Celebraciones y despedidas
Todos tenemos un conocimiento innecesariamente profundo sobre algún tema. El neurólogo Oliver Sacks decía que esa es la gente más interesante, la que te puede hablar sin venir a cuento en una fiesta sobre volcanes, medusas o levantamientos de pesas. El mío son las celebraciones de goles. Puedo recordar e incluso recrear sin mayor esfuerzo las celebraciones más icónicas que ha dado el fútbol. Desde la cucaracha al avioncito, desde el bebé acunado en brazos de Bebeto al siiuuuu de Cristiano. Y desde la autoridad que me da este enciclopédico y absurdo conocimiento, me atrevo a afirmar que la de Arda Güler, dedo índice enhiesto y llevándose la mano al escudo, al corazón, es de las mejores que hemos visto de un tiempo a esta parte en el Real Madrid. El gesto solemne combinado con su insultante juventud es un buen mix & match, que dicen ahora los expertos en moda. Queda bien. No es aparatosa, es elegantemente contenida y además es original.
Que festeje los tres goles que lleva con el Madrid en los pocos ratos que ha dispuesto de la misma manera es una pequeña declaración de intenciones por parte del turco: no considera que marcar sea algo que vaya a ocurrir de manera esporádica. Piensa repetir y quiere convertirse en sospechoso habitual. Cree en él y tiene personalidad, lo primero que necesita uno para triunfar en el Madrid.
La celebración habitual encogiéndose de hombros de Brahim, que marcó en Los Cármenes y además por partida doble (uno con cada pierna), también es digna de elogio. Pero quizá sea más ‘era TikTok’ de lo que estoy dispuesto a aceptar. La de Arda Güler la veo más genuina.
Güler y Brahim siguen aprovechando sus minutos con goles y buenos detalles, pequeños gestos que encandilan al madridismo. Mientras tanto, aparece ya en el horizonte un gigante que también celebra sus goles siempre de la misma manera: Mbappé. El francés dijo adiós al PSG esta semana, dejando un regusto con su partida de ligero hastío en ambas aficiones, agotadas de sus idas y venidas, de sus cambios de parecer y de sus exigencias. Dicho esto: si mañana se anunciara su fichaje me tendrían corriendo por el pasillo de mi casa. En el fútbol, como en la vida, es importante celebrar goles y saber despedirse. Mbappé es matrícula de honor en lo primero, pero necesita mejorar en lo segundo.