ABC (Sevilla)

Aissam, nueva esperanza contra la sordera: «Ahora está conectado a la vida»

▸ La terapia génica que rescató a este joven marroquí, sordo de nacimiento, de once años de silencio abre la vía para recuperar la audición sin implantes

- ESTHER ARMORA BARCELONA

Sus padres no oyeron su llanto al nacer. Fue el principio de una vida de aislamient­o de la que la ciencia, once años después, le ha rescatado. Aissam Dam, sordo de nacimiento por un defecto genético, pasó la primera etapa de su infancia en Errachidia, una ciudad de origen militar situada en el sur de Marruecos. Creció en un ambiente austero, sin los caprichos que suelen tener los niños de su edad; sin ir al colegio y rodeado de un silencio absoluto. Se relacionab­a con su entorno con un lenguaje de signos que él mismo había inventado pero con el que no lograba entablar comunicaci­ón. Su familia decidió en 2018 trasladars­e a Barcelona en busca de una nueva vida, también para él, que iba cumpliendo años desconecta­do del mundo, sin contacto acústico con el exterior.

Al año de aterrizar en la capital catalana, su padre, Youssef Dam, de 50 años, llevó a su pequeño al centro de salud de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), localidad en la que se instalaron y siguen residiendo, y de allí, su médico de cabecera les derivó al Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, donde, tras analizar su caso, un equipo de especialis­tas, liderados por el doctor Oliver Haag, jefe del Servicio de Otorrinola­ringología del hospital, le identificó como paciente número uno de un pionero ensayo clínico en el que participa el hospital barcelonés y que iba a llevarse a cabo en el Hospital Pediátrico de Filadelfia (Estados Unidos).

Primera experienci­a

Era la primera vez en EE. UU. y en Europa que se probaba la eficacia de una terapia génica –inyectar en la parte interna del oído genes replicados del que causa la sordera para corregirla– dirigida a combatir el tipo raro de discapacid­ad auditiva que padece Aissam, causada por el defecto en un solo gen, el de la otoferlina (gen OTOF). Siete meses después de la intervenci­ón –le operaron el 4 de octubre de 2023–, gracias a la cual ha pasado de una sordera profunda a una «leve o moderada» en el oído intervenid­o –el derecho, en el izquierdo sigue sin oír nada– este adolescent­e marroquí, con 12 años recién cumplidos, su madre Naima, de 44 años, y dos de sus cinco hermanos (Younes, de 29, el mayor, y Hinó, de 4, la más pequeña) conceden a ABC una de sus primeras entrevista­s. Naima, que apenas habla español, expresa su satisfacci­ón por lo logrado con su hijo. Visiblemen­te emocionada, explica a este diario qué sintió poco antes de Semana Santa cuando su marido y su hijo regresaron de su estancia de cuatro meses en Filadelfia, costeada por la compañía Akouos, que financia el ensayo.

«Vi en su mirada que estaba conectado a la vida y rompí a llorar», dice. Aissam, a su lado y con el gesto fruncido, incómodo por la atención mediática, mira a su madre de refilón. Pese a que el tratamient­o fue un éxito, no podrá hablar porque se le operó en una edad en la que el cerebro ha superado la fase de máxima neuroplast­icidad.

«¿Te molestan los ruidos de la sala?», le pregunta este diario. «Lo que ocurre es que quiere irse ya a la escuela», puntualiza Naima intentando disculpar la impacienci­a de su hijo. Aissam cursa quinto de Primaria en un centro de Santa Coloma de Gramanet. Ya recuperado de su sordera, puede oír la voz de sus padres y amigos, el bullicio del patio; en definitiva, el latido de la vida social. «Está todo el día con sus amigos, juega al fútbol, va a la piscina; no para, y cuando le llamo se da la vuelta», dice Naima emocionada. «¿De qué equipo es Aissam?», pregunta ABC a la madre. Ésta se dirige a su hijo y vocalizand­o fuerte le da dos opciones: «¿Madrid?, ¿Barcelona?». Aissam duda, por instantes, pero esboza la primera sonrisa de la entrevista. Señala la segunda.

«Es tarde para el lenguaje»

El doctor Oliver Haag, tutor médico de Aissam –él le seleccionó como primer paciente para el ensayo y participó en la cirugía en Filadefia– y compañero de viaje en esta aventura con final feliz, expresa su satisfacci­ón por lo conseguido. «Desde que le operaron tiene una audición casi normal en el oído intervenid­o, el derecho. En las frecuencia­s agudas alcanza umbrales hasta los 20 decibelios», mantiene. «Es un gran logro que mejora su calidad de vida, pero ha llegado tarde para el lenguaje», reconoce el otorrino y aclara que los pacientes candidatos a la intervenci­ón son «los menores de 3 años con sordera por esta mutación genética, que no tienen un implante coclear, y que presentan aún células ciliadas funcionale­s».

En el ensayo de Aissam participan también otros tres menores, dos de EE. UU. (menores de 3 años) y uno de Taiwán. Haag cree que la terapia génica supone «un cambio de paradigma si se confirma su seguridad y eficacia, ya que puede curar estos tipos de sordera para toda la vida, aunque, por ahora, su uso se limita a las sorderas por otoferlina».

La mayoría de disfuncion­es auditivas se corrigen con implantes cocleares –se coloca mediante cirugía un dispositiv­o electrónic­o que sustituye la función del oído interno dañado–. En el Sant Joan de Déu están capacitado­s para realizar estas intervenci­ones. Tienen en marcha un ensayo de la historia natural de afectados por esta sordera con el que esperan alcanzar los 150 pacientes a nivel mundial. Younes, hermano de Aissam, es uno de ellos.

El centro barcelonés espera que la compañía que ha costeado el ensayo logre las autorizaci­ones pertinente­s para poder empezar ya a tratar a pacientes en 2025. En la sala contigua, Aissam sigue ofuscado pensando en el tiempo de juego que pierde por la entrevista. No es consciente de que ha abierto una nueva esperanza para curar la sordera para siempre.

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// INÉS BAUCELLS La madre de Aissam observa a su hijo, junto al doctor Haag

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