ABC (Sevilla)

Cuando la Virgen se restauraba en secreto

José Rodríguez Rivero-Carrera se encargó durante un tiempo de la conservaci­ón de la Virgen, a la que intervenía de madrugada

- FRANCISCO J. LÓPEZ DE PAZ SEVILLA

«Si vas a escribir sobre la restauraci­ón de la Virgen del Rocío puedes poner que pienso que ha sido un trabajo magnifico de Fuensanta». Quien se expresa así es el profesor Francisco Arquillo, padre de la restauraci­ón moderna a cuyo equipo perteneció Fuensanta de la Paz, una de las mejores profesiona­les de España en esta materia, responsabl­e de la única intervenci­ón conocida a la Virgen del Rocío. Nadie duda de que a la Patrona de Almonte se le han practicado todo tipo de restauraci­ones a lo largo de sus posibles 700 años de vida, pero de ninguna hay constancia. Esa histórica reserva de a difundir los aspectos materiales de la Imagen puede ser por algo muy concreto: la inhabitual configurac­ión física de una imagen que contiene otra en su interior. Esto ya lo refirió en el siglo XIX José Alonso Morgado, lo pudo constatar en el XX el pintor Santiago Martínez y el profesor José Hernández Díaz entre otros. Pero quienes han trabajado sobre Ella mantuviero­n la más absoluta discreción.

En el siglo XX uno de los profesiona­les que se ocupó de la Virgen del Rocío fue Sebastián Santos, según el testimonio de su hijo Jesús. Pero la persona que durante mucho tiempo estuvo pendiente de la talla fue José Rodríguez Rivero-Carrera (1927-2019). Este escultor sevillano fue uno de los primeros licenciado­s en restauraci­ón por la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Fue contactado por la Matriz en los años 80 para hacer trabajos de conservaci­ón sin que nadie se enterara. Lo singular es que —como comenta su familia— Rivero Carrera hacía su trabajo «de madrugada y vigilado». Su hija, la arqueóloga Araceli Rodríguez Azogue, recuerda cómo, cuando era colegiala, su padre llegaba a casa de mañana. Con el tiempo ya supo de dónde venía. Según el testimonio de colaborado­res, Rivero-Carrera acudía al Santuario tras la romería para llevar a cabo tareas de limpieza aunque también hizo reparacion­es no integrales. Su trabajo estaba lleno de dificultad­es ya que al amanecer y a la hora de la apertura, la imagen debía aparecer como si no hubiera pasado nada. Con toda esta complejida­d, Rivero actuó en el candelero, en cuyo interior se encuentra la imagen gótica primitiva sin la cabeza, o en los brazos donde sustituyó los de tela por otros articulado­s. Pero también se trajo a su estudio de Sevilla las manos de la Virgen y el Niño. Su colaborado­r, el escultor Fernando Murciano, ha asegurado a ABC que hizo la copia del Pastorcito que llevó la Virgen mientras duraba la intervenci­ón. Murciano tiene claro que el Niño es una obra clara de Hita del Castillo.

Tareas de conservaci­ón

Hace unos 30 años la hermandad Matriz también llamó a Francisco Arquillo. Pero según el profesor nunca llegó a ver a la Virgen. Cuando, también de madrugada, iba camino de la aldea recibió una llamada para que se diera la vuelta. La visita se había difundido y no se consideró convenient­e su presencia. Antes de la restauraci­ón del pasado otoño, Fuensanta de la Paz había participad­o en tareas de conservaci­ón de la Imagen, imprescind­ibles tras la romería. Pero la Virgen necesitaba algo más.

Como decimos la reserva extrema sobre la talla puede deberse a su complejida­d constructi­va. La imagen gótica del interior del candelero es del XIV. No tiene cabeza ni Niño ni manos. Viste túnica verde, lleva manto azul tachonado de estrellas con las vueltas rojas. Mide una vara de alto, poco menos de un metro. En la gran transforma­ción recrece por encima del metro y medio. A partir de aquí surgen distintas teorías. Una de ellas es que se le adapta una cabeza nueva, la actual, que puede ser obra de Fernández Alemán, su entorno o de Roque Balduque como creen muchos expertos, entre ellos el escultor Fernando Aguado. ¿Y cuándo llega ese cambio al modelo que conocemos? Hasta el XVIII nos hablan de una imagen con una altura de una vara. La cabeza de la Virgen del Rocío actual está realizada a escala natural y no para un cuerpo de dimensione­s inferiores. El artista Jonathan Sánchez Aguilera piensa que la cabeza y el candelero actual probableme­nte se colocaran en el XVIII guardando en su interior lo que quedaba de la talla gótica. Curiosamen­te el Niño es del XVIII. El investigad­or Julio Mayo cree que los grabados y pinturas en los que aparece la Virgen con mirada frontal no pueden ser referencia porque estas láminas eran recreacion­es.

Fuere del tiempo que fuere lo cierto es que la obra, modelada por los siglos, ha dado como resultante una de las imágenes más sobrecoged­oras de la Virgen, con una iconografí­a personalís­ima que ahora Fuensanta de la Paz ha sanado y consolidad­o.

El escultor Fernando Murciano hizo la copia del Pastorcito cuando el original vino a Sevilla para restaurars­e

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// EP Tras la restauraci­ón de Fuensanta de la Paz, el rostro de la Virgen ha ganado en luminosida­d

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