ABC (Sevilla)

De abuelo ejemplar a verdugo: asfixia a un nieto y dispara al otro

▸Se atrincheró con los dos niños en su casa en Huétor Tájar y luego los mató ▸La investigac­ión apunta a una rencilla familiar tras un accidente de tráfico

- GUILLERMO ORTEGA HUÉTOR TÁJAR (GRANADA)

Pepe era un abuelo ejemplar, que quería a sus nietos por encima de todo. A sus 72 años se le podía ver llevándolo­s al colegio o acompañand­o a uno de ellos con muletas en las fiestas del pueblo en honor a San Isidro, que acabaron ayer en Huétor Tájar de una forma que nadie va a olvidar. Al menos en apariencia, este abuelo se desvivía por ellos. «Era una buena persona, cuidó de su mujer cuando enfermó de cáncer, yo no me lo explico», señala a ABC Fernando Delgado, alcalde del municipio. Sin embargo, ayer Pepe se convirtió en verdugo de los dos pequeños. Los mató encerrados en su casa. Ya visó a los primeros agentes que acudieron a su hogar que tenía una escopeta y que la iba a usar.

Primero se atrincheró con ellos en su casa el domingo por la noche y luego los asesinó, antes de quitarse la vida, el lunes por la mañana. Los vecinos señalan que cuando el negociador de la Guardia Civil estuvo hablando con el abuelo para que abriera la puerta y dejara salir a los pequeños, llegó a acceder a llevarlos a las 8.00 horas al colegio. No fue así. Antes de liberar a los niños los mató. No cumplió su palabra. Por eso la Unidad de Intervenci­ón, llegada desde Madrid entró a por ellos. Sabían que estaba armado. Había que liberarlos y detener al abuelo, pero lo que hallaron no se va a olvidar en este pueblo agrícola de Granada.

Huétor Tájar, un municipio de poco más de diez mil habitantes, quedó en estado de shock con lo ocurrido. Nadie se podía creer lo que había hecho Pepe. Poco antes de las 8.30 horas de la mañana, agentes de la Unidad de Intervenci­ón de la Guardia Civil entraron en la planta baja de un piso de la calle Alfredo Nobel. Conforme vio entrar a la Guardia Civil pertrechad­a para el asalto, porque sabían que el atrinchera­do tenía un arma, Pepe se pegó un tiro con su escopeta de caza. En ese momento ya no tenía escapatori­a. Además era conocedor de la atrocidad que había llevado a cabo.

En dos habitacion­es

Para los agentes lo peor estaba aún por descubrir. En el domicilio había dejado muertos a los pequeños Pablo y Guillermo. En uno de los dormitorio­s estaba uno de los niños asesinados. Tenía signos de haber recibido un

La Guardia Civil encontró a los dos niños muertos cada uno en una habitación del domicilio del abuelo

El padre de los pequeños tuvo que ser llevado a un centro hospitalar­io tras sufrir un fuerte ataque de ansiedad y está sedado

El presunto asesino tuvo un accidente hace dos meses, donde murió la madre de los pequeños y la abuela de éstos; los niños resultaron heridos

disparo con la misma escopeta con la que el abuelo se quitó al vida. El otro menor estaba en la otra habitación, en su caso sin rastro de disparos. La Guardia Civil cree que pudo ser asfixiado por el abuelo. Se está a la espera de recibir las autopsias para confirmar cómo murió cada uno.

Tres cadáveres para consumar lo que se cree, por las primeras indagacion­es, que es una venganza hacia el padre de los pequeños. Un hombre que vivía justo encima del piso donde sus hijos han sido asesinados. «Me han llamado del médico para decir que estaba sedado», confirmaba el alcalde sobre este progenitor marcado por la tragedia, que ha perdido en dos meses a todo su familia y que ayer sufrió un fuerte ataque de ansiedad al conocer el destino de sus dos pequeños.

Tragedia

La vida ya lo había golpeado duramente hacía solo dos meses. El pasado 18 de marzo, Pepe, su mujer, la única hija de ambos y los dos nietos, se desplazaro­n a Loja y en el camino chocaron contra un muro. Fue un accidente muy duro. La hija murió en el acto y la abuela lo hizo días después en el hospital. Los pequeños también necesitaro­n asistencia sanitaria. De hecho, Guillermo tenía todavía una pierna enyesada. Los vecinos narran a ABC que ese accidente dejó absolutame­nte hundido al padre los pequeños, que en medio de una supuesta depresión rompió la relación con su suegro, que era el conductor aquel día camino de Loja. Supuestame­nte lo culpaba del accidente que costó la vida a la madre los dos niños asesinados. Algunos vecinos explican que, en ese momento, prohibió al abuelo ver a sus nietos.

Fuentes consultada­s explican a ABC que ese pudo ser el detonante de que el abuelo se atrinchera­ra con los niños y que luego los asesinara. El domingo por la noche fue el propio padre de los pequeños quien avisó a Emergencia­s 112 de que su suegro se había encerrado en su casa con los dos niños y que no se los quería devolver. Después de la llamada se enfrentó al presunto asesino. Los vecinos cuentan que mantuvo una fuerte discusión con Pepe, que éste zanjó con un disparo al aire. No estaba dispuesto a entregarle a los niños. El yerno terminó por ser trasladado a un centro hospitalar­io con un ataque de ansiedad.

La noche del domingo, además del padre, y avisados por Emergencia­s 112, llegó al piso en el bajo de la calle Alfredo Nobel una patrulla de la Guardia Civil. No fueron recibidos con amabilidad. Pepe los vio como hostiles. No estaba dispuesto a renunciar a que sus nietos se quedaran allí. Los vecinos señalan que los recibió de malas maneras. Hasta en un momento de la discusión con éstos les dejó claro que tenía una escopeta de caza, para la que poseía licencia, y que era «capaz de usarla». Lo que nadie se imaginaba es que la utilizaría contra sus propios nietos, ya que a uno los niños lo mató tras dispararle. También lo hizo cuando se quitó la vida.

Salir al colegio

No había quien lo hiciera entrar en razón, por eso la Guardia Civil del municipio pidió ayuda a la Comandanci­a de Granada y éstos a los servicios especializ­ados para este tipo de casos. Mientras se trataba de razonar con el presunto asesino para que depusiera sus actitud, se activó a la Unidad Especial de Intervenci­ón en Madrid por si había que entrar a rescatar a los pequeños cuando todo fracasara.

Esos refuerzos llegaron ya en la madrugada del domingo, cuando el abuelo ya se había hecho fuerte en su domicilio y los niños estaban cansados por todo lo que estaba pasando y la tensión acumulada. El primero en actuar fue un negociador. El abuelo no quería saber nada. A lo único que accedió el abuelo, sobre las cinco de la madrugada, fue a que los niños salieran de la casa a las ocho de mañana para ir al instituto y al colegio. Eso nunca ocurrió. Antes de liberarlos el abuelo los mató a cada uno en la habitación en la que dormían.

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// EP/ARSENIO ZURITA La Guardia Civil lleva a cabo pesquisas en la calle donde fueron asesinados los niños

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