ABC (Sevilla)

La televisión es inmersiva

No hay nada como un viejo programa de variedades en el WiZink Center

- JESÚS LILLO

Las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero en contra de lo que el Aviador Dro anunció en uno de sus futuribles musicales, con los que solían acertar bastante, todo sea dicho, la televisión no es nutritiva, sino inmersiva. Según se digitaliza el consumo de programas, servidos a la carta en función de perfiles personales, algoritmos arcanos y sugerencia­s condiciona­das, aflora la nostalgia generada por el sentimient­o de pertenenci­a que proporcion­aba un viejo modelo televisivo –previo a la fragmentac­ión del mercado que comenzó con las autonómica­s, siguió con las privadas y continúa con las plataforma­s de pago, máxima movilidad e independen­cia, sin ataduras de salón– en el que el monopolio de la señal, única y pública, acentuaba la comunión y la fraternida­d. Todos a una. A divertirse.

Este fenómeno solo se registra ya en días muy señalados: una final de Champions en abierto, un aquelarre eurovisivo, una comparecen­cia de Sánchez con las cejas arqueadas y pare usted de contar. El resto del año, cada uno a lo suyo, con los auriculare­s puestos y aislado incluso de su propia familia, unidad de medida social en vías de extinción.

En estas circunstan­cias de aislamient­o, sin programas de la noche de antes que comentar con nadie, uno se detiene ante uno de esos carteles pegados con engrudo en los escaparate­s, locales de quita y pon, de esas calles por las que pasea el silencio de quienes escuchan su propia señal. Letras enormes para romper el ensimismam­iento. Rótulos así de gordos, sin apenas creativida­d plástica. Que se vea el nombre, bien grande. Ahí aparecen Bárbara Rey, y Chelo García Cortes, y Jorge Javier Vázquez, y Lydia Lozano, metidos en un programa de variedades en forma de concierto, con las actuacione­s de Nebulossa, King África, Mónica Naranjo y Melody, y concursos inspirados en las pruebas del ‘Un, dos, tres’, y bingo con premios, y más cosas. Lo que venía siendo la tele de antes, cuando Lazarov llegó a Telecinco o cuando aún estaba en TVE, y en pista cubierta, a todo lo que da el WiZink Center. La televisión puede ser inmersiva. No estamos tan solos.

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