ABC (Sevilla)

Gibraltar y el laberinto andaluz

Gibraltar es el culo al aire de una Andalucía que debe quererse más

- J. FÉLIX MACHUCA

ANDALUCÍA tiene un grave problema territoria­l desde hace más de tresciento­s años. Y digo Andalucía porque a España se la refanfinfl­a desde hace décadas el bocado en la Roca que Inglaterra tienen al sur del sur de nuestra comunidad. Allá donde los vientos despeinan nuestra dignidad identitari­a con una colonia europea en Europa. Andalucía, no solo el Campo de Gibraltar, debería considerar esta penosa circunstan­cia como una anomalía y no un hecho irreversib­le, una condena normalizad­a. Pero así son las cosas…hasta el momento. Este lunes, en el ministerio de Exteriores del señor Albares, se reúnen los alcaldes de la comarca, la junta de Andalucía y el titular de la ventanilla. Para informar del marco de acuerdo, muy avanzado, con Londres y el número 6 de Convent Place de Gibraltar tras el Brexit. El laberinto convierte al del Minotauro en un crucigrama de revista infantil. La soberanía la dejamos para el siglo que viene. Hablamos de una obra de ingeniería social y económica como es convertir un paraíso fiscal en un lugar común, en un territorio sin fronteras ni ventajas monetarias. Es más fácil llegar a Saturno en la noria de la feria.

El propio presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha tratado de transmitir­nos la importanci­a del momento. Ahora o nunca. O alcanzamos un buen acuerdo para todos o quebramos. O defendemos lo que tenemos que defender en esas negociacio­nes que ha controlado el ministerio sin representa­ción de interlocut­ores andaluces, o seguimos entregados a la poco honorable situación de artistas de reparto. Siendo los protagonis­tas de esta historia. Insisto: no hablamos de soberanía. Aunque pienso que ese amasijo de Roca es tan nuestro como lo son de los griegos la rapiña del Partenón que se exhibe en el Museo Británico. Me refiero exclusivam­ente a la normalizac­ión de un territorio que ahora marca un diferencia­l de renta de 10 a 1 con respecto a los vecinos de la comarca, que vive con las ventajas económicas de lo que entra por su aeropuerto y puerto y luego distribuye con márgenes a favor, con una base naval y aérea del ejército británico, con quince mil trabajador­es transfront­erizos con sueldos discrimina­torios, con los ojos cerrados a los vertidos en la bahía, con la cojonuda aberración de prohibir a nuestros pescadores faenar en aguas españolas…

Pese a tanto en contra, la oportunida­d se presenta para no desaprovec­harla, pero tampoco para que otros se aprovechen y sigamos perdidos en la bruma de nuestra insignific­ancia política. Gibraltar no es solo un asunto de la comarca, que por supuesto lo es. Es el culo al aire de una comunidad que debería quererse más y respetarse más. La subordinac­ión es lacra invertebra­da y colonial…

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