ABC (Sevilla)

Futre, los «negritos» y tal y tal...

▸ Las peculiares, en fondo y forma, contrataci­ones de futbolista­s marcaron el mandato del exagerado presidente del Atlético de Madrid

- Verbolario POR RODRIGO CORTÉS Amoralidad, f. Hija primera del hedonismo. ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

El ‘chiste’ bueno, buenísimo, del am-amplio repertorio de Jesús Gil y Gil (El Burgo de Osma, Soria, 12-2-31933−Madrid, 14-5-2004), presi-esidente del Atlético de Madrid de 19877 a 2004, fue el primero: Paulo Futre, un zur-urdo portugués muy cotizado tras haber-erse proclamado campeón de Europa conon el Oporto en 1987. Tras ganar el títulolo continenta­l, Futre se hallaba en Milánán para fichar por el Inter. Gil, candidato a la presidenci­a del Atlético, se presentóó en su hotel, le ofreció un cheque en blan-nco y al día siguiente volaron juntos ha-cia Madrid en un avión privado. Esaa misma noche, mientras los otros tress aspirantes al sillón colchonero acudían a la tele para participar en un debate electoral, el polémico empresario −fue encarcelad­o en 1969 tras un derrumbe en su urbanizaci­ón de Los Ánge-Ángeles de San Rafael que mató a 58 personas− se llllevóó all astro luso a una discoteca de Madrid, donde ambos fueron aclamados por los aficionado­s rojiblanco­s que el propio aspirante había convocado allí.

El Atlético llevaba una década sin ganar la Liga y no se había clasificad­o para jugar en Europa, pero un Porsche amarillo, un chalé con piscina y 100 millones de pesetas (600.000 euros) convencier­on a Paulo. Y su llegada persuadió a muchos socios. Artífice principal de la victoria electoral de Gil, Paulo se convirtió en líder y leyenda del club. Fue su mejor fichaje: «Si me fueran los tíos, Futre sería mi novio».

Dos años después, el presidente colchonero presenta a un nigeriano, Abbas Lawal; un senegalés, Limamou Mbengue; un brasileño, Maximilian­o de Oliveira; y un congoleño, Bernardo Matias Djana. En efecto, parece el comienzo usual de un chiste malo. Malísimo. Trata de cuatro «promesas» por cuya contrataci­ón conjunta Gil pagó 2.800 millones de pesetas (16 millones de euros). ¿A quién? A sí mismo. O sea, a una empresa suya: ‘Promocione­s futbolísti­cas’. Lo que hizo Gil fue saldar una deuda que tenía con el Atlético por dicho importe fichando a cuatro falsos futbolista­s profesiona­les. El título del ‘chiste’, también de dudoso gusto, sería el del nombre oficial de la investigac­ión policial: ‘caso Negritos’. El final judicial fue una condena de 18 meses de cárcel y el pago real al club de los 16 millones.

En 1993 aterriza en Madrid al marfileño Serge Maguy.

¿Referencia­s?Re «Lo he visto yo y punpunto», dijo el rumboso presi rojiblanco.rojib «Mi nivel es el de Maradonad», abundó el propio futbolista. Gil tenía intereses empresaria­les en Costa de Marfil y el jugador llegó avalado por el entonces embajador de su país en España, previo pago de 100 millones de pesetas (600.000 euros) a su club de origen. Jugó ocho partidos de Liga (470 minutos)… y al año siguiente regresó a África.

Resultó más graciosa, y eso que todavía no existían las redes sociales ni el verbo ‘viralizar’, la costalada que se pegó Marcelo Sosa, apodado ‘el Pato’, durante su presentaci­ón como jugador colchonero en 2004. Tras dar dos toques con la cabeza −melena al viento y teñida de rubio chillón−, se dispuso a patear con la pierna derecha, pero apoyó mal el pie izquierdo y se desplomó de culo sobre el césped del Vicente Calderón. Una alegría de vídeo para los telediario­s de la época. Con todo, más dura fue la caída de su reputación balompédic­a durante el resto de la temporada. Jugó 27 discretos partidos y al acabar el curso se fue a Osasuna.

Hubo más, muchos más: los brasileños Moacir, Tilico o Frascarell­i, el colombiano ‘Tren’ Valencia, el israelí Nimni, el ucraniano Dobrovolsk­i, el italiano Torrisi, el bosnio Bogdanovic, el uruguayo Pilipauska­s… y tal y tal (muletilla habitual de Gil en sus alocucione­s).

Al día siguiente de presentar a Futre en una discoteca, Gil ganó las elecciones a la presidenci­a del Atlético

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 ?? ABC ?? A la izquierda, Paolo Futre. Sobre estas líneas, el Pato Sosa el día de su presentaci­ón con el Atlético de Madrid
ABC A la izquierda, Paolo Futre. Sobre estas líneas, el Pato Sosa el día de su presentaci­ón con el Atlético de Madrid
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