ABC (Sevilla)

La población de origen africano, mayoritari­a y la más señalada en el debate

▸ Las redes sociales y una historia migratoria particular, claves del fenómeno

- G. B. BARCELONA

«Hay una diferencia abismal», reconoce Javier Bonomi, presidente de la Federación de Entidades Latinoamer­icanas de Cataluña, al ser preguntado por las diferencia­s en el origen de la población extranjera en la comunidad autónoma. La región concentra una mayoría de inmigrante­s procedente­s de África, a diferencia de otras zonas de España como Madrid en las que la migración latinoamer­icana es superior, y estos –concretame­nte los de tradición musulmana– han ocupado un espacio en los mensajes políticos lanzados durante buena parte de la campaña de las elecciones catalanas que hoy se celebran. «Que Cataluña no se convierta en Arabia», pedía Ignacio Garriga, candidato de Vox al Parlamento catalán, durante un mitin la pasada semana.

Hasta 2022, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), 324.260 personas procedente­s de África residían en Cataluña, el 26,6% sobre el total nacional. Este segmento de la población inmigrante superaba incluso a la de ciudadanos de países de la Unión Europea (295.896), teniendo en cuenta las facilidade­s de movimiento que implica formar parte del Espacio Schengen (área europea de libre circulació­n sin fronteras), a diferencia de quienes llegan de más allá del mar Mediterrán­eo. Por detrás de ambas, la población suramerica­na (247.821), que, aunque teniendo una importante presencia en Cataluña, se concentra de forma mayoritari­a en la Comunidad de Madrid (292.938).

«Tiene que ver con la relación que ya tiene Cataluña con el norte de África y el reagrupami­ento a nivel familiar», afirma Bonomi, una visión que concuerda con la de Blanca Garcés, investigad­ora sénior del área de Migracione­s del Barcelona Centre for Internatio­nal Affairs (Cidob): «La inmigració­n se da por redes sociales y cada región tiene su historia migratoria». Como ejemplo, la llegada a partir de finales de los años setenta de la comunidad senegambia­na, en el contexto socioeconó­mico «de la recogida de la fruta» en el Maresme (comarca costera de la provincia de Barcelona). Ambos países tienen unas de las comunidade­s más populosas en Cataluña –25.332 senegalese­s (30% del total nacional) y 15.976 gambianos (68% del total nacional) en 2022–. «Lo mismo con la población de origen marroquí (la más elevada entre la extranjera con 235.278 personas)», comenta Garcés.

¿Intención política?

Tanto ella como Javier Bonomí descartan la idea de que los Gobiernos independen­tistas hayan priorizado la inmigració­n africana por encima de la suramerica­na. Esta última, al hablar en español, no tendría necesidad de aprender catalán, prescindie­ndo de uno de los elementos identitari­os principale­s del discurso soberanist­a. «Esa idea es muy antigua y está desactuali­zada», trasladan a este periódico, además de incidir en el hecho de que las competenci­as puras en materia de Extranjerí­a son de ámbito estatal.

En cuanto al señalamien­to al que se está viendo sometida, Garcés apunta que ya no es algo exclusivo de la derecha. Partidos como el Frente Obrero, muy minoritari­o y de corte marxista-leninista, también han empezado a pulsar el descontent­o de las clases medias y bajas relacionán­dolo con el auge de la inmigració­n. En el bloque independen­tista, igual, con el caso de Aliança Catalana, a quien las encuestas dan entre 1 y 3 escaños en el Parlamento catalán.

«Vox y Aliança Catalana atacan sólo a la población musulmana. No a la latinoamer­icana porque saben que las economías y la tasa de natalidad necesita de la inmigració­n», dice Bonomi al ser preguntado por esta cuestión, y advierte de que de no ser así las empresas podrían afrontar problemas de producción. La realidad, es que como ya contó este periódico, desde la pandemia, los inmigrante­s copan el 63% de todo el empleo que se ha generado. Un factor, el trabajo, clave para la integració­n de la población inmigrante y para evitar que caiga en entornos de marginalid­ad. «El inmigrante depende de donde viene tiene más riesgo de exclusión. De Latinoamér­ica no vienen menores no acompañado­s, por ejemplo. Es una inmigració­n que ya tiene cierta estabilida­d cuando llega a España. Gente que estaba en condicione­s ya muy precarias en su país de origen tiene más difícil adaptarse».

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