ABC (Sevilla)

El ejército que daría su vida por proteger al Papa

Sus coloridos uniformes llaman la atención de todo turista que visita el Vaticano. Son los soldados de la Guardia Suiza, un cuerpo militar con estrictos criterios de selección que garantiza la seguridad del Pontífice

- JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL CORRESPONS­AL EN ROMA

Ningún turista regresa del Vaticano sin una foto posando con un guardia suizo. Sus coloridos uniformes pueden despistar a más de uno. Estos soldados pertenecen al ejército más antiguo de los actualment­e operativos y es un cuerpo militar exclusivo y altamente preparado. Esta semana han jurado lealtad a su bandera 34 nuevos reclutas, entre ellos uno con raíces en La Coruña.

La lista de requisitos para entrar en el Ejército del Papa lo convierten en un club exclusivo. Los candidatos deben tener ciudadanía suiza, ser católicos y haber superado el servicio militar. Además, deben medir más de 1,74 metros tener entre 19 y 30 años y poseer el grado de Secundaria y el carné de conducir. Deben superar un test de salud física y psíquica «para evaluar su capacidad de resistenci­a al estrés», y no tener ni antecedent­es penales ni problemas financiero­s, pues serán la «tarjeta de visita» del Papa. Son criterios no negociable­s, lo que reduce el número de candidatos. Sin ir más lejos, sólo el 30% de los suizos son católicos. Eso obliga a los responsabl­es de este ejército a buscar con creativida­d modos para reclutar cada año los 30-40 nuevos soldados necesarios.

Los reclutas que entran en la Guardia Suiza se compromete­n a formarse durante dos meses y a prestar este servicio en el Vaticano durante al menos 24. Hasta hace unos años, sólo los oficiales podían casarse. El

Papa Francisco ha modificado esta regla y deja casarse a los mayores de 25 años que lleven cinco en este ejército y que se comprometa­n a seguir otros tres.

La Guardia Suiza cuenta con alrededor de 135 efectivos y está operativa desde que en 1506 el Papa Julio II, Giuliano della Torre, contrató a mercenario­s de este país para que le protegiera­n. Su principal gesta tuvo lugar el 6 de mayo de 1527, cuando las tropas alemanas y españolas de Carlos V invadieron Roma como represalia por la maniobra del Papa y el rey de Francia para arrebatar al emperador Habsburgo territorio­s en Italia.

Los soldados atacaron el Vaticano, y el comandante de la Guardia Suiza tuvo que convencer al Papa Clemente VII de que escapara de la basílica de San Pedro a través del «pasadizo del Borgo» y se refugiara en el Castillo de Sant’Angelo, a unos 800 metros. Durante la travesía, decenas de guardias suizos que lo protegían fueron asesinados, también uno disfrazado de pontífice para confundir a los atacantes. Clemente sí salvó la vida, pero de los 189 guardias suizos que entonces había, sólo sobrevivie­ron 42.

El juramento

La hazaña se recuerda en el Vaticano cada 6 de mayo, y coincide con el juramento de nuevos reclutas. Uno de ellos, esta semana, era Álex Mosquera, de familia gallega, pero nacido en el cantón de Vaud. Aunque ha visitado la tierra de sus abuelos en La Coruña, no habla español. «Fui monaguillo de pequeño y ahora soy guardia suizo. Es el más alto servicio que puedo prestar a la Iglesia sin ser sacerdote», explica. Se plantea este periodo en Roma como «un servicio, como entregar dos años de mi juventud para algo grande». También otro de los nuevos reclutas, Teófilo Besomi, del Cantón Tesino, considera su tarea como parte de una misión religiosa. «Quiero hacer este servicio para la Iglesia, no reducir mi fe a los domingos», explica. Evidenteme­nte no lo hacen por dinero pues su sueldo no es muy alto para lo que ganarían en su país. Reciben entre 1.200 y 1.400 euros además de alojamient­o y manutenció­n.

Teófilo sigue una tradición familiar y tiene parientes veteranos de este ejército, pero Álex es el primer guardia suizo de su familia. «Aquí volví a ser un niño, porque todo era nuevo para mí», explica. Confiesa que se emocionó la primera vez que se puso el uniforme. Muchos piensan que lo diseñó Miguel Ángel, cuando el mérito es del comandante Jules Répond, quien modernizó a la guardia suiza a principios del siglo XX y se inspiró en algunos frescos de Rafael para diseñar el uniforme y los cascos de sus soldados. Los colores azul y amarillo son los de Julio II, el Papa que instituyó este cuerpo militar. El rojo es el de los Medici, en recuerdo de Clemente VII, atacado en 1527.

«Bajo este tradiciona­l uniforme se esconde un suizo joven, moderno y culto», explica en la web de la Guardia Suiza el principal responsabl­e de este ejército, el comandante Christoph Graf. En su opinión, los actuales reclutas comparten con los mercenario­s del siglo XVI «la firme convicción de que la Iglesia y el Papa se merecen nuestro compromiso a costa de la propia vida si fuera necesario». «Lo que sí ha cambiado son los métodos con los que realizan esta

tarea y el entorno en el que se mueven», avisa. Efectivame­nte, este ejército no tiene aviones, ni cañones, ni tanques, pero está «perfectame­nte preparado» para defender al Papa.

Los reclutas se preparan en Suiza para trabajar en el Vaticano, en un centro de formación para policías y militares. «Allí aprendemos tiro con pistola de asalto, comportami­ento psicológic­o y comportami­ento táctico básico», explica el cabo Eliah Cinotti, portavoz de la Guardia Suiza. También reciben nociones de Derecho, entrenamie­nto contra incendios, socorro médico y técnicas de seguridad y defensa personal. Cinotti explica que antes de entrar en servicio, «dedicamos otro mes a conocer el protocolo, estudiar italiano y familiariz­arnos con la identidad de altos cargos vaticanos».

El diálogo como arma

También aprenden a familiariz­arse con la alabarda, un arma más eficaz de lo que parece a primera vista. Además de ella, el cabo asegura que «entre las armas en dotación, desde 2016 tenemos la pistola eléctrica», que llevan sobre todo de noche, cuando visten la divisa azul. «Pero nuestra arma principal es hablar. Recibimos clases de Psicología para hacernos cargo de la situación y solemos desbloquea­r situacione­s hablando», concluye Cinotti.

El primer 6 de mayo que pasan en Roma juran la bandera. Es una de las ceremonias periódicas más coloridas

del Vaticano y tiene lugar en el Cortile di San Damaso. Cada recluta pronuncia la fórmula en su lengua natal, ya sea alemán, francés, italiano o romanche; mientras con una mano levanta los dedos pulgar, índice y corazón para invocar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y con la otra sujeta la bandera. «Juro servir fiel, leal y honorablem­ente al Pontífice reinante y a sus legítimos sucesores, dedicarme a ellos con todas mis fuerzas, si es necesario incluso sacrifican­do mi vida en su defensa», grita.

A partir de ese momento, pasarán dos años cumpliendo la misma misión: proteger al Papa y al Palacio Apostólico. Siempre hay un Guardia Suizo en la puerta de la habitación en la que está el Pontífice. También forman el piquete de honor cuando hay una visita de Estado en el Vaticano, y en caso de sede vacante, se ocupan de garantizar la seguridad del colegio de cardenales.

Eliah Cinotti destaca que muchos jóvenes presentan su candidatur­a. Además, cuando acaban y regresan a Suiza, el mundo laboral les considera personas muy fiables y muy bien preparadas para el sector de la seguridad». La mayoría trabajan como policías o en el ejército, pero los hay que empiezan el seminario o se hacen religiosos.

Hasta ahora, nunca han admitido mujeres. «La decisión depende del Papa», explica el cabo Cinotti. «Actualment­e nuestro cuartel no permite acoger a mujeres pues las instalacio­nes son muy limitadas», añade. Luego, anuncia que tras el Jubileo de 2025 comenzarán a construir un nuevo cuartel.

Los reclutas que entran se compromete­n a formarse durante dos meses y a prestar servicio en el Vaticano al menos otros 24

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En la imagen superior, el Papa camina frente a la Guardia Suiza tras una audiencia privada. A la izquierda, un recluta jura su cargo. A la derecha, uno de los guardias se prepara para asistir a una sesión de formación antes de la ceremonia de juramento
// AFP/ EP/ REUTERS ENTRE 30 Y 40 NUEVOS CADA AÑO En la imagen superior, el Papa camina frente a la Guardia Suiza tras una audiencia privada. A la izquierda, un recluta jura su cargo. A la derecha, uno de los guardias se prepara para asistir a una sesión de formación antes de la ceremonia de juramento
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// ABC El cabo Eliah Cinotti, portavoz de la Guardia Suiza
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