ABC (Sevilla)

«Las medallas, para los muertos»

- MARÍA ALMAGRO

Cuando te disparan con un fusil, ese sonido y esa ráfaga de descargas se diferencia claramente. Sentir eso... Puf, hay que verse. Por mucho que te haya pasado ya, te lo hayan contado o sepas que te puede ocurrir en alguna intervenci­ón. ¿Cómo te vas a sentir? Se tiene miedo». Miedo a perder la vida. A que en cuestión de segundos ese calibre letal sea capaz de atravesar el chaleco antibalas o volarte la cabeza. Con unas armas, las de las guerras, que desde hace tiempo están empuñando gente dedicada al tráfico de drogas. «Alijo que vas, alijo que te encuentras un arma o hay tiros».

Estas palabras no están dichas por cualquiera. Este testimonio lo recoge este periódico de varios policías y guardias civiles de investigac­ión y seguridad ciudadana que están ahí. Una fuente de primera línea. Los que acuden primeros a los avisos o los que a diario siguen la pista de quienes se empeñan en seguir formando parte de una u otra forma del narcotráfi­co. Los que se pringan las botas de fango. Los que conducen por donde se puede y evitan las embestidas cuando toca. Los que se esconden durante horas, días, en cualquier sitio, llueva, les fría el sol o lo que sea. Los que persiguen a los ‘malos’ y también los cogen. Los que saben que cumplen con su trabajo pero también advierten desde hace años de lo que está pasando y piden más y mejores medios. Y también, avisan de que se están permitiend­o determinad­as transigenc­ias que no dependen de ellos.

La conversaci­ón se mantiene después de que en Sanlúcar, en la desembocad­ura del Guadalquiv­ir, punto negro de alijos de hachís, haya vuelto a pasar. Hace unas horas unos compañeros suyos guardias civiles han estado a punto de no contarlo. Han escuchado tras sus nucas esa aterradora ráfaga. «Les venía por varios sitios a la vez». Es decir, más de un fusil.

«Lo llevamos avisando años... y va a peor...», lamenta uno de estos agentes que conoce al milímetro todo el litoral narco de Cádiz. «Con una munición de esas aunque lleves un chaleco y más si te da cerca, hay poco que hacer. Eso te mata. El chaleco policial normal no sirve para parar eso. No es un 9 milímetros. Estamos ante armas muy serias. Y eso no lo llevan pobrecitos de una lancha que se dedican ‘a lo que pueden’, eso lo lleva quien va a matar. Asesinos».

«Claro que a veces te cuesta seguir. Te lo planteas todo. Te gusta tu trabajo, te has preparado para ello, no dejas vendido a tu equipo, pero... ¿de verdad merece la pena?, ¿nuestro sueldo y la considerac­ión que se nos da al final de parte de muchos políticos cuando no les interesa? Mira, las medallas para los muertos, yo prefiero mil veces seguir vivo y estar con mi mujer y mis hijos».

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Algunas de las armas intervenid­as por los agentes // ABC

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