ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Llega Al Assad, se marcha el pueblo
Para celebrar el avance de sus tropas sobre el bastión insurgente de Guta, Bashar al Assad visitó la ciudad, o mejor dicho las ruinas de aquel lugar que formaba parte del próspero cinturón de urbes agrícolas que rodea Damasco y que hoy, tras siete años de guerra, es poco más que una cordillera de escombros que el Ejército sirio controla ya en un 70 por ciento. El publirreportaje gráfico facilitado por la agencia oficial siria, con la calurosa bienvenida que le dispensaban los soldados y algunos grupos de ciudadanos en Guta, coincidía con las imágenes de la población civil saliendo de aquel infierno de bombardeos por el pasillo humanitario abierto para evitar más muertes de civiles. Se calcula que en los últimos cuatro días han salido de allí cerca de 50.000 personas, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. «Esta no es la batalla por Damasco, ni por Guta ni por Siria, sino por todo el mundo», afirmó Al Assad en una de sus arengas a las tropas durante la visita. Mejor haría el dictador sirio en pensar un poco menos en salvar al mundo entero para centrarse en detener el desastre humanitario que esta guerra ha provocado en su pueblo: medio millón de muertos, 120.000 desaparecidos, siete millones de desplazados, 27.500 edificios destruidos y unos 85.000 millones de dólares en pérdidas económicas.