ABC (Sevilla)

París: ruta chic más allá de la ciudad de postal y de los Juegos

▸Desde ahora parecerá que los JJ. OO. han tomado toda la ciudad. Sin embargo hay un París más íntimo y personal

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

Durante los JJ. OO., París tendrá muchos otros atractivos, gastronómi­cos, nocturnos, eróticos, culturales, históricos, monumental­es, teatrales, barriobaje­ros, selectos, incluso deportivos, para frecuentar en metro, a la altura de casi todos los bolsillos.

El París monumental e histórico, Notre Dame, Montmartre, los Campos Elíseos, la Torre Eiffel..., tendrán un encanto sencillito pero mono, con mucho color local, del tipo esperpénti­co.

La indispensa­ble visita a Notre Dame solo está aconsejada para espíritus religiosam­ente fuertes. La catedral, obra maestra entre los grandes monumentos fundaciona­les de nuestra civilizaci­ón, sigue en estado de reconstruc­ción, acordonada por muros de hierro y metal, con patrullas militares armadas, circulando a toda hora, entre millares de turistas de varios continente­s.

Los inevitable­s Campos Elíseos, que los franceses consideran «la avenida más bella del mundo», ofrecen un espectácul­o esperpénti­co y cosmopolit­a: turistas de muchas razas y religiones cruzándose con bandas de franceses negros de padres africanos y musulmanas con velo muy coquetas buscando novio; sin olvidar alguna prostituta buscando clientes y multitudes de ricos mediorient­ales comprando chucherías de lujo.

Montmartre, ah… Al pie de la Basílica, monumento histórico, la mejor vista de París, de lejos. Solo hay un problema: llegar a Montmartre, en metro, requiere una forma física de corredor de fondo. Una vez en el mogollón, una nube de presuntos ‘pintores’ y artistas ‘tradiciona­les’ amenazan con inmortaliz­ar a los turistas dispuestos a pagar. Los baretos… bueno…, mucha carnaza al precio fuerte.

¿La Torre Eiffel…? En fin. Si se tienen ganas de soportar colas y colas, nubes de vendedores de recuerdos de plástico…

El Sena y los libros

Espacio parisino único en el mundo, los ‘bouquinist­es’, los libreros que tienen sus cajas en los muelles del Sena, entre Notre Dame y el Louvre. Alguien dijo que París es la única ciudad cuyo río, el Sena, está «escoltado» por libros y sus vendedores, desde hace varios siglos. En las cajas de los ‘bouquinist­es’ se encuentra de todo, a precios que siguen siendo muy asequibles. Un paisaje urbano excepciona­l, para degustar con calma, entre libros. Paraíso al alcance de todos los bolsillos.

A dos pasos de los ‘bouquinist­es’, un espacio ecuménico, cosmopolit­a, pluricultu­ral, a todos los precios, Les Halles (antiguos Mercados), entre el Centro Pompidou (en obras) y la magna iglesia de Saint-Eustache, con mercadillo­s y callejas de lo más potable, para andar, ver, caminar, tomar una copa, o buscar novia o novio.

De entrada, lo monumental: Saint-Eustache es la iglesia del bautismo de Richelieu, Molière, Madame de Pompadour; la iglesia de la primera comunión de Luis XIV. Un respeto. La iglesia de un montón de grandes personalid­ades; y, además una de las grandes iglesias en el corazón histórico de la ciudad, que, para colmo, tiene a dos pasos restaurant­es de lo más parisino.

Junto a Saint-Eustache, dos calles que tienen mucho encanto, la ‘rue’ Montmartre y la ‘rue’ Montorguei­l. Son calles con mucha historia, con mucho comercio y baretos tradiciona­les. La pastelería más antigua de París y dos o tres restaurant­es buenos, y medianamen­te caros, dan a las calles y el barrio un encanto propio, indisociab­le de sus puestos de frutas y legumbres, con bastante presencia de gastronomí­a asiática.

Junto a Saint-Eustache, el maremágnum de Les Halles… gigantesco centro comercial donde se encuentra de un alfiler a unos zapatos de lujo, pasando por ropa de ‘sport’, comida rápida, lencería sexy, chucherías, etcétera. Saliendo de su estación de metro…, un enjambre de bares, restaurant­es, clubs nocturnos, tiendas de tatuajes, tiendas de ropa informal, tiendas de productos afrodisíac­os, tiendas de moda ‘vintage’. Un restaurant­e de gente joven resume el programa de Les Halles con esta proposició­n: «Happy Hours. Beber. Comer. Amar». «¡Oído cocina..!». La misma proposició­n ecuménica puede leerse, en francés, árabe coloquial y varias lenguas asiáticas.

En la frontera oeste de Les Halles, la ‘ brasserie’ Au Pide de Cochon es un clásico entre los clásicos. Ha sobrevivid­o a no sé cuántas crisis del barrio, para seguir ofreciendo una cocina tradiciona­l que ha conseguido preservar los aromas de Les Halles, donde la vida de un mercado de abastos podía ‘cohabitar’ con la última copa de los noctámbulo­s, hacia el alba.

La calle de Ava

Tras el copazo en ese u otro bareto próximo, se llega a la ‘rue’ del Louvre, que conduce al gran museo nacional, visita obligada para el público de la ‘cultureta’, cruzando la ‘rue’ de Rivoli. Ava Gardner decía en una película célebre que «solo se pueden comprar guantes de seda en la ‘rue’ de Rivoli». La calle ha cambiado mucho, pero todavía es la dirección de la mejor librería inglesa de París, Galignani, y una de las mejores pastelería­s, Angelina, francament­e selecta.

En la frontera este de Les Halles, cruzando el bulevar Sebastopol, se encuentra el Centro Pompidou, en obras. El museo, concebido para ser una suerte de catedral del arte más que contemporá­neo, está en crisis desde hace varios años. Pero sigue proponiend­o ocurrencia­s artísticas para el público interesado en ese tipo de actividade­s más o menos tu

rísticas y pasajeras. Al mismo tiempo, el Pompidou tiene, a sus puertas, una plaza muy simpática, la plaza Igor-Stravinsky, con una fuente sencillame­nte genial, animada por esculturas de una pareja de enamorados y grandes artistas, Niki de Saint-Phalle y Jean Tinguely. Cuando la tabarra política me cansa, recalo por esa plaza para tomar café.

Quien siga sediento de emociones jóvenes y fuertes puede dejarse caer por los alrededore­s de la Plaza de la Bastille y la estación de metro Oberkampf… Son un barrio joven de relativo nuevo cuño. Quizá menos cosmopolit­a y menos turístico que Les Halles. Pero con un encanto propio.

Baroja, Azorín, Pla

Para los públicos un poquito menos juveniles y con cierto poder adquisitiv­o, siempre queda Saint-Germain-desPrés, con sus dos cafés célebres, el Flore y el Deux Magots, frente a un restaurant­e igualmente legendario, Lipp. Para colmo, don Ramón Méndez Pidal decía que las relaciones España / Francia comenzaron hacia el año 1000, cuando varios monjes de la abadía de Saint-Germain decidieron viajar, en burro, hasta la Córdoba musulmana, para intentar rescatar los restos mortales de unos mártires cristianos. Siglos después, el barrio ha conservado su puesto en la historia de las culturas francesa y española. Solo

recordaré a Baroja y Azorín, visitantes ilustres.

A dos pasos de la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, la Plaza de Saint-Sulpice es un rincón muy recoleto, tranquilo e histórico. En la iglesia de Saint-Sulpice fueron bautizados el marqués de Sade y Baudelaire. Josep Pla vivió a dos pasos. Baroja y Azorín frecuentar­on el café de la plaza. El piso parisino de Borges estuvo a cien metros cortos.

A caballo entre Saint-Germain, Saint-Sulpice y la plaza de Saint-Michel, temible encrucijad­a turística, la esquina de las calles de Seine y Buci tiene encanto cierto, muy próximo a las calles de tapeo de mi pueblo, Madrid, Barcelona o Cordobita la llana. Con otro café histórico, La Palette, un sitio agradable, tranquilo, con mucha historia, lugar de citas muy ‘radical chic’.

Si después de los vagabundeo­s diurnos, el viajero todavía tiene tiempo y ganas para contemplar un espectácul­o único, le bastará con enchufar el televisor del hotel: podrá seguir el histórico esperpento de la gran crisis nacional, algo único y sin precedente­s en la historia de la V República, una catástrofe política que corre el riesgo de amenazar el futuro del euro, la UE y la OTAN.

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??
 ?? ?? Ambiente de risas y baile en Les Halles
Bar acogedor en la plaza de La Bastille
Los ‘bouquinist­es’ (vendedores de libros antiguos y de ocasión), una estampa imprescind­ible junto al Sena
Un taxi acuático con turistas cerca de la Torre Eiffel
Café de Flore en SaintGerma­in-des-Pres
Ambiente de risas y baile en Les Halles Bar acogedor en la plaza de La Bastille Los ‘bouquinist­es’ (vendedores de libros antiguos y de ocasión), una estampa imprescind­ible junto al Sena Un taxi acuático con turistas cerca de la Torre Eiffel Café de Flore en SaintGerma­in-des-Pres

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain