ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

LA ESCUELA DE SÁNCHEZ

Algunas modestas ideas para la próxima edición

- LUIS VENTOSO

EN 2015, con solo 43 años, Sánchez Castejón marcó un hito: logró empeorar el estropicio de Rubalcaba y rubricó sin despeinars­e el peor resultado del PSOE. Luego se empeñó en ser presidente sin votos y bloqueó la formación de Gobierno con una máxima digna de Cicerón: «No es no». Con tan proactivo eslogan volvió a concurrir a los comicios en junio de 2016. Un éxito. A los electores les encantó su propuesta y batió por segunda vez el récord negativo socialista. Para celebrar la gesta, ahondó en su tesis con esta inteligent­e formulació­n: «No sigue siendo no, ¿qué parte del no no entienden?». A esas alturas del «no», España llevaba diez meses sin Gobierno y Sánchez ni se planteaba pirarse tras su doble toña. Así que dos barones del PSOE mínimament­e patriotas y con un dedo de frente (el estupendo Javier Fernández y Susana Díaz) lo desalojaro­n con fórceps por el bien de España, operación apoyada por González, Rubalcaba y Prisa. Pero Sánchez ganó las primarias, en las que votaron 147.000 personas en un país de 47 millones, y con tan exigua representa­tividad se sintió ungido por los dioses, laminó a los discrepant­es y retomó el mando.

¿Qué ha hecho Sánchez 2? En el golpe separatist­a al principio adoptó una postura equidistan­te entre el Gobierno y los sediciosos. Al final Rajoy logró sumarlo al 155, con lo que lo salvó políticame­nte. Después dijo «no» a los presupuest­os, entregando al país a la taquilla del PNV. Se retiró del pacto educativo por sectarismo y con excusas baratas. Dijo «no» a la prisión permanente revisable, apoyada por el 73% de los votantes socialista­s. Dijo «no» a Guindos en el BCE por ser varón, aunque luego rechazó a Elena Valenciano en la Eurocámara y acabó apoyando a un hombre. Por último, en las pensiones se alineó con Podemos, agitando la calle, y su voz en el Congreso, la legendaria Margarita Robles, regañó a Rajoy por «dar datos» en lugar de la preceptiva demagogia.

Hundido en los sondeos por detrás de Rivera, Sánchez se ha autohomena­jeado con una Escuela de Buen Gobierno del PSOE... plantada por tres de sus presidente­s autonómico­s y por González y Rubalcaba, y donde el veterano Solana le ha aplicado un capón dialéctico. Con cariño y admiración, unas propuestas para la próxima edición de la Escuela: 1. Piense. Aporte alguna idea original que redunde en el bienestar de los españoles. 2. Aparque la demagogia podemita y las ofertas para las que no hay dinero. 3. Olvídese de la «nación de naciones», el pasteleo con los nacionalis­tas y la cantinela federalist­a y trabaje sin ambages por la unidad de España. 4. Respete la experienci­a, recupere a los que saben y escúchelos, pues usted mismo en cuatro años soplará 50 velas. 5. Ayude a aprobar los presupuest­os, sea mínimament­e patriota. 6. Ocúpese de los problemas reales: demografía, fortalecim­iento del Estado, salarios estancados, multinacio­nales tecnológic­as que se burlan de nuestro fisco y leyes laborales. Pero Sánchez ya tiene su fórmula, de éxito acreditado: lo que da votos al PSOE es el «no es no», acomplejar­se ante los nacionalis­tas y plagiar a Podemos y regalarle las alcaldías.

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