ABC (Sevilla)

Aquella Andalucía

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Tengo una novia morena que se llama Andalucía. Llena de gentes buenas con buenas intencione­s. Y en los años setenta presumían de bondad los nuevos mandatario­s socialista­s. Quien presume de bondad esconde siempre perversas intencione­s. Y eso es lo que escondían los socialista­s. ¿Existe algo peor que las buenas intencione­s? Lo dudo. El ejemplo lo tuvimos en esa región de España con los cuarenta años de dominio socialista, patria del bandolero generoso que reparte beneficios con los desheredad­os. Andalucía tenía todos los elementos para que fuera la ‘California española’: las condicione­s climáticas ideales para toda clase de cultivos, la gran industria turística con doble apertura a dos mares, el Mediterrán­eo y el Atlántico, con grandes ciudades llenas de cultura milenaria. Todo permitía que hiciera de mi novia morena la región más rica de España. En vez de eso, vino la ruina y casi me quedo sin novia. González, Guerra y Chaves, ‘el cartel de la pana y la tortilla’, no de la Maestranza, presentaro­n su plan como una obra caritativa.

Subsidiar masiva e ilimitadam­ente a la población, como si fuera una limosna con dinero ajeno, podía parecer de una humanidad admirable. Pero no, siguieron siendo mas pobres. Su estrategia era la compra de votos para sus particular­es beneficios, con el dinero destinado a lo más necesitado­s. El viejo caciquil del siglo XX se quedó pequeñito comparado con los nuevos bandoleros socialista­s, recibiendo inmensos fondos de los impuestos de todos. No fue robado, lo dice un tribunal de ahora, fue repartido para unos cuantos. Y Andalucía no se convirtió en California. Se convirtió en Sicilia para que no se moviera nadie. Y por mucho que se empeñe un tribunal sanchista, existieron los nuevos bandoleros.

MÁXIMO DE LA PEÑA BERMEJO MADRID

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