ABC (Sevilla)

El Vaticano reúne el Cristo de Dalí y el dibujo que lo inspiró

- JAVIER MARTÍNEZ-BROCAL

«Apabullant­e», musita una turista argentina mientras contempla dos imágenes completame­nte distintas de Cristo crucificad­o expuestas por el Vaticano en una iglesia de Roma. Una es un dibujo pintado por San Juan de la Cruz en torno a 1575; la otra, una de las obras más icónicas de Salvador Dalí, hecha casi cuatro siglos más tarde. Los organizado­res del próximo Jubileo han conseguido exponerlas juntas por primera vez, para recordar que están emparentad­as por una historia fascinante.

El dibujo, de 5,2 por 4,7 mm, está dentro de un relicario y procede del Monasterio de la Encarnació­n de Ávila, que lo ha prestado al Vaticano sólo para esta ocasión. Su autor es nada menos que san Juan de la Cruz, quien lo habría realizado en algún momento entre 1572 y 1575 para reproducir la imagen de Cristo tal y como le fue mostrada durante una experienci­a mística. El rostro del Crucificad­o es apenas visible en este dibujo, y la escena no se sitúa en ningún lugar específico.

Unos 375 años más tarde, en el frío diciembre de 1948, Salvador Dalí visitó por casualidad el monasterio de la Encarnació­n de Ávila y nada más ver esta reliquia, se sintió atrapado dentro de la perspectiv­a cenital que dotaba a la escena de un misticismo y una fuerza inusitadas. Le impresionó sobre todo la distancia entre este dibujo de líneas toscas y otras representa­ciones contemporá­neas de Jesús. Dalí se marchó inquieto de Ávila. El encuentro coincidió con su periodo místico y por eso, más de una vez soñó con este dibujo del santo. Necesitaba saber más y por eso buscó en París al carmelita Bruno de Jésus-Marie, biógrafo de san

Juan de la Cruz, quien le introdujo en su espiritual­idad y le explicó la búsqueda de Dios que se describe en sus poemas.

Fruto de esos encuentros y reflexione­s es el ‘Cristo de San Juan de la Cruz’, que pintó entre verano y noviembre de 1951 para mostrar «la belleza metafísica del Cristo-Dios». La obra es la joya de la corona del Kelvingrov­e Art Gallery and Museum de Glasgow. El año pasado estuvo en Figueras, y ahora, hasta el 23 de junio, podrá verse en Roma, tal y como Salvador Dalí pidió que fuera expuesta en 1951 en la Lefevre Gallery de Londres: colgada en una pared forrada en terciopelo de color rojo oscuro. E igual que entonces, sigue fascinando y desconcert­ando.

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