El campeón se pasea por Granada
Con la mente puesta en Wembley, el Madrid golea a un equipo que ya es de Segunda
Partido desabrido en el Nuevo Los Cármenes, con dos equipos que no se jugaban absolutamente nada. El Madrid, campeón y con la mente en la Champions, y el Granada, que antes del duelo se enteraba de que estaba descendido tras la victoria del Mallorca ante Las Palmas. La desolación embargó el vestuario andaluz y la indignación a la grada, como suele ser habitual en estos casos. Además, la política de rotaciones impuesta por Carlo Ancelotti, con la cabeza ya en la final ante el Borussia Dortmund, le restaba cualquier tipo de aliciente al choque. Solo Rüdiger representaba a los titulares en Granada en el once inicial. Ambiente de ronda previa de la Copa del Rey cuando los buenos del bueno se quedan en el banquillo.
La distensión era tal que las risas invadían el banquillo blanco, donde cohabitaban Kroos, Bellingham y Vinicius, quién sabe si haciendo ya planes entre ellos para estas próximas vacaciones. Ancelotti, tan activo durante los partidos, dormitaba en su asiento mascando como si se hubiera equivocado al escoger el sabor del chicle. Tedio en la tarde nazarí. Solo Rüdiger se empleaba a fondo, como si el título estuviera en juego. El partido transcurría entre el aburrimiento y la obligación, sin ocasiones claras, hasta que Fran García se estrenó con la camiseta del Madrid (min. 38). El lateral aprovechó la jugada de Brahim, que entró por banda derecha y la puso atrás al llegar a la línea de fondo. La grada estaba más pendiente del palco que de lo que ocurría en el campo.
Rozando el descanso llegó el segundo del Real Madrid, como quien no quiere la cosa. Arda Güler mandó a la red una buena asistencia de Fran García, empecinado en aprovechar todas las oportunidades que le concede Ancelotti para ganarse un puesto en el equipo. Casi sin sudar la camiseta, sin despeinarse, el Madrid se retiraba a vestuarios con el partido prácticamente sentenciado. Tres puntos insulsos ante un cadáver que solo piensa ya en pelear el ascenso la próxima temporada.
En la segunda parte quiso reivindicarse Brahim, consciente de las dificultades que tiene abrirse paso en una delantera en la que jugadores como Rodrygo, Vinicius y Bellingham se han hecho con un puesto fijo. El internacional marroquí anotó dos goles en diez minutos para dar por acabado el partido, si no lo estaba ya. La prioridad de Ancelotti pasó a ser la gestión de minutos de su plantilla. Había que mimar a Rüdiger y a Modric, quién sabe si decisivos en Wembley. Los minutos fueron pasando e incluso el árbitro pitó antes de llegar al 90 liberando, sabiamente, a los aficionados, que silbaron al equipo y al palco. Sin duda alguna, el éxito de este Madrid radica tanto en la calidad de su once titular como en la profundidad de armario que lo han llevado a ganar la Liga y a plantarse en la final de Wembley.