ABC (Sevilla)

De la exquisitez de Talavante a la fascinació­n por Roca Rey: éxito de las mayorías en Jerez

▸ El extremeño firma lo más hondo, el peruano hace vibrar a la plaza y Pablo Aguado se crece en un arrebatado final

- JESÚS BAYORT JEREZ DE LA FRONTERA

También se debatió en Jerez de la Frontera sobre aquello de las minorías y las mayorías del ministro podemita, aunque más armados de prudencia que en el tendido 7 de Las Ventas – «Urtasun, nos vas a comer los h... por detrás», decía un controvert­ido cartel que rápidament­e circuló por la autopista digital–. Las minorías, representa­das por la suprema exquisitez de Talavante y la solera de Pablo Aguado, se vieron desintegra­das bajo la mayoría aplastante de Roca Rey, que en una lección de suprema heterodoxi­a conquistó a toda la plaza, sin ningún tipo de distinción o dudas. Se habían desatado los tendidos en el quinto con el solo de trompeta del pasodoble Nerva, al que siguieron unos mareantes circulares desde la pala del pitón, una fea voltereta y una estocada en toda la yema. Tuvo aquello tantos matices discutible­s como indiscutib­le fue la sugestión del público, entregado ante el ídolo peruano.

Y fue de minorías lo de Talavante porque en una de sus obras más entregadas de la temporada, sin comunión con el toro, aunque roto de su cintura y desatado de pasión, sólo logró conectar a través de unas reolinas finales. Del artista incomprend­ido al recurso del triunfador. Y más minoritari­o fue lo de Aguado, bajo un silencio sepulcral, de los que matan, tras dar muerte al tercero. Que también se reinventó, aunque ya en el siguiente toro. De la íntima inspiració­n al arrebato provocador. De Jandilla, aún más minoritari­a bajo el paraguas de la terna, también cabe decir que, sin haber lidiado la mejor de sus corridas, regaló posibilida­des a los tres toreros. El conjunto orejero y el dinamismo de la tarde avalan al ganadero.

También habían sido los tendidos una minoría cuando, con cinco minutos de retraso, se mandó a iniciar el paseíllo. Diez minutos después se había llenado de pululantes la plaza de toros de Jerez. Y a las 19.16 horas saltaba al ruedo Dirigente, el primero de Jandilla. Construido hacia arriba, con una preciosa estrechura en su encornadur­a. Pocos vieron el recibo de Talavante, entre mecidos y lentísimos lances. Aún seguía el gentío de pie, con media plaza por acomodar. Se peleaban en el sol mientras en el ruedo se agigantaba el torero. Alejandro Magno, entre gaoneras: marcaba primero hacia su espalda y casi en el embroque viraba la trayectori­a. Lentísimas. Aún no se había lucido la cuadrilla cuando ya estaba Talavante con la espada sobre la muleta plegada. Fue ésta una faena introspect­iva, enfocada hacia su ánimo, sin pensar en la condición del animal. Tenía rota su cintura y le ponía con su cuerpo todo el compás que le faltaba a este Dirigente, tan noble como desrazado. Y la gente, por desgracia, no se enteró hasta unas apretadas reolinas.

Cuando a las 19.42 horas salió Preceptor –un coloradito de talla anovillada, sin ningún remate y sin categoría en su tipo– la plaza ya estaba abarrotada. Tendidos made in Roca, que saltó espoleado tras el suceso de Talavante. Aunque el esfuerzo no siempre sirva para vencer al talento. Y bajo

la lupa talavantis­ta, todo eran carencias. Más espeso en sus formas, llegó pronto el primero de los tres desarmes de su tarde. Se movía con codicia este segundo de Jandilla, aunque anduviese huérfano de ritmo. Ajustado entre series, unas más limpias que otras, no estalló hasta una noria final. Como estallaron los tendidos con la guasa del presidente, el mismo que tanto había tardado en asomar el pañuelo blanco tras el paseíllo y que tan rápido ordenó tocar el primer aviso, con Roca Rey ya cuadrado en la suerte final.

Más cuerpo traía Reyes, el castaño chorreado tercero, de Pablo Aguado. Salió frenado entre lances. Más templadas parecían las formas del torero, crecido de pulso –también en el sexto–, como elevado tras el reconocimi­ento de su tierra. Apenas salió de las tablas con la muleta, demasiado precavido frente al viento. Con su figura rezumando solera, que parecía estimulado casi en la cara del toro aunque pronto se apagó, como se esperaba en ese terreno.

Un manso encastado

Fue Villano, el sexto, el más proporcion­ado de la tarde, con la armonía delantera del primero y con la reducida altura de ninguno. Un toro manso que se volcaba con talento en la muleta. Huidizo en su principio, que tardó en retener Roca. Fue con éste quinto cuando sonó la trompeta y… dos mayoritari­as orejas. En cambio, otro estilo más minoritari­o y torero se vio en el sexto, con unos extraordin­arios ayudados por alto de Pablo Aguado, que sin perder su estilo buscó el arrebato y la conexión con los tendidos. Con el mismo pinchazo y la misma estocada, la plaza ahora sí se tiñó de blanco. Del silencio demoledor a la alegría postrera. Hay que apretarse.

Pablo Aguado cortó una oreja al sexto pese a haber dejado un pinchazo previo; fue una faena cargada de pasión y entrega

 ?? // PACO MARTÍN ?? Encajado natural de Alejandro Talavante al primero de Jandilla
// PACO MARTÍN Encajado natural de Alejandro Talavante al primero de Jandilla

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain