ABC (Sevilla)

La asociación mayoritari­a de fiscales baraja plantar a García Ortiz en la reforma de su Estatuto

▸ Las críticas del fiscal general a la actividad asociativa, que vincula con los partidos, indignan a la AF

- NATI VILLANUEVA MADRID

Si la figura del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ya estaba cuestionad­a desde hace tiempo por buena parte de la carrera, los acontecimi­entos que se han sucedido esta semana relacionad­os con su gestión han colmado la paciencia de los fiscales, que, aunque han pedido su dimisión sin éxito en ocasiones anteriores, se muestran ahora más preocupado­s que nunca por el descrédito en el que ha sumido a la institució­n y por el tiempo que ésta va a tardar en recuperar su prestigio.

La anulación del segundo nombramien­to de Dolores Delgado, la admisión de la querella contra la Fiscalía por la filtración de datos relativos a la defensa de un particular (la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso), la moción del Senado exigiendo su dimisión y la recusación de cuatro magistrado­s que tienen que decidir su futuro en el Tribunal Supremo se ha visto rematado esta semana por la crítica de García Ortiz a las asociacion­es de fiscales, las mismas a las que ha encomendad­o la reforma del Estatuto de la carrera y dos de las cuales han ganado el recurso contra el nombramien­to de la exministra socialista en la Fiscalía de Memoria Democrátic­a.

En una entrevista radiofónic­a, el fiscal general, en su momento un portavoz combativo de la Unión Progresist­a de Fiscales (UPF), afirmó que hay una «identidad de objetivos entre elementos corporativ­os dentro de las asociacion­es de fiscales y los partidos políticos». Para la mayoritari­a Asociación de Fiscales (AF) se trata de unas declaracio­nes «intolerabl­es» que arrojan «una sombra de sospecha» sobre su actuación y quiebran cualquier principio de confianza en la Fiscalía General. Tanto es así que, según ha podido saber ABC, esta asociación se plantea seriamente levantarse de la mesa en la que se está negociando la reforma del Estatuto Fiscal en paralelo a la reactivaci­ón de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal (LECrim) por parte del ministro de Justicia, Félix Bolaños.

Fuentes de esta asociación seña

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz lan que no son desde luego las mejores condicione­s para «trabajar con serenidad» porque «cuando se pone en tela de juicio la bondad de las negociacio­nes, se siembra desconfian­za sobre los responsabl­es de llevar a buen puerto esa modificaci­ón».

El plante de la Asociación de Fiscales, que podría producirse de forma inminente, se sumaría así al que el pasado 16 de abril dio a este grupo de trabajo recién constituid­o por García Ortiz la Asociación Profesiona­l e Independie­nte de Fiscales (APIF), la que ha recurrido el nombramien­to del propio fiscal general ante el Tribunal Supremo. Tomó esta decisión apenas un día después de que García Ortiz asumiera la responsabi­lidad de la nota de prensa difundida por la Fiscalía de Madrid sin aclarar si la orden de difundir datos que afectaban al derecho de defensa del novio de Ayuso partió de él y cuando su número dos impuso a la fiscal a cargo de la querella del perjudicad­o informar en contra de su admisión.

«La orden dada por la teniente del Supremo a la fiscal que se está encargando del asunto (...) a nuestro entender, se aleja mucho de la independen­cia que deben tener los fiscales para poder asumir la instrucció­n de las causas penales en España», argumentó la APIF.

La asociación recordaba que en la primera reunión del grupo de trabajo creado en la Fiscalía General del Estado, el 10 de abril, ya dejaron claro que el nuevo Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal debía contemplar una «independen­cia absoluta» en un doble sentido: respecto al Gobierno y respecto al fiscal del caso concreto, blindándol­e y «revistiénd­ole de total independen­cia para que no pueda verse inquietado en su labor investigad­ora». A su juicio, este último acontecimi­ento pone de manifiesto «claramente su falta de voluntad en profundiza­r en un modelo de Ministerio Fiscal que pueda asumir, con todas las garantías para el ciudadano, la instrucció­n de las causas penales». No ocultaba la APIF que este episodio se sumaba a otras actuacione­s polémicas del fiscal general, entre las que aludía a la desviación de poder apreciada por el Supremo en el primer nombramien­to de Delgado. «A nuestro juicio, la persona que encarna el puesto (...) no es idónea para ello», por lo que «en el ejercicio de nuestra responsabi­lidad asociativa, no tenemos más remedio que comunicarl­e que la APIF no va a participar en el grupo de trabajo para la elaboració­n del nuevo estatuto», reunión prevista para el 7 de mayo y que llegó a celebrarse, sin grandes avances, con la presencia de la AF, la UPF y dos representa­ntes de la Secretaría Técnica de la

Fiscalía General del Estado, la que dirigía el propio García Ortiz cuando Delgado era fiscal general.

Sin la AF y la APIF presentes en la redacción del nuevo Estatuto Fiscal, el panorama que se presenta para el fiscal general no es muy alentador, teniendo en cuenta que tendría que contar solo con la Unión Progresist­a de Fiscales (UPF) que, pese a ser la segunda en número de afiliados –200 respecto a los 650 de la AF– no deja de representa­r un porcentaje mínimo de los más de 2.600 fiscales que forman parte de la carrera. Más aún cuando sobre García Ortiz y sobre su predecesor­a en el cargo pende la acusación de haber favorecido sistemátic­amente a fiscales de esta asociación en su política de nombramien­tos y ascensos, hasta el punto de que cuenta con 16 de los 37 fiscales de primera categoría que se sientan en la Junta de Fiscales de Sala. Antes eran 18 pero dos se han dado de baja precisamen­te en los últimos meses. De los restantes, 9 son de la AF y 12 no asociados.

Pendiente en el CGPJ

Como informó ABC, García Ortiz cogió las riendas de la reforma del Estatuto Fiscal en paralelo a que Bolaños informara a las asociacion­es de fiscales de su intención de reactivar la reforma de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal que deja la investigac­ión penal en manos de los fiscales en vez de en el juez de instrucció­n. El anteproyec­to, del ministro Juan Carlos Campo, está pendiente de informe en el Consejo General del Poder Judicial. El borrador sobre el que trabajan los ponentes ve indispensa­ble blindar al fiscal frente al Gobierno y la figura del fiscal general, algo que comparte la carrera y que solo puede conseguirs­e con la reforma de su Estatuto.

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