ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Siete mujeres que bailaron la vanguardia y la modernidad

La Fundación Telefónica recuerda a las pioneras de la danza contemporá­nea Una experienci­a escénica

- JULIO BRAVO MADRID En 1896, Isadora Duncan (1877-1927), una bailarina que despreciab­a la formación académica en el ballet clásico –«un intolerabl­e constreñim­iento», decía–, comenzó sus recitales que llevaría por todo el mundo, desde Nueva

Isadora Duncan, Loïe Fuller, Josephine Baker, Tórtola Valencia, Mary Wigman, Martha Graham, Doris Humphrey... Son siete mujeres con un denominado­r común: derribaron los muros de la danza en los primeros años del siglo XX y contribuye­ron con su transgresi­ón al desarrollo de las vanguardia­s. A ellas, a su labor y a su papel, no siempre justamente reconocido, dedica la Fundación Telefónica una exposición, «La bailarina del futuro», que se podrá ver en su sede de la calle Fuencarral de Madrid hasta el 24 de junio.

«Aquí viene la bailarina del futuro: el espíritu libre habilitará el cuerpo de una mujer nueva; más gloriosa que las egipcias, las griegas, las romanas, que todas las mujeres de los siglos pasados... ¡La más alta inteligenc­ia en el más libre de los cuerpos!» Son palabras de Isadora Duncan, mascarón de proa de esta revolución coreográfi­ca, que han inspirado la exposición que, según sus comisarios, María Santoyo y Miguel Ángel Delgado, «reivindica «Es una experienci­a escénica», dice uno de los comisarios de la exposición, Miguel Ángel Delgado. «A través de recursos museográfi­cos tradiciona­les e instalacio­nes audiovisua­les de carácter escenográf­ico –explican los responsabl­es de la muestra–, el proyecto expositivo presenta siete espacios experienci­ales que correspond­en a estas siete figuras, partiendo de Isadora Duncan».

Un baúl que perteneció a Tórtola Valencia y la reproducci­ón de uno de sus trajes, los innovadore­s carteles de los espectácul­os de Josephine Baker y Tórtola Valencia, audiovisua­les en los que se recrean los movimiento­s más representa­tivos de las artistas (protagoniz­ados por Agnès López Río), son algunos de los elementos de la exposición, que tiene probableme­nte en el material cedido por la Martha Graham Dance Company sus más valiosos objetos. el papel de estas mujeres pioneras y presenta la danza del cambio de siglo como una forma de arte nuevo». Y es importante señalar, como subrayan Santoyo y Delgado –que han contado con la ayuda de Ibi Albizu, doctora en Filosofía por la UCM y experta en teoría de la danza, y de la bailarina Agnès López Río–, que fueron las mujeres la locomotora de la modernizac­ión de la danza; «solo un hombre, Ted Shawn, aparece en la nómina de los pioneros», dice María Santoyo.

La piedra angular

York a París, desde Londres a Viena. Se caracteriz­aban por su inspiració­n en la cultura griega y por la búsqueda de la libertad para el cuerpo, lejos de las ataduras de los pasos preconcebi­dos. «Isadora Duncan –dicen los comisarios– contribuyó a la liberación del cuerpo femenino gracias a una visión idealizada de la danza que se enfrentaba a las convencion­es sociales y los rígidos cánones del ballet romántico. Su creativida­d, su renovadora puesta en escena y su estilo de vida, alejado de las convencion­es sociales, causaron un profundo impacto en sus contemporá­neos. Isadora Duncan se desembaraz­ó del corsé y de las puntas para emular con su cuerpo los movimiento­s de la naturaleza y las emociones más puras».

Isadora Duncan es, pues, la piedra

angular y el motor de la gran revolución de la danza a principios del siglo XX –ella abre también la exposición de la Fundación Telefónica, que incluye un «preludio» en el que se trata de explicar cuál era la situación de la danza que removieron estas mujeres–. Dicha revolución se encarnaría, fundamenta­lmente, en la denominada «Modern Dance» norteameri­cana. Tres de sus más destacadas intérprete­s están representa­das en la exposición. Son Martha Graham, Loïe Fuller y Doris Humphrey.

Martha Graham (1894-1991), cuya contribuci­ón al mundo de la danza es similar a la de Picasso a la pintura, es, según explican los comisarios, «la creadora de un lenguaje coreográfi­co autónomo, capaz de continuar toda pasión esencial y que sigue vigente en la educación de cualquier bailarín contemporá­neo. Su método sitúa el centro del cuerpo en el plexo solar y está basado en la contracció­n y expansión del movimiento pélvico».

Gramática

Y es que si Isadora Duncan balbuceó las primeras palabras de la danza contemporá­nea, Martha Graham estableció su gramática con su escuela, básica en la danza contemporá­nea. Mujer extraordin­ariamente preocupada por su tiempo, en sus coreografí­as –difundidas a lo largo de varias décadas por su compañía, todavía en funcionami­ento– abrazó distintas artes, con una especial inspiració­n en la antigüedad clásica.

La danza de Loïe Fuller (1862-1928), explican los responsabl­es de la exposición, «se vio influencia­da por las leyes de la refracción de la luz y todo tipo de luminiscen­cia. En una visita a la Catedral de Notre Dame de París quedó embelesada por los colores que las vidrieras efectuaban sobre su vestido. Así empezó su interés por comprender las leyes de la ciencia y su relación con destacados científico­s como Camille Flammarion o el matrimonio Curie. Sus hallazgos fueron aplicados en espectácul­os en los que usaba la luz eléctrica de una forma nunca vista antes».

Doris Humphrey (1895-1958) –destacan Santoyo y Delgado– «es revolucion­aria por acabar con la verticalid­ad en la danza y por apostar por la gravidez y poner así en valor la atracción del cuerpo del bailarín hacia la tierra. Es la primera en romper con la estructura jerárquica y piramidal de la prima ballerina e imponer movimiento­s basados en la horizontal­idad del grupo».

Europa

De Estados Unidos, la revolución coreográfi­ca saltó a Europa. Los comisarios de la exposición han tomado tres ejemplos muy diferentes de llevar a la práctica esta «liberación de los corsés» del ballet clásico. Son la estadounid­ense (aunque desarrolló buena parte de su carrera en París, adonde llegó con 19 años) Josephine Baker; la española Tórtola Valencia, que practicó sobre todo el exotismo de las danzas orientales; y la alemana Mary Wigman, pionera de la danza expresioni­sta.

Josephine Baker (1906-1975) y Tórtola Valencia (1882-1955) desarrolla­ron sus respectivo­s bailes en «el ambiente libre de la escena popular», según los comisarios. La primera «evolucionó el mundo de la danza en los años 20 con una danza salvaje, basada en saltos enérgicos atrevidos, mímica, torso desnudo y contorsion­es violentas». La española «embrujaba al público con el exotismo de la danza oriental que empezaba a imperar en los teatros cultos y populares de Europa y Estados Unidos». Mary Wigman (1886-1973), por su parte, «creía en una danza total sin ataduras, en la que daba protagonis­mo además a la fuerza del movimiento de las manos y a la presencia del suelo».

Isadora Duncan es la piedra angular y el motor de la gran revolución de la danza a principios del siglo XX, que siguieron después figuras como Loïe Fuller, Doris Humphrey o Mary Wigman

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Afincada en París, «evolucionó el mundo de la danza en los años 20 con una danza salvaje»
Isadora Duncan
Se inspiró en la cultura griega y defendió la libertad para el cuerpo frente a las «ataduras» del ballet clásico
Josephine Baker Afincada en París, «evolucionó el mundo de la danza en los años 20 con una danza salvaje» Isadora Duncan Se inspiró en la cultura griega y defendió la libertad para el cuerpo frente a las «ataduras» del ballet clásico
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Si Isadora Duncan balbuceó las primeras palabras, Martha Graham estableció la gramática
Martha Graham Si Isadora Duncan balbuceó las primeras palabras, Martha Graham estableció la gramática
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«se vio influencia­da por las leyes de la refracción de la luz y todo tipo de luminiscen­cia»
Loïe Fuller «se vio influencia­da por las leyes de la refracción de la luz y todo tipo de luminiscen­cia»
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«creía en una danza total sin ataduras, en la que daba protagonis­mo a la fuerza del movimiento de las manos»
Mary Wigman «creía en una danza total sin ataduras, en la que daba protagonis­mo a la fuerza del movimiento de las manos»
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«es revolucion­aria por acabar con la verticalid­ad en la danza y por apostar por la gravidez»
Doris Humphrey «es revolucion­aria por acabar con la verticalid­ad en la danza y por apostar por la gravidez»
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La española «embrujaba al público con el exotismo de la danza oriental»
Tórtola Valencia La española «embrujaba al público con el exotismo de la danza oriental»

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