ABC (Sevilla)

María Patiño: «En el nuevo programa no hay vetos, el límite es la ley»

▸La presentado­ra, que estrena ‘Ni que fuéramos’, nos habla de su infancia, su marido, su hijo, sus pasiones y sus debilidade­s

- ANTONIO ALBERT

En Canarias, María Patiño ha parado para recargar energías y tomar impulso: sabe que avecinan días intensos. El 15 de mayo estrena el formato más esperado de la temporada, ‘Ni que fuéramos’, que llega en ‘streaming’ desde el canal Quickie. Y no puede estar más ilusionada: «Es un experiment­o que, si fracasa, quedará en mi mochila como una experienci­a. Tengo muchas ganas. Además, me lo puedo permitir. Económicam­ente, el proyecto no tiene nada que ver, pero como soy una hormiguita estoy tranquila por ese lado. Por otro, me siento con los mismos nervios que cuando me eché a las calles de Marbella por primera vez con una alcachofa». Los espectador­es se van a encontrar con las mismas caras, pero con un programa más libre. «En el último año de ‘Sálvame’ había tantos vetos que no podíamos hablar de nada ni nadie. Ahora, el límite es la ley. Espero que a mis compañeros no se les vaya la cabeza, pero yo voy a mantener mi línea», afirma. Y anuncia novedades: « Valldepera­s, el director, tendrá una presencia diferente y veremos personas ajenas al universo habitual. Será enriqueced­or».

María se confiesa una auténtica soñadora: «Yo los sueños los visualizo y me los trabajo para que se cumplan. Una de las cosas que más me gusta de dormir es montarme mis películas porque, en mis sueños, soy lo que quiero ser. No soy de trazarme grandes metas, aunque tengo la cabeza desde hace años mi discurso de los Oscar». En esa fantasiosa cabecita había algo que siempre quiso cumplir: casarse de rojo frente a un lago, con los invitados de blanco y sin ropa interior. «Yo creo que era por pura provocació­n –María se ríe al recordarlo–, por rebelarme y llevar a mis padres al extremo». Pero se siente feliz de haberlo cumplido en cierto modo, ya que «lo mío fue una extravagan­cia. Metí el vestido en la maleta, mi chico ni lo vio, y nos casamos en la playa. Yo quería arena y mar. Como estábamos solos en Sri Lanka, al final invitamos a los huéspedes de un ‘surf camp’ vecino. No teníamos anillos, nos ataron los dedos con una cuerda. Y el sacerdote solo hablaba inglés. Yo le decía sí a todo porque no entendía nada. Mira que soy presumida, pues ni iba maquillada ni nada, con los pelos rizados por la humedad. Fue liberador. Y Ricardodo fue muy generoso, porque aceptó que su madre se perdie-ra la ceremonia».

Solo tiene buenasas palabras para su ma-arido, con quien llevava más de veinte años.os. «Es muy distinto a mí, pero nos complemen-entamos. Con él no ha-hablo de trabajo, y esoeso me da aire, él tiene sus ‘hobbies’. Es más gene-eneroso que yo, que cuan-uando tengo un problemaem­a se convierte en ‘el pro-problema’. Lo acaparopar­o todo», asegura. Si tuvie-uviera el secreto para durardurar tantos años «publicaría­caría un libro y me haríaía de oro. La clave está enn que todavía me pone, lee amo y, como no me gustaa la ru-ru

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