Entre acciones y corazones
No hay otra, palanganas: todo es cuestión de acciones y corazones
EL sevillismo se mira al espejo y ve en su rostro el rictus insoportable del pesimismo. Todas las primaveras que disfrutó en meses tan rojos y blancos como mayo, se le han convertido en inviernos insoportables, con temperaturas bajo cero y el frio helándole el alma. Así se siente una parte de esa afición que no da crédito a lo que está sucediendo. Que contempla cómo un edificio que se sustentaba sobre estructuras aparentemente sólidas y que fueron reconocidas con distinciones internacionales, se vienen abajo como un edificio fatigado por materiales inservibles y obsoletos. ¿Cómo se puede pasar en dos años de estar seguro de lo que pisan tus pies a sentirte tan vulnerable como un disidente en manos de Putin o una feminista en Kabul? ¿Qué ha pasado? ¿Qué viene pasando para que hayamos transitado de la mitología del campamento base a creer que al tercer año bajaremos a los infiernos? No, no es pesimismo lo que se ha instalado en los corazones de tantos miles de sevillistas. Es puro fatalismo. La respuesta está en el aire de Nervión, ese que en las noches de primavera musicaban los vencejos y que ahora sopla como un secano que arrastra matojos de pueblo abandonado.
Se van del club, como una cadena de producción de renuncias, los que no se deberían ir para quedarse los responsables de semejante naufragio. Es un tópico acudir a la tormenta perfecta para explicar lo increíble. Pero, créanme, es así. Será tópico pero la convergencia de impericia, mala gestión, falta de carisma, ausencia de liderazgo y una guerra civil accionarial por encima de los intereses del club, no son ajenas a lo que les digo y ustedes saben y sienten como solo pueden hacerlo los que sostienen esa institución con amor al escudo, la bandera y el pago correspondiente. ¿Tiene solución? ¿Se puede salir de esa joyanca infectada de culebras y escorpiones? Yo no lo sé. Porque no hay ley que faculte que te tienes que ir de aquello que te pertenece accionarialmente por pésima que sea tu gestión. Vivimos en un bloqueo societario que impide que la normalidad nos asista. Pero es obvio que una mayoría del sevillismo entiende que el club es una especie de coche loco de feria…
Hoy se pretende hacer visible todo este malestar, todo este estado de perturbación social, deportivo y gerencial que vive la institución. Hay convocatorias para dejar vacío los diez primeros minutos el campo y una invitación a usar camisetas negras en señal de luto. Todo es así de duro y desconsolador. Hay que echar la vista atrás para adivinarse en el espejo de la felicidad, leyendo al grandísimo Antonio García Barbeito en aquel pregón del Centenario: «No lo dudo/me queda el pecho viudo/si me quito tu razón/que más que mi corazón/ a mí me late tu escudo». No hay otra, palanganas: todo es cuestión de acciones y corazones…