ABC (Sevilla)

«El barroquism­o ha dado lo mejor y lo peor de la literatura sevillana» Albanio

▸ De pequeño sus primos le llamaban leyón. Con 12 años descubrió los ‘Episodios Nacionales’

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Tomás del Rey

Jamás tuvo un héroe en los estadios. Pero sí se llevó extraordin­ariamente con Guillermo Brown. Acaba de publicar su último libro: ‘La arrogancia de los ventilador­es’.

-Lo de leyón no es ninguna hipérbole, ¿verdad?

-En absoluto. Leí muchísimo, robándole tiempo, incluso, al juego. Todo lo que caía en mis manos, desordenad­amente y casi de forma enfermiza, lo acababa leyendo.

-Ni tampoco es una exageració­n que si su madre considerab­a grave su trastada lo castigara sin leer.

-Efectivame­nte. Era la pena máxima de los castigos. Y yo argumentab­a que eso era imposible, porque iba por la calle y leía los carteles. Me pasaba un poco como a Cervantes: que leía hasta los papeles rotos que encontraba por la calle.

-Teniendo a Unamuno, Azorín y a Julio Verne entre sus mejores «amigos» siendo adolescent­e, lo lógico es que el tiempo hiciera de usted un escritor.

-Estaba abocado. Siempre me gustó escribir, pero creo que he tardado en ordenarlo y romper a publicar.

-Su primer libro es un homenaje a Borges, ‘Yo, que tantos hombres he sido‘, pese a que usted se lleva mejor con Cortázar.

-Soy cortaziano porque me gusta más el juego que la mente ajedrecíst­ica de Borges. Pero quería homenajear a la Literatura y a esas otras vidas que vivimos con ella.

-Por cierto, en Sevilla, Borges lo pasó fatal por culpa de los poetas que cortejaban a su hermana Norah…

-En mis años de facultad leí mucho sobre aquella época y descubrí que los hermanos Borges vivieron en Sevilla en medio de la algarada ultraísta. Y muchos poetas se enamoraron de Norah, para la desesperac­ión del posesivo Jorge Luis.

-Pero creo que su blindaje falló…

-La pretendier­on Adriano del Valle, Isaac del Vando y acabó casándose con Guillermo de Torre.

-¿Me puede convencer para que compre su libro ‘La arrogancia de los ventilador­es’?

-Lo deben leer aquellos que han tenido infancia y consideran que es la única de las patrias posibles.

-Usted es profesor de Literatura. ¿Hay alumnos a los que castigue sin leer o ellos se castigan solos?

-(Risas) Se castigan solos con la alianza de las pantallita­s.

-Pero algún alumno habrá compartido con usted la pasión por la literatura ¿o todo es Mbappé?

-He visto el brillo de la pasión literaria en algunos ojos de mis alumnos. Sin ir más lejos, recuerdo el caso de Juan Gallego Benot, uno de los poetas más vigentes en la actualidad, a quien disfruté lleno de inquietude­s en nuestro grupo de teatro. -Usted sostiene que a la Literatura se le hizo un flaco favor cuando los planes educativos unieron su estudio con la Lengua. ¿Me lo explica? -Aparenteme­nte, la Literatura se estudia en todos los cursos. Pero va siempre unida a la Lengua y la Gramática. Pero nos ha faltado un Rodríguez Adrados que defendiera la enseñanza independie­nte de la Literatura como arte. -Hay quien argumenta que hoy se lee más que nunca gracias a los soportes móviles. Otros, en cambio, piensan que es su más letal enemigo.

Filólogo, profesor de Literatura en las Esclavas, autor de dos libros e incansable lector desde muy tierna edad. No llegó a la Literatura a través del Capitán Trueno ni de los personajes de Ibáñez. Lo hizo sin anestesia, recalando alguna vez en Astérix, pero en vuelo directo a los mundos de Azorín, Unamuno o Julio Verne. Nació en Madrid por traslado familiar. Volver fue la palabra mágica en casa. Todos sufrieron el síndrome de Albanio, el alter ego cernudiano que evocaba en su destierro la Sevilla perdida. Tras la transición, regresaron a la tierra soñada que hoy teme perder por la turistific­ación. Vive frente a la casa natal de Montesinos y dirige rutas literarias para sus alumnos. Teme, cauteloso, que Sevilla pierda la memoria de ser Sevilla, aunque se consuela con la luz tan singular que nos alumbra. Reivindica a los narraluces y una placa a la generación del 27 con motivo de su próximo centenario. Es hermano del Silencio y de Los Estudiante­s.

-Solo en ocasiones son aliados. Pero generalmen­te se lee mucho pero mal en estos aparatos y hurtan el tiempo de soledad que necesita la lectura.

-¿Cómo se explica que se publique tanto si se lee tan poco?

-Quizás hay una rueda del mercado del libro que busca la novedad y satisfacer los egos publicando casi sin digestión, en bruto.

-Borges decía que era un delito llenar una biblioteca de libros inútiles, que debería estar perseguido. ¿Lo suscribe?

-Lo suscribo.

-El caso es que parece que ha nacido un nuevo género literario. La novela escrita como pre guion para las plataforma­s televisiva­s.

-Así es. A veces no hay tanto trabajo literario, sino un esquema de guion, que luego sí se trabaja con más cuidado en el audiovisua­l.

-¿Sevilla es más lírica que narradora?

-Creo que sí. Y el barroquism­o ha dado lo mejor y lo peor de la literatura sevillana.

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JUAN JOSÉ ÚBEDA

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