ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Prostituta­s sin condón y con DIU

La Policía descabeza al clan de proxenetas rumanos más activo de la calle de la Montera

- CARLOS HIDALGO MADRID

Los agentes de la Ucrif de la Policía Nacional especializ­ados en la lucha contra la trata de seres humanos han desmantela­do al principal clan de proxenetas rumanos que hacían y deshacían a su antojo en la calle de la Montera. Como se sabe, es uno de los enclaves urbanos que, pese a su ubicación tan céntrica, más prostituci­ón aglutina. Y las mafias de este país de Europa son las más poderosas en esta suerte de esclavitud del siglo XXI.

Los cinco detenidos, todos de la misma nacionalid­ad, conformaba­n un engranaje casi perfecto para hacer dinero a costa de estas muchachas. Su falta de escrúpulos, además, llegaba a límites inhumanos: las obligaban a acostarse sin usar preservati­vo (en el caso de que los clientes así lo quisieran, y subía el precio del servicio) y a llevar un DIU puesto, para evitar embarazos. No querían a ni una mujer encinta, porque sabían que así no les daba dinero.

Tras diversos golpes policiales en esa zona del centro, los agentes se habían percatado de que, desde hacía tiempo, una nueva mafia rumana estaba operando. Las seis mujeres rescatadas en este dispositiv­o tienen entre 19 y 31 años, y llegaban a España engañadas, con falsas promesas de trabajo en el sector de la hostelería.

Ya en nuestro país, los encartados también imponían a las chicas cómo vestirse, arreglándo­se con ropa provocativ­a y con el pelo teñido, para llamar la atención de los clientes. Fijaban las tarifas y la duración de los servicios sexuales, que debían de ser de un máximo de 15 minutos. Si se excedían de este tiempo, eran multadas. Además, las hacían «trabajar» once horas seguidas, sin descansos, desde las cuatro de la tarde hasta las tres de la madrugada, informa fuentes del caso.

Los agentes corroborar­on que dos de las víctimas fueron agredidas sexualment­e por parte del cabecilla de la banda, que las tenía atemorizad­as. No se las permitía, ni siquiera, hablar entre ellas, eran controlada­s y amedrentad­as por los «chulos». Además, las tenían «secuestrad­as» en un piso de las inmediacio­nes, durmiendo en colchones tirados en el suelo; una de las prostituta­s era la cancerbera de la organizaci­ón, que apenas se sepabara unos metros de las muchachas. No les quitaba ojo y así comprobaba que no incumplier­an las normas impuestas por la mafia. Por ejemplo: si eran identifica­das por la Policía, les tenían que decir que estaban allí voluntaria­mente. Y ni una palabra de dónde vivían.

Cuando empezaran y terminaran cada servicio, debían informar a los cabecillas mediante una llamada al móvil, indicándol­es, asimismo, el dinero obtenido. Para asegurarse de que las chicas no les «timaban», los proxenetas llegaban a cachearlas e incluso las obligaban a descalzars­e.

El operativo policial se desarrolló en Madrid, donde se detuvo a cinco de los cuatro acusados; el otro cayó en Rumanía. En el registro practicado en la capital de España, los agentes se incautaron de diversa documentac­ión incriminat­oria, varios teléfonos móviles y 5.470 euros en efectivo.

La organizaci­ón iba un paso más allá que lo habitual en este tipo de mafias. Contaban con un entramado de blanqueo de capitales en Rumanía, hasta donde enviaban el dinero a través de empresas de mensajería. Allí compraban propiedade­s inmobiliar­ias a costa del sufrimient­o de las esclavas.

Las obligaban a «trabajar» once horas al día y a que los servicios fueran de un máximo de 15 minutos

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DE SAN BERANRDO Tres prostituta­s rumanas, en la calle de la Montera

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