El ataque a Milei refleja el «grave error» de Sánchez: «Ha dejado de lado a Iberoamérica»
▸Las últimas visitas a Brasil y Chile están marcadas por la afinidad ideológica con los izquierdistas Lula y Boric ▸Analistas consultados por ABC explican la «necesidad» de que España vuelva a tener influencia en América Latina
«Si hubiera sabido la repercusión que ha tenido, no hubiera dicho lo que dije». Así reconocía el ministro de Transportes, Óscar Puente, el «error» que cometió el pasado día 2, cuando acusó a Javier Milei de «ingerir sustancias» y provocó un enfrentamiento entre España y Argentina. Para suerte de Pedro Sánchez, el choque entre ambos países no ha escalado y el Gobierno se ha evitado una crisis diplomática con otro país, después de las acumuladas con Marruecos, Argelia e Israel. Pero este desencuentro con Argentina ha evidenciado el «grave error» que se está cometiendo en la política exterior española, del que se lleva alertando desde hace tiempo y que varios diplomáticos denunciaban esta semana en ABC: que «la ideología de un Gobierno no puede estar por encima de las relaciones bilaterales» y que «Sánchez ha dejado de lado a Iberoamérica».
Lo cierto es que, desde el inicio de su primera legislatura en junio de 2018 y hasta hoy, la presencia de España en los países que forman parte de la comunidad iberoamericana ha disminuido. En estos casi seis años de mandato, Sánchez ha visitado 12 de los 19 países de América del sur y central. El recuento de estos 18 viajes se hace rápido. En 2018 realizó una primera gira por Chile, Bolivia, Colombia, Costa Rica y República Dominicana. A finales de año, viajó a Guatemala, Cuba y Argentina.
En 2019, Sánchez solo estuvo en República Dominicana y México. En 2021, en Argentina y Costa Rica. En 2022 visitó por primera vez Ecuador y Honduras y volvió a Colombia. Y el año pasado regresó a República Dominicana.
La pandemia imposibilitó los viajes fuera de la UE y el norte de África hasta el verano de 2021. Más allá de este paréntesis, Sánchez se ha olvidado de Iberoamérica. En los últimos tiempos se ha centrado en asuntos domésticos y en resolver las crisis diplomáticas que ha provocado en Marruecos y Argelia. Ha intentado también liderar la presidencia de España del Consejo de la Unión Europea mientras la derecha se iba imponiendo en España y su Gobierno pendía de un hilo. Mientras tanto, la invasión de Rusia a Ucrania y la escalada del conflicto entre Palestina e Israel ponían el tablero geopolítico del revés. En medio de toda esta incertidumbre internacional, de fronteras hacia adentro y en el seno de la UE, el Gobierno se ha desvivido por sacar adelante la ley de amnistía.
Hasta esta semana, cuando todo volvía a saltar por los aires, la intención de Sánchez era retomar la presencia en Iberoamérica. El 6 de marzo, de hecho, visitó por primera vez Brasil y volvió a Chile. Y está previsto que este año regrese a Ecuador. Expertos consultados por ABC explican que «es muy necesario» que España recupere influencia en estos países desde el punto de vista económico y también por los lazos históricos y de cooperación que existen entre España y América Latina.
España tiene muchos asuntos pendientes allí. A ellos se suma el avance de China en la región. Hay mucho que reconstruir.
Eje ideológico Sánchez busca apoyos en Gobiernos afines
Anna Ayuso, investigadora para América Latina del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona (Cidob), explica que las relaciones con los países de Iberoamérica en estos momentos «no están mal» y que, «pese a que ha habido cambios políticos», «no hay un enfrentamiento directo de España» con ningún país de la región a excepción de Venezuela y Nicaragua, con los que «siempre hay malas relaciones». Considera que existe una intención en el hecho de que Sánchez visitara Brasil y Chile hace dos meses: «Son países con los que hay muy buenas relaciones económicas y creo que era muy sintomático que no hubiera visitado todavía Brasil. España es el segundo país inversor allí y era una anomalía que no lo hubiera visitado».
Coincide con ella Germán Ríos, director del Observatorio de América Latina en el Instituto de Empresa (IE University), quien explica que España cuenta ahora mismo con una ventana de oportunidad allí. «Sánchez tiene a Lula da Silva en Brasil, a Gabriel Boric en Chile, a Gustavo Petro en Colombia... La mayor parte de los países donde España tiene intereses muy importantes en este momento tienen una afinidad ideológica». Destaca que «no todas las izquierdas son iguales», razón por la que este Gobierno de Sánchez «tiene tantos problemas: porque tiene unos socios incómodos». Dice que en Iberoamérica «pasa igual»: «Estoy seguro de que Pedro Sánchez no va a ir a Venezuela y se va a hacer una foto con Maduro, aunque sea de izquierda».
Explica que «un indicador buenísimo» de la importancia de España «son las visitas de presidentes latinoamericanos»: todos los que han ganado recientemente en Paraguay, Guatemala, o Chile, por ejemplo, eligen España como uno de los primeros destinos para sus giras internacionales. «Entienden que esa relación es importante y, además, el presidente es muy receptivo con ellos también», apunta Ríos.
Ayuso y Ríos consideran que el hecho de que Javier Milei haya llegado a la presidencia de Argentina no debería dificultar las relaciones entre países, aunque no haya sintonía política entre ambos gobiernos. Desde la diplomacia española, a tenor de lo ocurrido esta semana, no se opina lo mismo.
Una necesidad La intención de recuperar presencia
«Lo que busca España es retomar la iniciativa y recuperar el peso en América Latina», apostilla Ayuso, al tiempo que añade que «no podemos dejar de tener presencia y de generar alianzas en la región porque es muy importante»: «En un mundo de tanta competición y competencia geopolítica, España y Europa tienen que estar ahí». Iberoamérica es «la principal zona donde España tiene capacidad de tener una presencia importante y estratégica». España debe «mantener ese pulso», que se vea que está ahí y Europa también, «incluso en los momentos de dificultad». En este sentido, explica que «en la opinión pública quedó muy marcado en la pandemia el hecho de que España no estaba allí, pero China sí».
«El problema aquí es de continuidad», agrega Ríos. «No puedes mantener una relación con un socio y que se gane tu confianza si un día estás y al otro no. España no puede llevar una relación buena con América Latina dependiendo de lo que le pase política
mente», explica. Dice que la relación con Iberoamérica «debería ser un asunto de política de Estado, donde lo que hay es continuidad para que sea una prioridad del Gobierno, esté quien esté al frente, y se mantenga en el tiempo».
Sobre la importancia de que la política exterior sea de Estado, Ríos menciona lo ocurrido con Marruecos y Argelia a costa del Sahara: «Si tú no eres consistente con tu política exterior, pagas las consecuencias». Pone como ejemplo también la presidencia de España en el Consejo de Europa, donde el Gobierno «se distrajo» porque estaba «más pendiente de asegurarse ganar las elecciones»: «Era una oportunidad de seis meses pero, a pesar de todo, los logros no fueron menores». De ahí deriva la cuestión de que el Gobierno separe de la política todo lo relacionado con el Ministerio de Asuntos Exteriores, porque «si eres inconsistente y no estás ahí cuando debes estar, otro va a ocupar tu lugar». Ese otro, en este caso, es China.
Primer socio comercial El avance de China desplaza a España
En el año 2000, China no existía en Iberoamérica. Pero en cuestión de quince años ha adelantado a EE.UU. y se ha convertido en el mayor socio comercial en la región. Su principal interés son las materias primas, «por eso se ha convertido en el primer o segundo socio comercial en la mayoría de países de la región, tal vez la única excepción es México», explica Ríos. China compra en Iberoamérica soja, carne, hierro, aluminio, litio... Quiere «tener abastecimiento».
Las inversiones de China en Iberoamérica son más recientes. Se remontan a cinco años atrás. En cuanto a proyectos relacionados con infraestructuras, que son donde más influyen los gobiernos, empezaron hace diez años. Ahora «ha empezado a comprar compañías que, a su vez, tienen un interés estratégico» para ambas partes, como las energéticas.
«Es bueno recordar que el principal inversor en América Latina es EE.UU. y después España, que como inversor juega un papel muy importante. Pero ahora China está tratando de desplazar eso», señala Ríos.
‘Competir’ con China El impacto con la cooperación
España fue uno de los primeros países que invirtió en Iberoamérica. En la década de los 90 del siglo pasado, con la ola de las privatizaciones, llegaron empresas como Telefónica, Mapfre, BBVA, Banco Santander... «La inversión que ha llegado después ha sido mucho más tímida», aprecia Ríos.
Nuestro país todavía está a tiempo de recuperar el espacio que ha perdido. Bajo la presidencia española del Consejo de la UE, se reunieron por primera vez en Santiago de Compostela los ministros de Economía y Finanzas europeos, iberoamericanos y caribeños. Allí se presentó un informe que incluyó 70 iniciativas potenciales conjuntas entre la UE y el Banco de Desarrollo de América Latina. Las empresas más punteras para realizar estos proyectos –relacionados con el ámbito digital, clima y energía, transporte sostenible, salud, educación e inversión– son españolas. Según Ríos, en cuanto a la parte comercial resulta más difícil competir con China, pero España y Europa «saben que tienen un problema de materias primas»: «Si China y EE.UU. se aseguran toda la oferta, España se queda fuera. Ahí España tiene que ver como, a través de la diplomacia y del libre comercio –de ahí la importancia del acuerdo entre Mercosur y la UE–, se asegura más materias primas, claves para la transición energética y digital». La cooperación para el desarrollo es la vía que Europa, y España en particular, puede explotar más. «A China no le importa. Está allí para hacer negocios, invertir y asegurar sus inversiones. Obviamente ayuda a los países y estuvo muy presente durante la pandemia, pero España y Europa tienen fondos de cooperación para el desarrollo que se pueden utilizar para apoyar a América Latina y, de esta manera, España puede ganar buena voluntad y tener más entrada allí», apunta Ríos.
Relación institucional El papel de Felipe VI para dar continuidad
«El Rey representa la estabilidad frente a los cambios políticos y, en este sentido, beneficia a España respecto a Iberoamérica», explica Ayuso, al tiempo que añade que «es una relación que va más allá» de las afinidades políticas. Apunta que, a diferencia de las cumbres latinoamericanas, «que durante años no se celebraron por causas políticas», «nunca se interrumpieron las cumbres iberoamericanas» y esos lazos «tienen mucha más estabilidad y no son tan influenciados por los cambios políticos».
Esa continuidad e «importante papel del Rey» se ha visto desde 1996, cuando Don Felipe, siendo todavía Príncipe de Asturias, comenzó a asistir a las tomas de posesión de los presidentes de Iberoamérica, una cita a la que nunca ha faltado salvo en dos ocasiones.
Nexo de unión Conexión con Europa
A la posición institucional de Felipe VI se suma el hecho de que España e Iberoamérica comparten la misma lengua y lazos históricos. Hoy en día hay muchas personas con doble nacionalidad que van y vienen. Y el número de familias transnacionales ha hecho también que los lazos se hayan estrechado todavía más. Por eso, tal y como apunta Ayuso, «España es el nexo con Europa para poder establecer esa relación» con Iberoamérica.
«Las relaciones del resto de países de Europa con América Latina son muy puntuales», matiza. A Iberoamérica le falta una relación con la UE que se asemeje a la que tiene con España y ahí nuestro país juega un papel importante. Ríos coincide con ella y señala que por eso se podría haber sacado más partido a la presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
Ayuso considera que en estos momentos entre España, la UE e Iberoamérica se da una situación «de transición»: «Se intenta evitar volver a la polarización que hubo en tiempos del bolivarianismo y que dificultó el diálogo». Durante la presidencia española del Consejo de la UE se intentaron afianzar las relaciones: «Se consiguió retomar las cumbres y eso abrió las puertas a mejores relaciones». Propició nuevas líneas de cooperación con medidas como el pacto digital o el Global Gateway. «La idea es que eso se asiente sobre unas bases menos ideologizadas para evitar debates de enfrentamiento, que es lo que dificultó en su momento las relaciones», recuerda.
Elecciones en EE.UU. Temor a la polarización si gana Trump
El 5 de noviembre habrá nuevas elecciones en EE.UU. y, según Ayuso y Ríos, lo más probable es que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca. De ser así, más allá de la inmigración, Iberoamérica no será una prioridad para Washington y China tendrá más espacio para consolidarse. «Yo lo vería como una oportunidad para España: si EE.UU., bajo la próxima presidencia de Trump, influye en la polarización y no le da importancia a América Latina, esto será una clara oportunidad para España más que un problema», cuenta Ríos.
Ayuso considera que la llegada de Trump podrá influir en que la región se polarice «en términos políticos», pero no afectará a la relación de España y Europa con Iberoamérica, ya que en este sentido no dependen de EE.UU. porque tienen «su propia vía de relación». «Pero, si le va mal a la región por EE.UU., sí habrá indirectamente un efecto negativo en las relaciones», añade.