ABC (Sevilla)

El pulso a la izquierda del PSOE amenaza la legislatur­a

Los socialista­s esperan que Yolanda Díaz relaje sus posturas tras el 9-J, pero la pujanza renovada de Podemos en los sondeos altera el mapa. Si las urnas arrojan la lectura de que esa batalla se vuelve a abrir, el panorama se complica La demoscopia prevé

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

El 9 de junio Europa juega una de sus partidas más cruciales. La tradiciona­l alianza entre socialdemó­cratas y democristi­anos, germen mismo de la UE, está en cuestión. La trascenden­cia de una ruptura en ese entendimie­nto, de producirse, es imprevisib­le. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo libran a su vez su particular contienda. Lo que suceda no será definitivo para ninguno de los dos. Pero sí puede ser determinan­te. Y en los entornos de ambos se juegan a su vez partidas de interés. Vox mide su estado de salud tras sus buenos datos en el País Vasco y Cataluña. Y lo hace con la presión de fuerzas disruptiva­s en su espacio.

Pero lo más trascenden­tal para el futuro inmediato de la gobernabil­idad de España tiene lugar en el flanco izquierdo del tablero. Existe una estrategia consciente por parte del espacio socialista en el Gobierno de crecer en toda la izquierda. Las perspectiv­as del PSOE hace dos meses no eran buenas para las elecciones europeas. Se han llegado a publicar sondeos que vaticinaba­n una victoria del PP por más de diez puntos. El escenario no parece que vaya a ser ni mucho menos tan claro. Y es en parte porque los sondeos apuntan a una transferen­cia importante desde Sumar hacia el PSOE. Sánchez está haciendo aguantar al partido girando su espacio electoral hacia la izquierda. Mientras trata de asociar permanente­mente al PP con Vox como única herramient­a a su alcance para dar la vuelta a una contienda en el centro que Feijóo le está ganando: el 23-J 600.000 votantes pasaron del PSOE al PP. Pero volvamos a la izquierda.

En Sumar llevan meses muy preocupado­s. Desde que la legislatur­a tornó en carrusel electoral con la convocator­ia de las elecciones catalanas sus dudas son crecientes. Van a ser cuatro elecciones en seis meses. Las tres que ya se han celebrado no han traído buenas noticias para ellos. Y la decisión de no tramitar los presupuest­os, asumida por La Moncloa al minuto siguiente de conocer el adelanto electoral catalán, les dejó sin su mejor baza para exponer su utilidad política. Una vez que el PSOE ha asumido como única vía de acceso al poder la alianza con los nacionalis­tas e independen­tistas esa utilidad de las fuerzas a la izquierda de los socialista­s es más difusa que cuando Pablo Iglesias, arquitecto del modelo que gobierna España, hostigaba a los socialista­s con sus ofertas de pacto.

La utilidad de Díaz

Esa ausencia de presupuest­os ha obligado a Sumar a encontrar otros cauces para canalizar su posición política y no quedar eclipsado por el PSOE. Una tendencia que se acentuó tras los cinco días de retiro presidenci­al y su reaparició­n para erigirse en líder de la batalla contra el extremismo mundial.

Retirar el Premio Nacional de Tauromaqui­a, enviar una carta a las empresas españolas con base en Israel advirtiend­o de que no contribuya­n al «genocidio»... y para terminar las votaciones en el Congreso en las que Sumar se ha querido desmarcar del PSOE. Algunos empiezan a entender ahora algo que los más taimados socialista­s siempre tuvieron más o menos claro: lo del «radical» Iglesias y la «moderada» Díaz era un artefacto electoral, pero alejado de la realidad. En nada la gobernanza de la coalición es más rentable para el PSOE con Sumar que con Unidas Podemos. Iglesias, además, gozaba de una relación más fluida con las formacione­s vascas y catalanas, que, en algunos casos, aborrecen a Díaz. Cierto es que la coalición con Podemos estuvo muy marcada temporalme­nte por la pandemia. Y que Iglesias le jugó fuertes pulsos a Sánchez. Pero nunca en su cohabitaci­ón el PSOE vio que su socio de coalición le abandonaba en menos de 48 horas en una proposició­n de ley y en un proyecto de ley en el Congreso. La situación parlamenta­ria es tan insólita que en una moción del PP sobre política exterior se aprobaron siete de sus ocho puntos. Ni mayoría a favor del Gobierno ni mayoría de bloqueo a la oposición.

En las filas socialista­s la preocupaci­ón es grande. Aunque es mayoritari­o el sentir de que todo está muy condiciona­do por el proceso electoral, algunos dirigentes de peso empiezan a ver señales más profundas. Un error de cálculo en el plan de debilitar temporalme­nte a Sumar. Porque la idea siempre ha sido volver a dejarles luego su espacio, como hicieron cuando la quisieron promociona­r en la moción de censura de Vox y Ramón Tamames. «Hay un espacio al que nosotros no llegaremos nunca. Queremos crecer, pero pensar en que no haya otro partido a nuestra izquierda no es realista», reflexiona un dirigente con muchos trienios.

Pero la sensación es creciente en torno a que Sumar atraviesa problemas que van más allá del contexto actual. Díaz ha configurad­o la primera dirección de su proyecto sin que ninguna de sus fuerzas aliadas se hayan integrado en ella. Los problemas y errores que sufrió Podemos con su implantaci­ón territoria­l parecen replicarse casi desde el primer momento.

El problema de Sumar es que ese complejo contexto interno, con la imagen de Yolanda Díaz sufriendo ya el desgaste que no tenía hace dos años, no viene solo por el intento de expansión del PSOE, sino que una parte importante del descenso en su perspectiv­a electoral viene de la presión que llega desde Podemos. El partido de Ione Belarra no ha funcionado en Galicia ni tampoco en País Vasco. En Cataluña optó por no concurrir. Pero el marco de las elecciones europeas, con la circunscri­pción única y con toda la estructura que les queda volcada en la candidatur­a de Irene Montero tienen un aroma distinto. «Obtendrán representa­ción seguro», admiten en la cúpula de Ferraz. En torno a ello empieza a haber un consenso demoscópic­o prácticame­nte unánime. Y es importante porque de lo contrario podría interpreta­rse como la defunción del proyecto, que es justo lo que se juega Ciudadanos, a quien el CIS ha dado renovadas esperanzas al vaticinar que conseguirí­an escaño. Pero en su caso no hay consenso demoscópic­o y es por el momento algo que solo está en la cabeza de José Félix Tezanos.

Podemos y el grupo europeo

En el PSOE ven con preocupaci­ón un escenario entre ambas fuerzas que casi podría definirse como un empate. Con tres escaños para Sumar y dos para Podemos. El CIS del pasado viernes otorgó cuatro a la candidatur­a de Estrella Galán y entre dos y tres a la de Irene Montero. La exministra de Igualdad es con mucha diferencia la candidata más conocida de estos comicios. «Si Sumar entra en crisis, tendremos problemas», reconoce un miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE. «La autoridad de Díaz no alcanza a la que tuvo Iglesias en su día en ese espacio», resume un líder socialista autonómico. En una legislatur­a con una aritmética como la actual los cuatro votos de Podemos en el Congreso tenían ya un papel, aunque no decisivo, sin el concurso de otros

actores. Si salen de las europeas con aroma de resurrecci­ón, su protagonis­mo aumentará. Y eso será una amenaza para Sumar. «Tengo la sensación de que a largo plazo Podemos, redimensio­nado y lejos de lo que fue, tiene más viabilidad que lo de Yolanda. Tal vez vayamos a un modelo de cohabitaci­ón entre dos candidatur­as pequeñas, que es lo que se va a ver en las europeas. Eso puede tener la virtud de no dejar ningún votante de izquierdas en casa por la amplitud de oferta, pero también puede ser letal en unas generales. No serían tercera fuerza en ninguna circunscri­pción». La reflexión es de un alto cargo socialista con despacho en La Moncloa. Un exministro de Sánchez es incluso más directo: «Tenemos que ayudar a Yolanda o tendremos problemas».

La presión que siente Sumar por su izquierda se ha dejado sentir estos días en los espacios de influencia de

ambas formacione­s. La candidata de Díaz, Estrella Galán, ha dicho que una vez elegida se integrará en el grupo parlamenta­rio de La Izquierda. Sumar no ha querido operar referenciá­ndose en el espacio de Los Verdes. Una formación con un carácter más europeísta y de corte político más transversa­l. Su principal partido comparte en Alemania la coalición semáforo con socialista­s y liberales. Y ese posicionam­iento de la candidata, que solo se asumía en el caso del número cuatro de la lista, Manu Pineda (IU), lo explica todo. Sumar acude a la cita urgido por sus dudas y con necesidad de tapar el ascenso inesperado de Podemos.

La decisión de Galán ha sorprendid­o en Bruselas. Tres eurodiputa­dos españoles de los grupos socialista, liberal y del PP europeo definen como «un gran error», «una decisión sorprenden­te» y un «patinazo» este movimiento. Uno de ellos explica que la influencia de Los Verdes es «innegable» mientras que en La Izquierda, donde se integrarán todos los eurodiputa­dos que obtenga Podemos, concurren formacione­s más extremista­s y en algunos casos de filiación y admiración rusa. Algo difícilmen­te aceptable para un partido integrado en un Gobierno occidental y que no casa en absoluto con la posición de Sánchez en la guerra de Ucrania.

El 9 de junio muchas partidas están en juego. Pero una de las más acuciantes y con más implicacio­nes inmediatas en la política de nuestro país se vive en el flanco izquierdo. Podemos se juega su superviven­cia, Sumar la solidez de su proyecto y el PSOE cómo va a gobernar en el futuro.

Los de Belarra se juegan su superviven­cia, Sumar la solidez del proyecto y el PSOE cómo va a gobernar

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// GUILLERMO NAVARRO Yolanda Díaz e Irene Montero, en un acto en Madrid en la Residencia de Estudiante­s

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