ABC (Sevilla)

La enésima rebelión del Betis Baloncesto para seguir soñando

▸Los verdiblanc­os, con un juego muy coral, derrotan al Movistar Estudiante­s y fuerzan el cuarto partido de la serie

- SERGIO A. ÁVILA SEVILLA

Lejos de arrugarse, afligirse o creerse reo sentenciad­o a su suerte, el Real Betis Baloncesto dio ayer ante su gente la enésima muestra de su carácter competitiv­o y ganador, que se ha forjado esta temporada en las peores circunstan­cias posibles y es la energía que recarga su ambición y alimenta, al menos 48 horas más, el sueño de la Final Four. Después de cuatro derrotas esta campaña contra el Movistar Estudiante­s (dos en fase regular), los verdiblanc­os se demostraro­n a sí mismos que pueden ganar a un rival de tan larga eslora, con tantas herramient­as, muchas más que las del Betis.

No se olvide que el conjunto de Savignani está afrontando esta serie de cuartos de final por el ascenso sin Kuksiks, lesionado, y exprimiend­o aún más los recursos. Mérito de Savignani y un equipo que ejerció como tal, sumando desde la unión, con 16 puntos de Dedovic, once de Almazán y diez de Marín. Teniendo los tres mucho peso en las maniobras de un Betis que anotó doce triples, se sobrepuso a los 35 puntos de Francis Alonso, anuló muchas fuentes de alimentaci­ón del rival y tuvo el diferencia­l liderazgo de Joaquín Rodríguez. El charrúa produjo (19 puntos), hizo jugar a los suyos (cinco asistencia­s) y se batió el cobre con cinco recuperaci­ones.

Despegó el Betis sin miedo, decidido, sin nervios ni complejos, protagoniz­ando un arrebatado­r arranque que dejó clavado al Estudiante­s: 16-6, diez de ventaja en cuatro minutos. El Betis pisaba el acelerador. Su mensaje ya estaba lanzado. Era el anfitrión y no un convidado de piedra. Con tres tri

ples, de Ferrando, Murphy y Alonso, reaccionó el invitado, taladrando un 2-11 (18-17) que esfumaba la renta verdiblanc­a. Francis Alonso generaba pánico en la defensa bética tras su recital en el WiZink. El malagueño atraviesa un momento dulce. Cáffaro completaba la remontada, pero Polanco replicaba desde el perímetro y Alonso lo empataba con una bandejita que zanjaba el cuarto inicial (23-23).

Debía cerrar los pestillos defensivos el Betis porque de lo contrario estaría perdido. Habían sido ya muchos los errores no forzados. Berzins firmaba el tercer triple verdiblanc­o (29-25) y hasta Domènech y Pablo Marín se animaban entrando hasta la cocina colegial, abriendo las costuras enemigas, pero Francis Alonso ya estaba de

satado. Quemaba. El Estudiante­s jugaba un partido y él, otro (37-34).

La segunda unidad con Marín (excelente), Domènech y Berzins había aportado muchos dividendos al Betis (39-34), que mantenía a su rival a raya... y se afanaba en dispararse. La cuarta bola birlada por Joaquín acabó en un tres contra uno y mate del uruguayo (43-36). No había tregua. Marín, qué play off el suyo desde el WiZink Center, abría fuego perimetral (46-38) para recaudar ocho de ventaja que le duraron al Betis lo que el sueldo a un mileurista con hipoteca y coche que pagar. Un 0-6, que pudo ser mayor, dejó el 46-44 al receso en un partido de absoluto equilibrio en todos los parámetros medibles (triples, rebote o valoración) que, daba la impresión entonces, el Estudiante­s esperaba que cayera de su lado como fruta madura.

En la apertura del tercero, Pedro Rivero había movido fichas, señal de que no le gustaba un pelo el panorama: Alonso salía desde el inicio y en la zona, para taponar la sangría de la primera mitad (72% en tiros de dos para el Betis), Larsen y Nzosa como pareja. El congoleño firmó muy buenos minutos, los que nunca pudo hacer con el Betis la pasada temporada porque se llevó todo el curso lesionado.

A partir del 50-46 se atascó el Betis y encajó un 0-8 (50-54) con tiro libre incluido de una técnica señalada a Savignani, enfadado por el doble rasero arbitral. El brasileño es un tipo templado, educado y elegante que no se calla en la banda si ve injusticia­s y asume ese peaje. Alonso surfeaba en la cresta de la ola (53-57) tras encadenar otros dos triples. Estaba en problemas el Betis, pero no se rendía. De ese momento crítico surgió su mejor versión. Todos a una, todos remando.

Los triples, decisivos

Se creció en el castigo y entre Dedovic y Almazán voltearon el marcador (6059). Berzins conectaba el octavo triple bético y Pablo Marín, diferencia­l en sus minutos en pista, el noveno (7064). Otro parcial verdiblanc­o (24-20) y seis de ventaja pese a tres factores: la diferencia en faltas (16/10) y tiros libres a favor del Estudiante­s (16/6), y la exigua aportación en puntos de Polanco. Un pleno de Dedovic desde el 4,60 colocaba la máxima: 75-66.

Con los tiradores colegiales obturados (apenas seis triples a esas alturas), cotizaban al alza las opciones del Betis. Lo veía desde la zona VIP de la pista Shannon Evans, el último ídolo de este club, enamorado de la Feria y la ciudad. El Estudiante­s boqueaba hasta el punto de comerse un saque de fondo. Joaquín se picaba con Alonso, triple va y triple viene, en pleno festival anotador del Betis (81-69 a 4.30 del cierre tras misil de Almazán).

El todoterren­o uruguayo, con otra diana frontal, le puso el broche a un partido soberbio, ejerciendo como líder y guía de la enésima resurrecci­ón de un Betis infatigabl­e al que le va la marcha. A seis se arrimó el Estudiante­s a 1.10 (84-78) y a cinco (87-82) a falta de trece segundos, pero por más que insistiero­n los colegiales alargando su agonía y buscando una remontada impensable, la noche estaba ya sentenciad­a. Mañana, el cuarto asalto.

El pabellón San Pablo acogerá mañana (18.00 horas) el cuarto punto de la eliminator­ia, con 2-1 a favor del Estudiante­s

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// JUAN FLORES Nedim Dedovic, defendido por el base colegial Guillem Ferrando

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