ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
SUS INTERESES Y LOS NUESTROS
La aprobación de los Presupuestos es un momento álgido de la vida política pues en ellos se definen las prioridades del Gobierno. De la misma manera que su descargo al final de cada ejercicio debería ser el momento de la economía. Cuando nos preguntamos sobre cuánto y qué se ha gastado de verdad y, sobre todo, cuáles han sido los objetivos alcanzados y los planes fracasados.
Pero, en la España de hoy, ningún partido le concede demasiada importancia a los números de las cuentas públicas. Todo se resume en quién los propone y en cómo me opongo a ellos para remarcar mi perfil. En qué gano y que pierdo si los apoyo y qué me cuesta si los rechazo. Tanto los discursos del Gobierno, como los de la oposición, se elaboran antes de conocer el contenido exacto de la propuesta. Los discursos no se construyen desde el análisis, sino desde los intereses partidistas que, a veces sí y a veces no, coinciden con los de sus propios votantes.
La aprobación de los Presupuestos de 2018 se ha convertido en un tormento. El PP carece de apoyos suficientes en el Parlamento y por eso ha hecho concesiones que desprenden tufos de excesivo oportunismo, casi demagógicos. Ciudadanos muestra músculo y pretende dirigir la acción de gobierno desde los bancos de la oposición. El discurso de Pedro Sánchez es increíble. Asegura que cumplirá con Bruselas, eliminará recortes, atenderá todas las demandas sociales y promoverá la actividad económica, todo en el mismo paquete. Se merece el premio Nobel de Economía.
Lo del PNV es más complejo. Su apoyo es fundamental y bien que lo puso en valor el año pasado. Pero, en este y de manera sorprendente, ha preferido el fuero del apoyo a sus colegas catalanes al huevo de los intereses de sus ciudadanos. Todos los números de los Presupuestos han quedado arrinconados y solo cuenta uno, el 155, la clave de la caja fuerte. El PP reacciona asombrado y quiere recurrir en Madrid lo que aprobó en Vitoria. Todo muy divertido y coherente.
Supongo que nuestros dirigentes han hecho bien los cálculos de sus intereses, pero no parece que en la ecuación hayan considerado los nuestros. Si esto no es un desgobierno, al menos es un gran desbarajuste.