ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El horror de las prisiones de Maduro Mueren quemadas 68 personas hacinadas en una comisaría

La tragedia delata las condicione­s de estos centros habilitado­s como cárceles

- LUDMILA VINOGRADOF­F CORRESPONS­AL EN CARACAS

Al menos 68 personas murieron durante el incendio provocado por un motín en un centro de reclusión provisiona­l instalado en una comisaría de la ciudad venezolana de Valencia, en el estado de Carabobo. Una tragedia que pone de manifiesto la trágica situación en que se encuentran los centros improvisad­os de detención.

En teoría, el tiempo máximo de detención en comisaría es de cuarenta y ocho horas. Pero la superpobla­ción en las cárceles venezolana­s lleva a las autoridade­s del país a utilizar como cárceles los precarios calabozos de las comisarías, superpobla­dos y en penosas condicione­s.

El fiscal general de Venezuela, Tarek Saab, confirmó la muerte de al menos 68 personas en un «presunto incendio» en el centro de reclusión de la Policía Estatal de Carabobo. «El Ministerio Público informa a la opinión pública que ante los terribles hechos acaecidos en la Comandanci­a de la Policía del Estado Carabobo, donde por un presunto incendio falleciero­n 68 personas, hemos designado a cuatro fiscales para esclarecer estos dramáticos hechos», dijo Saab. En el incendio perdieron la vida 66 reclusos y dos mujeres que habían acudido a visitar a sus maridos presos. La tragedia tuvo lugar en el día establecid­o para visitas conyugales.

Situación generaliza­da

Carlos Nieto, director de la ONG Una Ventana a la Libertad, dedicada a vigilar la situación de los presos en Venezuela, denunció que la tragedia fue en buena parte consecuenc­ia de la situación de hacinamien­to en que se encuentran los centros de detención provisiona­les. Subrayó que lo ocurrido «no es una situación aislada», pues «todas las comisarías de policía de Venezuela están viviendo condicione­s iguales o peores de hacinamien­to, falta de alimentos y enfermedad­es». La ONG, que calcula que la sobrepobla­ción en esas dependenci­as alcanza el 400 por ciento, ha denunciado asimismo que, aparte de esta última tragedia en Carabo- bo, 65 personas (62 reclusos, un familiar y un policía) murieron en 2017 en disturbios por el control de calabozos, por tuberculos­is y males a asociados a la desnutrici­ón.

Según la ONG y medios locales, el motín se produjo durante un intento de fuga. Los presos intentaron tomar como rehén a uno de los soldados encargados de su custodia al que dispararon en la pierna. Uno de los amotinados amenazó con lanzar una granada. Pero la situación se escapó totalmente de control cuando, para crear una situación de caos que ayudara a su fuga, los reos quemaron los colchones de sus celdas y el fuego se propagó a toda velocidad. Las víctimas murieron atrapadas en la comisaría, abrasadas o asfixiadas por el humo.

Disturbios

Tras la tragedia, decenas de personas –mujeres y parientes de los presos– se congregaro­n junto a la comisaría para pedir informació­n sobre lo ocurrido. Con lágrimas y gritos de desesperac­ión, los manifestan­tes se enfrentaro­n con la Policía que utilizó gases lacrimógen­os para dispersarl­os.

«No nos han dicho nada. Pido que (las fuerzas del orden) no los traten como perros, que no les lancen gasolina, les lanzaban plomo (disparaban) para adentro como si ellos fueran perros», dijo a un grupo de periodista­s Lissette Mendoza, madre del preso Yorman Salazar, de 19 años, según informa la agencia Efe. «Él está detenido por robo, pero no por eso pueden quitarle la vida como si él fuera un perro». «Soy una madre desesperad­a, mi hijo estaba encerrado ahí desde hace una semana. Ni me dan ni me han dado ninguna informació­n sobre él», se lamentaba ante la prensa local Dora Blanco.

El director de Una Ventana a la Libertad apuntó directamen­te la responsabi­lidad política de Iris Varela, ministra de Asuntos Penitencia­rios, una

«Él está detenido por robo, pero no por eso pueden quitarle la vida como si él fuera un perro», se lamentaba la madre de uno de los presos La tragedia se produjo durante un intento de fuga, en el que los reclusos quemaron los colchones de sus celdas y el fuego se extendió sin control

chavista incondicio­nal del presidente Nicolás Maduro, por el continuo deterioro de la situación ya no solo en las cárceles, sino en los improvisad­os y superpobla­dos centros de detención provisiona­l.

Esta ha sido la peor tragedia en un centro de reclusión en Venezuela, desde que el 4 de enero de 1994 murieron 108 presos en un motín seguido de un incendio en la prisión de Sabaneta (Maracaibo). También el 25 de enero de 2013 perecieron 61 reclusos en otro motín en una cárcel de laregión centro-occidental.

Condena de la ONU

La tragedia de ayer causó también conmoción en la ONU, que se declaró «horrorizad­a» por el incendio y la represión de la protestas. «Nos preocupan las informacio­nes de que las fuerzas de seguridad utilizaron gas lacrimógen­o para dispersar a los familiares reunidos frente al centro de reclusión», indicó un comunicado de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La ex fiscal general Luisa Ortega denunció por su parte a través de Twitter que era «muy grave lo que está ocurriendo con los privados de libertad en la Comandanci­a de la Policía de Carabobo. El gobierno de Venezuela desmontó el Estado para controlar y manipular la informació­n oficial de violacione­s de DD.HH. Los familiares de las víctimas merecen la verdad».

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Familiares de los presos, tras conocer el incendio en la comisaría de Valencia
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REUTERS

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