De vender pan en burra a surtir a los estrella Michelin
Esta panadería familiar dobla sus ventas tras lanzar varios modelos de regañás y prevé alcanzar los diez millones de facturación este año
OCon más de 100 empleados, realizan obras en su fábrica de Utrera para ampliar su capacidad productiva
La regañá se populariza pasando Despeñaperros. Además de colarse en la alta cocina, se hace un hueco en el diccionario de la RAE
bando, el despacho familiar que empezó repartiendo pan a lomos de la burra Cataliana y hoy surte de regañás a restaurantes estrella Michelin como Cañabota o Vandelvira. En esta firma llevan con las manos en la masa desde la década de los 60. Primero dieron forma a las bobas, las teleras, los retorcidos o los redondos. Más tarde sumaron los picos, de muchos tipos, y en los últimos años han ido lanzando al mercado diversos formatos de regañás que respondían a las necesidades concretas de varios cocineros.
De esta forma, han amasado una regañá rectangular, una cuchara, una hoja de pan y hasta una capa color negro. Tras ello, Obando se ha hecho un hueco en la alta cocina y ha duplicado sus ventas. Un dato: en el año 2020, empleaban alrededor de 50 kilos de harina al día para este producto y, en la actualidad, precisan de 1.000 kilos diarios.
Esta lámina pequeña y fina de pan crujiente es un producto típico de Andalucía que hasta hace muy poco era desconocido en el resto de España. De hecho, la regañá no solo se ha colado en los fogones, su reciente popularización le ha llevado también a hacerse un hueco en el diccionario de la Real Academia de Española (RAE) a finales de 2023. «Esta lámina sustituye al canapé, que es más grueso y arenoso, y aguanta mucho mejor porque no se humedece», explica a ABC Jaime Obando, CEO de este negocio familiar que está en manos de la segunda generación.
Hoy en día, Panadería Obando vende sus productos en 20 países y comercializa sus picos en las principales cadenas de supermercados de España. En los últimos años, la firma ha disparado sus ventas, pasando de los 4,7 millones en 2021 a prever superar los 10 millones en 2024. Además, la compañía está haciendo obras para ampliar la capacidad productiva en su fábrica y su plantilla ya supera los 100 empleados.
Viudo con tres niños
Pero lo largo de su historia, en esta firma familiar también han amasado alguna que otra dificultad. Corría el año 1964, cuando Francisco Obando acababa de volver de la mili y su novia le pidió que se hiciera cargo del despacho de pan de su familia, que estaba asediado por las deudas. Como diría el refranero, ‘no había harina y todo era mohína’.
El joven comenzó a repartir sus bollos a lomos de la burra Catalina por Utrera y otros pueblos cercanos. Se hizo con unos terrenos y empezó a cultivar y moler sus propio trigo. Con 28 años, quedó viudo con tres hijos. Poco más tarde, vuelve a casarse y son los descendientes de este último matrimonio quienes décadas después dan un giro de timón decisivo a este negocio.
Con la crisis de 2008 y el auge de la venta de pan congelado, hizo frente a unos años difíciles y optó por diversificar sus productos. Allá por 2011, los hermanos Jaime y Víctor crearon por error un pico rústico. En aquel momento, las ventas de Obando no alcanzaban el millón de euros y la plantilla de empleados era de apenas una decena. Esta segunda generación comercializaba los colines en tiendas de barrio, pero tras dar forma al palitroque en su modalidad rústica, empezaron a llegarles encargos de restaurantes. Poco después, un representante de la cadena Ahorramás hizo un pedido para sus 250 supermercados. «Pasamos de vender cajas a hacerlo por palés y fue muy difícil, pero pagaban muy bien», explica el CEO de la firma.
Tras ello, el crecimiento ha llegado de la mano del lanzamiento de nuevos productos. «Ahora tenemos siete encima de la mesa, hay que estudiar muy bien que no hagan competencia a los conceptos ya consolidados», detalla Obando. En paralelo, la firma está retirando del mercado a otros más tradicionales como el colín, la rosquilla o las trencinas.
Turistas y picos
Otro factor clave ha sido la incipiente venta en el extranjero. Representa el 15% del total y se debe, fundamentalmente, a turistas que han probado los productos en las provincias de Cádiz, Sevilla o Málaga.
Los principales países de destino son Holanda, Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos y Corea del Sur. «Gracias a Dios en Andalucía hay muchos extranjeros que los prueban, no tenemos todavía una estrategia internacional como tal», precisa Jaime Obando. De sus ventas anuales, el 55% procede de los supermercados, el 40% se corresponde con pedidos de bares y restaurantes y el 5% con venta directa.
TrTras sus últimos resultados, a la firma le han salido «varios novios». Pero Obando asegura que la compañíañía no está en venta, aunque bromea con qque si la oferta es «irrechazable» no tendráten problemas en oírla. «Pero no esestamos en esto», zanja el CEO.
AhAhora mismo trabajan en una ampliacipliación de su fábrica en Utrera, para pasar de 2.000 a 4.000 metros cuadradodrados, e incrementar los empleados hasta los 150. Los hermanos quieren seguiseguir ‘amasando’ el futuro de Panaderíadería Obando.