El informe preliminar revela que el niño mayor murió de un tiro en la espalda
▸ El padre de los menores asesinados permanece en el hospital con crisis de ansiedad
La autopsia que debe servir para determinar la hora y las circunstancias en la que murieron Pablo y Guillermo, los dos niños asesinados por su abuelo en Huétor Tájar (Granada) aún no se conoce, pero sí han trascendido parte de un informe preliminar.
Según esos datos, el hijo mayor, de doce años, murió tras recibir un disparo por la espalda, mientras que el menor, de diez, fue asfixiado por el abuelo, que a las 8.20 horas del lunes 20 de mayo, cuando la Guardia Civil entró en su casa de la calle Alfredo Nobel, se quitó la vida pegándose un tiro con su escopeta de caza, presumiblemente la misma con la que disparó por la espalda a su nieto.
No se trata de un informe definitivo, según dejaron claro fuentes próximas a la investigación. Queda por conocer el informe toxicológico, igual de preceptivo en estos casos.
Igualmente trascendió que el abuelo llevaba dos meses lidiando contra una profunda ansiedad y estaba en tratamiento psiquiátrico.
El 18 de marzo, Pepe iba al volante del coche en el que trasladaba a sus dos nietos al conservatorio de música de Loja. También viajaban la mujer de Pepe y la única hija de ambos. El vehículo se estrelló contra un muro y las dos mujeres fallecieron.
Desde entonces, aunque por fuera no lo pareciera, Pepe estaba fatal. «Yo creo que llevaba demasiado bien el luto, que no quería que trascendiese cómo estaba en realidad», apunta un hueteño que conocía bien a este antiguo empleado de una empresa de áridos. Da a entender que la procesión iba por dentro.
Tanto al alcalde Fernando Delgado, que tiene una opinión parecida, como a otros amigos de siempre sí que les confesó que a veces se sentía culpable por lo ocurrido. Precisamente el lunes 20 de mayo Pepe debía ir a la consulta de un médico especialista para mantener una sesión de terapia. No acudió porque a esas horas ya se había suicidado.
En Huétor Tájar, según fuentes vecinales, se elucubra que el yerno le habría dicho que quería mudarse porque allí había muchos recuerdos de su mujer. Pepe no habría querido ni oír hablar de esa posibilidad, se enfrentó abiertamente a su yerno y se llevó a los niños.
Crisis de ansiedad
Precisamente el padre de los menores sufrió una crisis nerviosa aguda
en cuanto se enteró de la situación, en la madrugada del domingo al lunes, aún sin saber sin sus hijos seguían vivos o no.
El ataque de ansiedad aconsejó, o más bien obligó, a que fuera trasladado al centro de salud de Loja y , posteriormente, al hospital del Parque Tecnológico de la Salud de Granada capital.
Desde entonces no ha regresado a su pueblo, y mucho menos a su casa. Cosa esa última que, según los especialistas, no es nada aconsejable en las actuales circunstancias. «Es algo tan devastador que se hace difícil hasta encontrar un consejo siquiera para empezar a gestionar lo que le ocurre», resume una psicóloga especialista en duelo.
Aunque queda por conocer el informe toxicológico, ha trascendido que el abuelo habría asfixiado al niño pequeño antes de suicidarse