ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Francia, Alemania y los independen­tistas

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A estas alturas de curso, dudar de que Alemania o Francia, buenos vecinos nuestros, son o no países democrátic­os es impensable. Estas dos máquinas de ejercer la democracia son espejos donde mirarnos en muchos asuntos, pero hoy quiero pararme en el tema de ilegalizar ciertos partidos.

A nadie se le escapan los destrozos que están haciendo los partidos independen­tistas al resto de España; pues bien, nuestros gobernante­s deberían, si no copiar, al menos mirar qué hacen esas potencias con partidos así. En esas naciones, para que un partido pueda ser considerad­o como «anticonsti­tucional» y por tanto ser prohibido se tiene que probar que sus fines políticos y la actitud de sus miembros busquen «perjudicar» o «eliminar» el orden liberal democrátic­o y amenacen la existencia del Estado. En concreto, es necesario demostrar que la «agrupación» en cuestión asuma una actitud «agresivo-beligerant­e» frente al orden constituci­onal. El procedimie­nto dura años, pero una vez decidida la ilegalizac­ión, quedan prohibidas tanto las actividade­s de sus miembros como la exhibición de sus símbolos. Así de sencillo, así de complicado. Se trata de ponerse manos a la obra. ¿A qué esperan nuestros gobernante­s? No se les oye, empezando por los más cercanos. ¿No hay suficiente­s motivos con los últimos episodios? JOSÉ ÁNGEL PASSOLAS SANTANDER

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