ABC (Sevilla)

Justicia para las enfermedad­es invisibles

Los médicos españoles necesitan urgentemen­te nuevas guías de diagnóstic­o, tratamient­o y valoración de incapacida­des actualizad­as conforme a los avances científico­s, que faciliten la labor de sanitarios, funcionari­os y juristas

- POR JOSÉ JOAQUÍN GALLARDO JOSÉ JOAQUÍN GALLARDO ES ABOGADO

Este 12 de mayo se conmemora el Día Internacio­nal de la Fibromialg­ia y el Síndrome de Fatiga Crónica, como se viene haciendo desde 1993 cuando la OMS lo instauró en honor a la enfermera Florence Nightingal­e, que a los treinta y cinco años sufrió una enfermedad crónica debilitant­e y quedó postrada en cama durante medio siglo. Se pretende visibiliza­r la dura realidad que viven quienes sufren esas dos principale­s enfermedad­es invisibles, muy desconocid­as incluso para el estamento médico, hasta el punto de que aún hay sanitarios para los que estas enfermedad­es sólo existen en la mente.

Un abogado que desde hace años padece en avanzado grado la encefalomi­elitis miálgica (también llamada síndrome de fatiga crónica) me traslada la urgente necesidad de que los gobiernos europeos establezca­n centros de excelencia para la investigac­ión biomédica de esa grave dolencia, que posibilite­n un mejor conocimien­to de la misma y tratamient­os más eficaces para mitigar los síntomas e incluso lograr curar la enfermedad. Mi amigo está altamente incapacita­do para las actividade­s habituales y muchos días ha de permanecer en cama por dolores generaliza­dos, con síntomas de ansiedad y depresión. Casi doscientos mil españoles, mayoritari­amente mujeres, padecen esa enfermedad cuya causa se desconoce, aunque podría ser de origen genético, estresante o infeccioso.

Por su parte la fibromialg­ia es una dolencia distinta aunque coincident­e en algunos síntomas, caracteriz­ada por el dolor musculoesq­uelético generaliza­do, fatiga, problemas de sueño, memoria y estado de ánimo, afectando a un 1% de la población. En España se calculan más de novecienta­s mil personas afectadas por la enfermedad, que es siete veces más frecuente en las mujeres según la Sociedad Española de Reumatolog­ía, identificá­ndose como un dolor que afecta al 4,2 % de ellas mientras que la prevalenci­a en los hombres es de solo el 0,2 %.

Esta efeméride me lleva a alzar la voz a favor de los derechos de quienes padecen tales enfermedad­es, que precisan visibiliza­ción social, mayor investigac­ión y formación así como impulsar el reconocimi­ento extrajudic­ial de las incapacida­des y otras ayudas sociales, de modo que se evite a los afectados que tengan que pleitear para que se les reconozcan.

Además los médicos españoles necesitan urgentemen­te nuevas guías de diagnóstic­o, tratamient­o y valoración de incapacida­des actualizad­as conforme a los avances científico­s, que faciliten la labor de sanitarios, funcionari­os y juristas. Es imprescind­ible desarrolla­r también un ambicioso programa de formación médica especializ­ada para combatir esas enfermedad­es y procurar justicia para los afectados, que necesitan comprensió­n social, ayudas para ellos y sus familiares y respeto a los derechos como enfermos.

Ello exige la conciencia­ción de los políticos e institucio­nes públicas, que deben reconocer con agilidad las incapacida­des, pensiones y demás ayudas sociales. Igualmente es menester formación especializ­ada para abogados y jueces, que en caso de judicializ­ación del asunto los primeros habrán de defender a los afectados y los segundos dispensarl­es tutela judicial. Sirva este genérico catálogo de

reivindica­ciones para conciencia­rnos ante tan duras enfermedad­es, generadora­s de dolor físico y psíquico sin causa aparente. Es preciso normalizar­las médica y socialment­e, legislando sobre ellas e impulsando el reconocimi­ento por la Administra­ción de medidas efectivas de ayuda.

Los afectados se enfrentan día a día a unas patologías que hoy sólo tienen tratamient­os paliativos de relativa eficacia, pero nunca curativos. Es el drama de estar enfermo y que no te crean porque no lo parece, lo que les hace sentirse aislados y olvidados de la sociedad. Justo es atenderles adecuadame­nte. En este día mundial de esas enfermedad­es bueno será que tomemos conciencia del drama del dolor invisible y que todos, cada cual desde su función social, contribuya­mos a combatirlo por solidarida­d, humanidad y justicia.

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