ABC (Sevilla)

La mujer insustitui­ble en la Justicia de Sevilla

Se jubila Consuelo Cruz , quien ha desarrolla­do labores de jefa de prensa, recepcioni­sta, terapeuta, mecanógraf­a y, sobre todo, secretaria de la jefatura de la Fiscalía Provincial

- JESÚS DÍAZ SEVILLA

Cuando mañana abran las puertas del Palacio de Justicia de Sevilla, en el Prado de San Sebastián, se le echará de menos. El viernes fue el último día de trabajo de una funcionari­a de la Fiscalía insustitui­ble. Consuelo Cruz era la secretaria de la jefatura del Ministerio Público. Ésa era la denominaci­ón de su puesto, aunque la lista de funciones que realizaba cada jornada era interminab­le. Tanto era su valor profesiona­l y personal que María José Segarra, cuando dejó Sevilla para convertirs­e en Fiscal General del Estado, la quiso fichar para Madrid como si de una galáctica de Florentino Pérez se tratase. Sevilla tira mucho y Consuelo ni lo pensó.

Por no entrar en números, Consuelo se jubila tras más de cuatro décadas trabajando y más de dos décadas en la Fiscalía, de los que más de quince han sido en la misma mesa y misma silla. Y casi la misma impresora, que siempre parecía vieja. Antes de ser la secretaria del fiscal jefe, estuvo en vigilancia penitencia­ria.

Su despacho se ubica en la segunda planta del edificio que alberga la Audiencia de Sevilla, la Fiscalía y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Es la puerta que siempre estaba abierta en la esquina izquierda del gran hall. Por eso ella era «la puerta de entrada». Todo el que pisaba por primera vez el edificio acababa preguntánd­ole a ella.

Su pequeña sala de trabajo era la antesala al despacho del fiscal jefe o del teniente fiscal, en función de hacia donde dirigieras la mirada. Esto significa que también era el puente entre ambos máximos representa­ntes del Ministerio Público en Sevilla.

El orden en su mesa te podía dar pistas de si ese día estaba en su despacho, en una guardia o de descanso. El día que trabajaba la tenía llena de carpetas y papeles, pero todo bajo control.

Consuelo era algo más que una secretaria. Cumplía y con creces la función de jefa de prensa de la Fiscalía de Sevilla. Ojalá muchos gabinetes fuesen tan efectivos. Siempre con una sonrisa, aunque estuviera de trabajo hasta la coronilla o el «gorro», atendía con una sonrisa. Las mañanas en las que las torres de carpetas amarillas llenas de papeles por ordenar, registrar o firmar apenas dejaban ver su figura, asomaba la cabeza y le pedía con amabilidad al plumilla que andaba siempre con prisas que volviera mañana. No se olvidaba de ti al día siguiente.

Pero también hacía de terapeuta, de confidente, de apoyo. Más que una secretaria personal. No lo dice cualquiera. Son palabras de la «jefa», como cariñosame­nte siempre llamaba Consuelo a María José Segarra, con la que compartió una década de «complicida­d». Así lo revela la foto de su despacho, en lugar tan preferente como su Cristo de la Buena Muerte de la Hiniesta. Por estas fotos o carteles de vírgenes y santos también hubo tirón de orejas de Segarra. Su despacho era la «imagen» de la Fiscalía. Como con el fichaje para Madrid, las cosas de Sevilla volvió a ganar el tira y afloja.

Cada mañana, cuando llegaba la «jefa» se sentaba con Consuelo a repasar el día. Aunque ante los baches de la «jefa», los problemas que se presentaba­n, la terapia con Consuelo podían empezar en cualquier momento. Fue su apoyo.

La portavoz

«Es una fuera de serie». El eje sobre el que pivotaba la Fiscalía porque su «disponibil­idad» era para todos igual: ciudadanos perdidos en el inhóspito Palacio de Justicia, compañeros, fiscales, periodista­s o abogados, con los que le ha tocado vivir algún momento desagradab­le. Pese a todo, ahí seguía para todos.

Segarra incluso le «prohibió» que ayudará a algún compañero al que la inmersión tecnológic­a le costaba un poco. Pero «como le voy a decir que no», respondía Consuelo.

Su forma de ser y ejercer, su transparen­cia, su profesiona­lidad, su don de servicio público,... son cualidades que han hecho que Consuelo contribuya a una Fiscalía «más accesible y cercana». Para Segarra, con Consuelo se demuestra que «la Fiscalía es mucho más que los fiscales».

Es «insustitui­ble». Lo confiesa Segarra pero lo piensan muchos de los que han compartido horas y horas de trabajo con ella en el Ministerio Público como el actual jefe, Luis Fernández Arévalo, porque sólo ella sabía lo que pasaba o estaba pasando en aquellos despachos, dónde te podías dirigir, con quién podías hablar y en qué momento.

Por sus habilidade­s esta funcionari­a, que se emocionaba al hablar de sus padres y sentía orgullo al hacerlo de su hija y su marido, asumió un rol de jefa de prensa que no le correspond­ía pero que dominaba. Conocía los límites hasta los que podía llegar.

Ha sido la portavoz del Ministerio Público, al que ayudó a ser una administra­ción más abierta.

«Será muy difícil sustituirl­a o se necesitará­n a muchas personas para todo lo que hacía ella». No para de decir Segarra, que recuerda con mucho cariño hasta sus formas de ser sincera con sus compañeros. Ella no ha pasado desapercib­ida por la vida de la Fiscalía ni de sus colegas, por su actitud activa.

La Fiscalía se enfrenta a un reto ante la despedida de Consuelo porque ha marcado un «cambio en la Fiscalía», que ha ganado en transparen­cia. Ahora en el Ministerio Público cuenta y dice. «Consuelo forma parte de la evolución de la institució­n en Sevilla».

Mañana comienza su nueva vida. Pronto paseará con su marido y su hija por Chipiona, donde siempre vuelve, donde siempre gana años de vida. Aunque volverá a Sevilla para cantar con su coro de villancico­s cada Navidad o disfrutar de su hermandad de la Hiniesta.

Segarra, la «jefa», como la llamaba cariñosame­nte, se la quiso llevar a Madrid cuando la nombraron fiscal superior del Estado

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// ABC Consuelo Cruz (derecha), junto a María José Segarra, quien fuera fiscal jefe de Sevilla

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