PP y Vox libran un pulso clave en el plan de Feijóo frente a Sánchez
▸ Los populares creen que superar a los de Abascal les impulsaría para las europeas
A poco más de seis kilómetros de distancia, separados por un puñado de calles, PP y Vox bajaban ayer el telón a una campaña llena de vaivenes en la que unos y otros, con Pedro Sánchez y el separatismo como enemigos comunes, se han examinado de reojo en cada jornada. Una batalla en el espectro de la derecha que tiene mucho más recorrido en Cataluña, el primer lugar de España donde los de Abascal lograron dar el ‘sorpasso’ a los populares hace tres años. Una posición dominante que los de Feijóo quieren recuperar este domingo. Objetivo secundario si se pregunta en el partido, que durante la campaña se ha empeñado en dejar de lado a Vox y centrarse en el independentismo, el PSC y la gestión como ejes para mejorar y escalar hasta esa cuarta posición que, por ahora, se marcan como techo.
En los últimos días, las expectativas del PP han sufrido una rebaja sustancial. Al menos, de puertas para fuera. Donde antes se hablaba hasta de quintuplicar los tres escaños de las últimas elecciones, ahora solo se habla de «crecer», algo que, visto de donde vienen, parece sencillo de conseguir. Sobre el otro objetivo, el de superar a Vox, ya no se habla tanto. Más bien se evita, aunque algunos dirigentes reconocen que quedar por detrás sería un fracaso. Y no solo por lo estético, sino por las consecuencias que podría tener en las europeas, a menos de un mes (9 de junio).
Tras haber dejado a los derechistas fuera del Parlamento de Galicia y de que en las últimas elecciones del País Vasco apenas lograran un diputado, la fortaleza que parecen mostrar en Cataluña ha sorprendido en el PP. Lo achacan a la mala situación económica y social de la comunidad, lo que premia el discurso más radical de los de Abascal. Porque, aunque el PP ha buscado entrar en ese espacio hablando de seguridad, inmigración y okupación, lo ha hecho con un tono mucho más sosegado, lo que no parece haber hecho mucho daño a Vox. Ayer, Alberto Núñez Feijóo protagonizó el cierre en un parque de Hospitalet (Barcelona), feudo socialista en el que insistió en las ideas clave de la campaña, muchas de las cuales ya aplica el partido en otras zonas de España. Bajada de impuestos, recursos para educación y sanidad, soluciones para la vivienda... y lucha contra el ‘procés’. Contra la amnistía. Mensajes para arrancar un puñado de votos al PSC, el otro nicho en el que han buceado los populares en las últimas dos semanas, y para horadar la resistencia de Vox, a cuyos votantes se refirió de manera directa para pedirles el apoyo: «Saben que, si nos votan, este será el lugar apropiado para concentrar su voto».
Sin embargo, los de Santiago Abascal creen que han demostrado ya en demasiadas ocasiones que los llamamientos al voto útil del PP no sirven y censuran sus «vaivenes» en campaña, recurriendo «desesperados» al discurso en contra de la inmigración ilegal, «nerviosos» por las encuestas. «Me parece decepcionante, rastrero», dijo ayer Abascal antes de protagonizar el acto
de cierre de campaña en la mítica plaza barcelonesa de Artós, que Vox volvió a llenar de banderas de España como sucedió en las manifestaciones contra el secesionismo de 2017 y 2019.
Los de Abascal también dicen públicamente que su pugna particular con el PP no es lo importante, pero en privado no pueden ocultar que les gustaría quedar por delante como reivindicación de su labor durante la última legislatura en el Parlamento catalán. El objetivo en estas elecciones, explican, es consolidar el resultado de hace cuatro años, cuando lograron once diputados con más de 200.000 votos, una meta que aspiran a alcanzar pese al crecimiento de los populares.
Para este sprint final, Abascal se dirigió ayer directamente a los indecisos, cuyo voto puede ser crucial mañana en las urnas. «Quiero decirles a las personas que están hasta el gorro de los políticos que no todos somos iguales». Por el escenario de Artós también pasaron ayer el candidato, Ignacio Garriga, la joven Júlia Calvet y Juan Carlos Girauta en su primer mitin con Vox.