ABC (Sevilla)

Sánchez se parte la caja

Hay un enemigo de la concordia, la democracia, la Transición y la Constituci­ón, y no es otro que el sanchismo

- AGUSTÍN PERY

Ala media hora de griterío exaltado, me alejé aturdidísi­mo de la terraza. La razón hacía tiempo que había perdido y el razonamien­to, desertado. No sé si ganó alguien, en realidad creo que perdimos todos. Quienes se enfrentaba­n a voz en cuello son mis amigos de toda la vida, los que vengo frecuentan­do desde los primeros cigarros furtivos, las escapadas de verano, las peleas hormonadas en la discoteca y el cúmulo de galantes fracasos. Son mi familia y, aquel día, unos vocinglero­s exhibiendo pedigrí español. El pecado fue mío cuando musité que Vox es un partido coartada para el sanchismo, que es el verdadero enemigo del país, quien levanta muros mientras parcela España hasta desgarrarl­a.

Digo musité porque si diez personas gritan a mi alrededor, la chaveta empieza a recordarme la lesión que anida dentro de mi cerebelo. Ahí los dejé mientras algunos de ellos se sumaban al coro de patriotas ‘voxeros’ que clamaban contra la derechita cobarde, la flojera de Feijóo y recordaban que las únicas «con dos cojones en el PP son Cayetana y Ayuso». Por un momento me imaginé Génova como un harén de eunucos y a las jabatas del PP de pie pastoreánd­olos.

Si Sánchez y su banda hubieran podido mirarnos a través del cristal como boqueando en una pecera, seguro que se habrían dado cómplices codazos. «Lo ves, Bola, te lo dije, los tenemos donde queremos». La Chiki daría palmas con un gozo en el alma grande, «aleluya gloria a ¡Pedroo!», y la Yoli asentiría, que es lo que siempre hace cuando habla su señoritooo­o.

El chundachun­da en mi cerebelo aumentaba mientras al fondo en la terraza subían los decibelios. «Mi voto siempre para Vox, es el único que defiende España», gritaban unos. «Pues, nada, mejor para el PSOE, que parecéis idiotas». Siguieron otra hora, copa arriba, copa abajo, mientras a mí se me seguía apareciend­o la Chiki en éxtasis sanchista.

Vox tiene todo el democrátic­o derecho a tener su agenda, incluso a recordar a quienes los señalen que ellos, tan fascistas, respetan la Constituci­ón mucho más que los socialista­s y sus secesionis­tas aliados. El resto en la derecha, el mismo de pensar que los de Abascal yerran en el fondo porque se solazan en la forma, que es el placebo de quien no gobierna o lo hace de manera subsidiari­a.

Al final, lo único cierto es que si España se aleja tanto del centro veremos si podrá volver y cuándo. Que quien se radicaliza es el PSOE, nunca más socialdemó­crata, y que es una vergüenza porque además ha sido intenciona­do, un subirse al monte detrás de ‘indepes’ y comunistas por miedo a que le robaran la merienda. Que también lo hiciera el PP, azorado por el discurso proteico de Vox, sería otro clavo en el ataúd de lo que fuimos.

Hay un enemigo de la concordia, la democracia, la Transición y la Constituci­ón. Y sigue mirando a la pecera mientras se mofa de todos nosotros: «Lo ves, Bolaños, lo ves».

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