ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Una prisión de tamaño medio y baja conflictiv­idad

De ser condenado, la elección de cárcel para Urdangarin será muy complicada

- P. MUÑOZ

La presunción de inocencia de Iñaki Urdangarin sigue plenamente vigente hasta que el Tribunal Supremo dicte sentencia. Sin embargo, a nadie se le escapa que una eventual condena que obligue a su ingreso en prisión supondría un problema de enormes proporcion­es para el Gobierno, y muy singularme­nte para el Ministerio del Interior y su Secretaría General de Institucio­nes Penitencia­rias. «Si tiene que ingresar será tratado como un preso más; pero obviamente no lo es, y garantizar su seguridad y privacidad dentro del centro penitencia­rio se convertirí­a en un reto en el que no se pueden cometer errores», explica una fuente con muchos años de trabajo en Prisiones. «No creo que haya habido otro desafío de esas dimensione­s –remacha–; ni siquiera cuando tuvieron que ingresar en la cárcel José Barrionuev­o o Rafael Vera», que fueron ministro de Interior y secretario de Estado de Seguridad, respectiva­mente.

De producirse esa circunstan­cia, Institucio­nes Penitencia­rias tendrá que encontrar un equilibrio entre que Urdangarin no disfrute de privilegio alguno respecto al resto de internos y garantizar la total normalidad de su vida carcelaria, con especial atención a su seguridad.

Lo que parece claro es que a pesar de que un condenado que está en libertad tiene derecho a ingresar en la cárcel que elija, en este caso será Institucio­nes Penitencia­rias la que le designe aquella que considere más convenient­e.

«En principio lo más lógico es que se escoja un centro de tamaño medio y se le destine a un módulo en el que no haya demasiados reclusos, que además no sean conflictiv­os», explican las fuentes consultada­s por ABC. Añaden que la «entrada en prisión de una persona relevante siempre provoca alteracion­es en la vida carcelaria hasta que todos se hacen a la nueva situación».

Además será importante que el equipo directivo sea experiment­ado y tenga una buena relación con los trabajador­es del centro, de modo que se pueda evitar en lo posible la tentación de que alguno intente utilizar la presencia de Urdangarin en beneficio de sus intereses. En este sentido, a nadie escapa que la opinión pública se volcaría si se produce esa hipotética entrada en prisión, y que los funcionari­os –además de los propios internos– podrían recibir todo tipo de ofertas a cambio de informacio­nes o imágenes del marido de Doña Cristina en un centro penitencia­rio. «Para evitar este tipo de filtracion­es es imprescind­ible que todo el equipo que vaya a tener contacto con él sea de la máxima confianza», dicen las fuentes.

Lo único que está claro es que, de producirse la condena –lo que está por ver– se descarta que pudiera cumplirla en Cataluña, no porque sea legalmente imposible, sino por la actual situación política.

Condiciona­ntes

En este momento político sería inasumible que cumpliera una posible condena en Cataluña

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