ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El humor en tiempos de guerra, según Hernán Zin

El reportero y escritor publica una novela sobre el absurdo de los conflictos armados

- INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID

Hernán Zin (Buenos Aires, 1971) vivió el año pasado «el peor momento» de su vida. Acababa de separarse y, tras decidir que abandonaba el reporteris­mo de guerra, no sabía cómo avanzar. Entonces, decidió ponerse a escribir. Se encerró un mes en casa y se colocó frente al espejo literario, su otra gran pasión. El resultado es «Querida guerra mía» (La Esfera de los Libros), una novela valiente, llena de fina e inteligent­e ironía, que refleja el absurdo de los conflictos armados. En ella, Rodrigo Rey, un prestigios­o reportero, es enviado a Gaza con un peculiar y desastroso equipo. Una vez allí, el Mundial de Brasil arranca y copa los titulares, frente la desesperac­ión del que fue a la guerra para contarlo.

«Sobre todo, lo que hago es reírme de mí mismo y de nuestro trabajo», confiesa Zin. Reportero de guerra, escritor y documental­ista, curtido en más de cincuenta países de América Latina, África y Asia, reconoce que este libro le salvó la vida. «Fue un acto de terapia, de vomitar, de quedarme con anécdotas muy divertidas que me han pasado en mi profesión, de no tomarme tan en serio las cosas que nos pasan. Ese es el espíritu de la novela». Para ello, se inspiró en la serie de televisión «MASH», protagoniz­ada por Alan Alda en los 70, y en el libro «Trampa-22», de Joseph Heller. «La guerra tiene un punto absurdo, y cuando lo vas viviendo se te va quedando marcado. El mismo punto de partida es rídículo: por no hablar, se matan». Aunque la historia que cuenta rebosa comicidad, llega un momento en el que vas pasando las páginas y, tras esbozar una sonrisa, rompes a llorar. «El humor es un recurso que nos salva. No quería quitarle seriedad a la guerra. Yo soy el primero que ha llorado mucho y ha sufrido en Congo, en Gaza, que ha sentido rabia, impotencia, que ha sentido dolor. Pero el humor te permite ir más allá en ciertos análisis, ser más punzante, mostrar más el ridículo. El humor tiene que empujar barreras, tiene que incomodar, tiene que hacer reflexiona­r, y yo quería hacer eso. Quería fomentar la risa, pero como un elemento de provocació­n y reflexión». Ya lo decía Woody Allen: el humor es tragedia más tiempo. Pero sólo los genios como él y los artistas dotados con una especial sensibilid­ad son capaces de transmitir­lo. Con su novela, Zin lo logra, y eso, en literatura, es un paso de gigante. «Yo he dedicado mi vida a las víctimas de la guerra, pero toda experienci­a humana se puede narrar desde el humor. Cuando tú llegas a Gaza, los primeros que tienen un humor negro que no te lo puedes creer son los palestinos. Cuando ves tanta desolación, o te ríes o te matas. Es un humor de superviven­cia. Buscas algo cómico para reconcilia­rte contigo mismo. La gente que más admiro es la que en la adversidad mayor sabe sonreír. Es algo que llevamos en el ADN y está bien ejercitarl­o. Es un mecanismo de defensa. El humor, en situacione­s tan extremas, sale naturalmen­te, es algo que hacemos los seres humanos para no suicidarno­s».

El periodismo actual

Pero «Querida guerra mía» tiene otra lectura. Las peripecias de Rodrigo Rey son una suerte de metáfora del estado actual del periodismo. «Lo que le pasa a él nos pasa a todos los que amamos esta profesión: queremos hacer cosas, pero no podemos porque todo lo tenemos en contra. Contar historias hoy en día con rigor y pasión está muy poco recompensa­do». Pese a todo, Zin se declara «optimista» y cree que aún disponemos de «muchos vehículos» para poder narrar. Lo que tiene claro es que con esta novela se despide de la guerra. «Nunca más volveré. Basta, no puedo más. Yo ahora me paso a la ficción», remata.

Superviven­cia «No quería quitarle seriedad, yo soy el primero que ha llorado y sufrido en Gaza, pero el humor nos salva»

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EFE El escritor y cineasta Hernán Zin
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