Fuga de médicos
Si la agonía del Militar demuestra que no hay estructuras suficientes, ¿cómo es posible que Juanma Moreno plantee la incorporación de mil nuevos residentes?
El Hospital Militar de Sevilla, rebautizado como Doctor Muñoz Cariñanos tras un opaco proceso plebiscitario, agoniza casi al mismo ritmo de aquellas faraónicas obras que en tres años devolvieron todo su esplendor al que durante décadas fue el gran bochorno de la época socialista. Su reinauguración puso el parche sobre el viejo mantra izquierdista del peligro de privatización y sirvió para desmontar aquella «joya de la corona» de la que tanto presumía Susana Díaz. El carismático Jesús Aguirre se echó «a llorar» cuando vio las cifras reales de las listas de espera que le habían dejado, entre otros, María Jesús Montero; y Juanma Moreno pasó a la acción encabezando la recuperación de los abandonados Vigil de Quiñones y Nonato Cartuja. Pero la realidad ha sido tozuda: mientras que el plan de choque que orquestó la Consejería de Salud –centrado exclusivamente en la demanda quirúrgica– duró el tiempo de que muchos sanitarios descubrieran que, sin incentivos económicos, aquello no les compensaba, las reaperturas de los dos edificios fantasmas salieron, cuando menos, defectuosas. El futuro Hospital Cartuja Macarena acumula tres años de retrasos y no estará antes del verano de 2025, lo que avala la teoría de quienes advertían que sería éste el gran revulsivo para las siguientes autonómicas.
Por su parte, el ahora Muñoz Cariñanos va camino de convertirse en un mastodóntico centro de salud para el que se invirtieron 75 millones de euros. Un año después de anunciar la Junta de Andalucía que el Hospital Militar ya funcionaba a pleno rendimiento, el periodista Jesús Álvarez ha destapado en estas páginas que en verano cerrarán hasta el 70 por ciento de sus camas. Así, el proyecto estrella del Gobierno «del cambio» ejercerá un papel anecdótico dentro del área sanitaria de Sevilla. Tres días después de la exclusiva abecedaria participaba Juanma Moreno –¿por primera vez?– en la recepción de los nuevos residentes del Virgen del Rocío. ¿Fue aquello fruto de la casualidad? La reacción del líder andaluz fue tan rápida como tosca, lanzando la pelota al tejado del Gobierno: propuso un Pacto de Estado con la ampliación anual de mil plazas MIR durante los próximos cuatro años. El anuncio fue impactante, pero la realidad sigue siendo tozuda: si la agonía del Militar demuestra que no hay estructuras suficientes como para sostener nuevos servicios hospitalarios y la repesca del MIR ha dejado 39 plazas libres de Medicina de Familia, ¿cómo es posible que el presidente plantee la incorporación de mil nuevos médicos residentes? Y lo que sería aún peor: ¿Qué pasará con ese excedente de futuros adjuntos si ya hoy nos sobran doctores de la bolsa del SAS? ¿Mano de obra barata? ¿Fuga de medicos?