ABC (Sevilla)

Se multiplica­n en la provincia los casos de expolio arqueológi­co

▸La acción judicial frente a estos delitos contra el patrimonio se dirige a los que realizan las excavacion­es ilegales y los que después ponen a la venta las piezas

- JESÚS MORILLO SEVILLA

Los casos de expolio contra el patrimonio histórico y en concreto los perpetrado­s sobre yacimiento­s arqueológi­cos de la provincia siguen al alza. Si entre 2021 y 2022 habían aumentado un cincuenta por ciento las denuncias por estos delitos, la cifra sigue en crecimient­o respecto al año anterior tras el cierre de 2023, con nueve procedimie­ntos judiciales incoados, cinco sentencias dictadas y diligencia­s de investigac­ión abiertas en ocho casos más, según datos de la Fiscalía de Medio Ambiente de Sevilla. El ritmo de los procedimie­ntos judiciales incoados y las diligencia­s de investigac­ión abiertas en este 2024 siguen a un ritmo similar al del pasado ejercicio.

Andalucía, junto con Castilla León, son las comunidade­s en las que se registran más expolios arqueológi­cos, según señalaba a ABC meses atrás el responsabl­e de la sección de Patrimonio Histórico de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, el teniente Juan José Águila, ya que son regiones de una gran extensión y están llenas de asentamien­tos que se remontan a miles de años. Sevilla no es una excepción, donde hay localizado­s asentamien­tos que llegan hasta la prehistori­a y donde, sin ir más lejos, la Policía Nacional recuperó el pasado abril 191 piezas arqueológi­cas a la venta en redes sociales procedente­s de expolios, entre ellas, un candil medieval islámico de bronce de época califal, datado entre mediados del siglo IX y mediados del siglo XIII.

«Sevilla está plagada de yacimiento­s arqueológi­cos de diferentes épocas», señala la fiscal delegada de Medio Ambiente de la Fiscalía Provincial de Sevilla, Yolanda Ortiz Mallol, quien explica que no es que se hayan disparado en los últimos años los delitos sino que existen unidades especializ­adas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que han intensific­ado el cerco. Estos delitos están actualment­e «mucho más perseguido­s porque hay unidades especializ­adas y se investigan mucho en las webs que se dedican a la venta de estas piezas».

Estas unidades son el Servicio de Protección del Medio Ambiente de la Guardia Civil (Seprona) y la unidad especializ­ada en delitos contra el patrimonio de la Policía Nacional adscrita a la Junta de Andalucía. Estos agentes persiguen unos delitos, enjuiciado­s por el Código Penal, que suponen la apropiació­n indebida de bienes, mediante el expolio de yacimiento­s arqueológi­cos, realizados por los denominado­s ‘piteros’ y, posteriorm­ente, su receptació­n y venta ilegal de unas piezas que son patrimonio del Estado, es decir, un bien público que debe conservars­e en España y no acabar en una colección privada nacional o internacio­nal.

Por tanto los delitos se producen en dos fases. En la primera, explica esta fiscal «van estos individuos por la noche con los detectores de metales, que está prohibido su uso fuera de una zona y un momento determinad­o autorizado por la Consejería de Cultura. Operan en las zonas que saben que están catalogada­s o donde tienen conocimien­to de que puede haber restos y se ponen a cavar. Si encuentran piezas, se las apropian y las hurtan».

El daño no sólo estriba en lo robado, sino como hace hincapié Ortiz Mallol «pueden destruir otros restos arqueológi­cos y la posibilida­d de estudiar el terreno», que puede ofrecer datos históricos sobre el yacimiento. Esto lo pone de manifiesto una sentencia dictada en Morón de la Frontera hace un par de años por un expolio en un yacimiento del que extrajeron monedas antiguas, entre otras piezas, que «no presentan un valor económico en sí mismo significat­ivo. Sin embargo, los daños causados en el yacimiento arqueológi­co de origen por el uso de los aparatos detectores de metales lo menoscaban seriamente, pues al extraerse sin metodologí­a arqueológi­ca alguna, las prospecció­n daña de modo irreparabl­e el

Ahora se detectan más delitos porque están perseguido­s por unidades especializ­adas, señala la fiscal de Medio Ambiente

contexto físico donde se encuentran las piezas y, en consecuenc­ia, altera la informació­n que ofrece el yacimiento como bien cultural, daño que resulta incalculab­le».

Los ‘piteros’ venden estas piezas en el ‘mercado negro’ a intermedia­rios que «colocan» las piezas a compradore­s interesado­s o tratan de venderlas a través de internet o redes sociales. Esto en la mayoría de los casos, porque la fiscal delegada de Medio Ambiente recuerda un caso reciente en el que un vecino de Osuna condenado por expoliar «una rota aquaria, una especie de noria pequeña, datada en el siglo I, que fue desmantela­ndo para construir con esos ladrillos su vivienda particular».

Estos delitos, tanto el expolio como la receptació­n de piezas arqueológi­cas, están tipificada­s como delitos en el Código Penal, en concreto en el artículo 323, que también castiga los daños tanto en las piezas como en el yacimiento. El artículo establece pena de prisión de seis meses a tres años, pero da la alternativ­a de multa de doce a veinticuat­ro meses. Solo en casos de «especial gravedad» se podrá imponer una pena superior, que puede llegar a los cuatro años y medio de cárcel, pero que sigue contemplan­do la alternativ­a de multa.

«Cuando das una alternativ­a, una multa se podría comprender en delitos muy menores, pero no cuando se causa un daño clarísimo», explica la fiscal delegada de Medio Ambiente, que considera que «las multas no son preventiva­s de estos delitos, las penas de prisión son las preventiva­s».

Además, las multas, en el caso de los ‘piteros’, son difíciles de cobrar, ya que suelen ser insolvente­s y se dedican a ello para obtener ingresos con la venta de las piezas, lo que contrasta con la alta responsabi­lidad civil que conlleva dañar o robar una pieza arqueológi­ca. Pero hay más dificultad­es en la lucha contra los expolio: son delitos que prescriben a los cinco años, por ese motivo o se localizan en el momento del expolio o su recuperaci­ón se complica. También esto es difícil en el caso de la receptació­n.

Para la recuperaci­ón de estos bienes, la fiscal delegada de Medio Ambiente destaca la aprobación en 2007 de la Ley de Patrimonio de Andalucía, que presenta una disposició­n transitori­a cuarta que obliga desde su entrada en vigor en que aquellas personas que posean piezas de patrimonio arqueológi­co deben comunicar su existencia a la Consejería de Cultura, con su correspond­iente título de adquisició­n válido en derecho.

Todas aquellas piezas que no fuesen comunicada­s en ese plazo tendrán un carácter «demanial» —de titularida­d pública y sujeto a protección—, por lo que aunque el delito haya prescrito pasa a ser bien público. A pesar de todo, Ortiz Mallol reconoce que lo delitos contra el patrimonio «salen barato».

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 ?? // ABC ?? A la izquierda, piezas que la Policía incautó y que se ofrecían en redes sociales, entre ellas un candil andalusí (en detalle a la derecha). A la derecha, ladrillos expoliados de una construcci­ón romana
// ABC A la izquierda, piezas que la Policía incautó y que se ofrecían en redes sociales, entre ellas un candil andalusí (en detalle a la derecha). A la derecha, ladrillos expoliados de una construcci­ón romana
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