a Ocampos en la izquierda sentando a Acuña y hacer convivir a Suso y Agoumé para fortalecer el doble pivote y darle aire a la medular. Eso sí, las ausencias restan capacidad de mover el árbol a Quique durante el choque dado que son numerosos los integrante­s de la lista que tienen un papel residual en sus alineacion­es: Nianzou, Jordán, Mejbri, Januzaj, Rafa Mir o el convocado Mariano. El contragolp­e y el balón parado serán las armas a emplear por los sevillista­s para hacer daño.

En el Betis se echa de menos a Bellerín y Chimy Ávila pero sí juega Pellegrini con un ramillete mayor de gente de confianza con la que arrimar el ascua a su sardina aunque su once parece cantado dada la buena línea de los encuentros ante el Celta y el Valencia y que el chileno es hombre de buenas costumbres, de mantener lo que funciona. Simplifica­ndo, todo pasará por Isco. Pero el malagueño no es omnipresen­te y su despliegue necesita compañía, que ha tenido con Guido, Cardoso, Ayoze o Fornals en estas jornadas de recuperaci­ón. El ambiente local también tendrá su incidencia sobre todo si los béticos mandan lejos la presión y convierten el lleno del Villamarín en una fiesta a su favor para obtener los puntos.

Pitará Sánchez Martínez, que conoce a la perfección el significad­o de un partido así aunque lo resolvió en su única experienci­a con más rojas de la cuenta. El murciano ha de tener temple para lidiar con la tensión que seguro que se verá sobre el terreno de juego a pesar de que las previas han sido largas pero relativame­nte tranquilas y con dardos casi sin punta.

Un derbi que no tiene dueño aún por más que en las previas se articulen favoritos y debates bizantinos sobre tal o cual protagonis­ta, estilo, interés y filiación. Lo bonito de estos encuentros es que seguirán las conversaci­ones, las bromas, las discusione­s y el guiño eterno de una rivalidad que conviene cuidar en su esencia pase quien pase como protagonis­ta de la misma. Tanto Pellegrini como Quique lo han entendido perfectame­nte y así lo expresan a unas tropas que alargan sus brazos para enfrentar el pulso por el fútbol de Sevilla que tiene objetivos dispares en letras mayúsculas y la misma meta para la lectura doméstica. La que se juega en los patios de los colegios, en las comunidade­s de vecinos, en la calle sin coches o en cualquier garaje donde se dibuje una portería. Ya comienza el derbi.

El Sevilla tiene los deberes hechos en cuanto a la salvación y busca subir puestos y endulzar el curso frenando a su eterno rival

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Ilustració­n y gráfico: A. Montes / ABC SEVILLA

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