ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
RESERVA ESPIRITUAL
Somos la conciencia mundial de la democracia
Ganó Putin las elecciones rusas, y aunque ya había ganado las de EE.UU. y el Brexit, y poca sorpresa podía haber, los medios aquí se indignaron mucho. Putin debe comportarse o... ¿o qué?
Esta animosidad no es solo una impresión, está acreditada. El Centro de Investigaciones Pew estudió la popularidad global de Putin y Trump, y resultó que el país del mundo con peor opinión sobre los dos era España. La desconfianza española hacia Putin solo era superada por Polonia (guerras e invasiones) y la desconfianza hacia Trump solo la superaba México (muro).
Ahora mismo somos la conciencia viva de la democracia occidental; no es que seamos su reserva espiritual, es que probablemente el concepto mismo de democracia, custodiado celosamente por los tertulianos, dependa de nosotros como el jamón, los toros o la seguiriya. El sistema de tertulias ha conseguido, por fin, una población que siente que a democracia no le gana nadie salvo quizás Alemania.
Trump era Hitler y Gil, y Putin –ojo con Salou– es a la vez un zar y la nueva amenaza comunista.
A Aleksander Solzhenitsyn, que algo sabría de Rusia y de anticomunismo, le preguntaron en una entrevista por su buena relación con Putin: «Sí, Putin era un oficial de los servicios de inteligencia, pero no era un investigador de la KGB, ni jefe de un campamento en el gulag. En cuanto al servicio en inteligencia extranjera, eso no es negativo en ningún país, a veces incluso recibe elogios. George Bush no fue muy criticado por ser el exjefe de la CIA, por ejemplo (…) Putin heredó un país saqueado y desconcertado, con un pueblo pobre y desmoralizado. Y comenzó a hacer lo que era posible: una restauración lenta y gradual. Uno tiene dificultades para encontrar ejemplos en la historia en que los pasos de un país para restaurar su fuerza fueran bien recibidos por otros gobiernos».
Mientras nos descubren las lagunas democráticas de Rusia, que nunca tuvo democracia, evitan tener que reparar en las de aquí.
Dos enseñanzas: una, populismo es todo lo que no es Mariano; y dos: cuanto más lejano y ajeno –presupuestariamente ajeno– es un poder, más fieramente se le combate.