El aprendiz de brujo
AJUSTE DE CUENTAS
El fracaso de la reforma de la ley del Suelo muestra que la economía no es un mundo aparte de la discordia política
La retirada de la reforma de la ley del Suelo, para evitar que el Gobierno sufriera dos derrotas parlamentarias consecutivas, es un duro mentís para quienes venían defendiendo la idea del desacoplamiento de la actividad empresarial, donde todavía hay cierta agregación de confianza, y la política, donde reina la discordia. Desde que se fragmentó el bipartidismo, existe en el mundo empresarial esta idea de que España puede conducirse como Italia, una economía que funciona ’malgrado’ (a pesar de) la política. Cataluña y sus empresarios durante el ‘procés’ son un caso digno de estudio de cómo un grupo social con fuertes intereses comunes puede dejar que la situación se vuelva adversa en pocos años pensando que la política no va con ellos o juzgándola equivocadamente.
Las ideas tienen consecuencias y la ruptura de los consensos básicos que dan forma a la cultura política son cuestiones muy delicadas. Pedro Sánchez, que está convencido de ser un innovador de la política, se convierte en muchas ocasiones en un ambicioso aprendiz de brujo que tensiona a la sociedad por su propio interés. No sabemos si la historia le reservará el papel de gran reformador o el de la mítica vaca que pateó el farol que incendió Chicago.
Es cierto que lo ocurrido la semana pasada tiene el agravante de la campaña de las elecciones europeas. Pero hay datos que confirman, una y otra vez, la imprudencia de Sánchez al promover una investidura con una mayoría tan intermitente como frágil. En lo que va de legislatura, según datos que publicábamos ayer, la mayoría que eligió a Sánchez se ha disuelto por rechazo o incomparecencia de alguno de los nueve grupos de cuyo apoyo se jacta el presidente en 49 ocasiones. En doce de ellas la ruptura afectó