UNA BODA PARA LA HISTORIA, CONTADA POR OCHO TESTIGOS PRIVILEGIADOS
Mariano Rajoy, Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Miguel Toral, Lorenzo Milá y Sagrario Ruiz de Apocada recuerdan aquel 22 de mayo de 2004, cuando Madrid acogió la primera boda de Estado en 98 años
Eran las seis y media de la mañana del 22 de mayo de 2004 cuando Letizia Ortiz Rocasolano llegaba a las dependencias de mayordomía del Palacio Real de Madrid. Se instaló en uno de los salones que Patrimonio Nacional habilitó en esa zona para ella, en el que había un biombo de tres paneles de madera y un tocador muy parecido a los que ella acostumbraba a sentarse en su última etapa como periodista en Televisión Española: con un cómodo sillón de peluquería de color blanco y un espejo del que sobresalían ocho cálidas bombillas. Luz Valero, amiga y peluquera de RTVE –que sigue a día de hoy arreglando a Doña Letizia– fue quien se encargó de supervisar el espacio días antes.
En esa misma sala se encontraba el traje de novia que el célebre modisto Manuel Pertegaz había diseñado y confeccionado para Doña Letizia. La futura Princesa de Asturias se acercó a examinarlo nada más llegar. Esa pieza, que hoy se exhibe en el Palacio Real de Aranjuez, era el secreto mejor guardado de la boda, por eso la Guardia Real la custodiaba desde hacía tres días en esas dependencias.
Cuando Doña Letizia comprobó que todo estaba a punto, pidió la prensa y se tomó su tiempo mientras desayunaba para leer las coberturas que los principales medios de comunicación publicaron aquel día sobre la cena que los Reyes Juan Carlos y Sofía habían ofrecido la noche anterior en el Palacio Real de El Pardo. Aquella había sido la última velada que ella y el entonces Príncipes de Asturias pasaban como solteros.
En unos días se cumplirán veinte años de aquella mañana en la que los Reyes Felipe y Letizia a contrajeron matrimo- nio. Más de 25 millo- nes de españoles pasaron la jornada pegados a los televisores de sus s hogares para vivir lo o más cerca posible de e la Catedral de la Almu- dena y el Palacio Real l de Madrid todos los de- talles de un día histó- rico, que según expli- ca a este diario el l expresidente del Go- bierno Mariano Rajoy, y, supuso «el origen de la a continuidad de la Mo- narquía».
La ciudad de Ma- drid acogió por primera vez desde 1906 –cuando Alfonso XIII contrajo matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg– una a boda de Estado. Por eso en el mes de noviembre, horas antes de que el Palacio de la Zarzuela anunciase el compromiso de Don Felipe con Letizia Ortiz, Alberto Ruiz Gallardón, que era el alcalde de la capital en aquel momento, recibió una llamada de Juan Carlos I. «Me dijo que quería que la ciudad colaborase de una forma muy especial», afirma, al tiempo que añade que Madrid «tenía no solamente que tener una logística preparada para un acontecimiento de esa naturaleza – que modificaba los usos habituales del espacio público–, sino también para canalizar lo que estábamos seguros que iba a ser, y de hecho fue, una participación popular».
Se montaron dos equipos coordinados por el Palacio de la Zarzuela en los que también participaron Patrimonio Nacional y el Ayuntamiento de Madrid. Meses después, la capital sufrió el peor atentado yihadista de la historia de Europa: «Lo que nunca pensamos que fuera ocurrir, ocurrió: los atentados del 11M, donde Madrid entristeció».
Recuerda Gallardón que «las calles estaban más en silencio» y que a la gente «le costaba manifestar su alegría por cualquier cosa porque sentía que el dolor de las víctimas y de sus familiares r tenía que reducir cualquier tipo de participación popular». La boda b de Don Felipe y Doña Letizia, según él, «fue un punto de inflexión x en el que los madrileños recuperamos la voluntad de volver a encontrarnos entre nosotros y no permanecer recluidos».
Don Felipe y Doña Letizia manifestaron su voluntad de que «en un día en el que celebraban un acontecimiento feliz y trascendente» para ellos, «no querían olvidar lo que había pasado en Madrid ni a las víctimas del 11-M». De ahí que después de la ceremonia en la Catedral de la Almudena acudieran a la Real basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde ofrecieron el ramo de novia de Doña Letizia.
«Ilusión» por ver a la novia
Precisamente en la Catedral, durante toda esa mañana, el ambiente «era bonito y de celebración», recuerda Lorenzo Milá junto a su mujer Sagrario Ruiz de Apodaca, que asistieron a la boda en calidad de amigos de Doña Letizia por los años de trabajo compartidos en la redacción de Televisión Española. «Nos hizo mucha ilusión ver a Letizia vestida de novia, con ese traje tan impresionante y convertirse en la mujer del Heredero de la Corona», cuenta ella.
Aunque las crónicas de aquel día apuntan que asistieron entre 1.200 y 1.700 personas, finalmente la boda contó con 2.100 invitados, contando con equipos de protocolo de otras casas reales. Todos tuvieron un sitio en el almuerzo. Por motivos de seguridad y protocolo, todos ellos tuvieron que estar en la catedral a las ocho de la mañana. Desde allí escucharon «un truenazo» en cuanto Don Felipe y la Reina Sofía entraron en el templo. La lluvia impidió que la Reina Letizia, cogida del brazo de su padre, Jesús Ortiz, realizase ese mismo trayecto desde el Palacio Real hasta La Almudena a pie. La imagen de Doña Letizia saludando desde el interior del Rolls Royce Phantom IV fue la primera imagen de la novia en el día de su boda. Ante la previsión de lluvia – que en ningún momento se imaginó que fuera a ser tan