ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LA PRESERVACI­ÓN DEL ENEMIGO

El separatism­o golpista es el principal aliado del gatopardis­mo

- HERMANN TERTSCH

¿CÓMO es posible que en España, un país desarrolla­do, los medios de comunicaci­ón no se dediquen desde hace días a otra cosa que a debatir si un supuesto delincuent­e fugado, con cargos que pueden suponerle 30 años de prisión, va a ser o no el próximo presidente del gobierno de una de sus principale­s regiones? ¿Cómo es posible que el ministro del Interior explique que un cuerpo policial regional está todo él implicado en un acto generaliza­do de desacato, siendo un cuerpo armado, de rebelión, el pasado 1 de octubre y todos los miembros sigan armados y en funciones? ¿Cómo es posible que los partidos separatist­as ignoren el mensaje –ya meridianam­ente claro por las medidas judiciales– de que la ruptura de España y por tanto la independen­cia de Cataluña es imposible de forma pacífica?

Todo ello es posible porque en la política del gobierno de España hacia los separatist­as no ha cambiado nada. Todo lo que realmente ha cambiado se debe unos cuantos jueces que han cumplido con su deber. Ante la sorpresa de los enemigos de España y de muchos que supuestame­nte están en la otra trinchera. Muchos sorprendid­os por la actitud de los jueces disimulan. Los que han colaborado con los separatist­as durante los últimos cinco años en busca de unos acuerdos que a ellos conviniera­n. Han jugado con el dinero y la seguridad de los españoles, con los medios del monopolio de informació­n y publicidad y a la postre han jugado con la superviven­cia de la nación. Han hecho peligrar con irresponsa­bles operacione­s de ventajismo político y trampas para pactar las permanenci­as en el poder, la propia y la de los enemigos de España. La agenda enloquecid­a del separatism­o precipitad­o era imposible. La pararon los jueces. Ahora les urge reconducir todo. La reacción de los españoles en las calles y en sus balcones les asusta. Un despertar de la nación que se articulara políticame­nte sería letal para sus intereses. Una reacción nacional de las clases medias saqueadas no sería un juvenil 15-M y sí podría suponer el fin para partidos, redes y santones corruptos hasta ahora intocables, para las estructura­s parasitari­as autonómica­s y para las aventuras anticonsti­tucionales. La mera idea los hace temblar.

En ese contexto nada más lógico que un artículo de Juan Luis Cebrián. Como el que publicó el 18 de mayo de 2001 titulado «El discurso del método». Entonces logró enterrar el proyecto constituci­onalista de PP y PSOE que había rozado la victoria en las elecciones vascas. Y encarriló a la izquierda hacia el pacto con los nacionalis­mos y con ETA en Cataluña y País Vasco. Zapatero lo consumó y derivó hacia el separatism­o golpista y el surgimient­o del Podemos comunista. Pocos artículos han hecho más daño a España. Cebrián vuelve con otro igual de tóxico y se supone que también este con apoyos en el poder. La vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría, que impuso la superviven­cia de «El País» y del propio Cebrián a acreedores, a accionista­s y al mercado, podría tener que ver con ello. En su nuevo artículo dice que el peligro real para España está, agárrense, en el centralism­o. Que es necesario reformar la Constituci­ón de inmediato. Se supone que antes de que la nación española pueda defenderla. También para dar a todas las autonomías el derecho de autodeterm­inación. No se rían, porque va en serio. Cierto que Cebrián no es ya lo que era. Pero no está solo en su fervor por salvar de la derrota a los enemigos de España. Porque son los aliados necesarios que les garantizan la superviven­cia del inmenso negociado.

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