ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
ESA CONSTANTE EUROPEA
El antisemitismo musulmán se suma al tradicional de raigambre cristiana
¿Podemos entender Occidente, su historia y su realidad actual, sin el rechazo al judío? La desconfianza, cuando no el odio, a esta comunidad está tan enraizado en nuestra historia que resulta imposible explicar lo que somos sin reconocer esta dimensión de nuestra cultura. Hemos construido una de las culturas de referencia en este planeta negando una parte de nuestro ser, el componente judío, sin el cual no podemos explicar nuestros valores, creencias, ni conocimientos.
Las culturas se forjan a lo largo de la historia. La búsqueda de una identidad se realiza frente a otro u otros, con quienes se contraponen valores, principios y formas de organización social. Cuanto más débil e insegura se siente una comunidad, mayor es la necesidad de reafirmarse en la diferencia y de distanciarse del «otro». Occidente no es una excepción.
Durante las últimas décadas, Europa ha tratado de superar el nacionalismo mediante un complejo y ambicioso proceso de integración continental. La Unión Europea es el resultado de ese gran esfuerzo, incomprensible sin entender el origen de dos guerras mundiales y de la Shoah, el holocausto judío iniciado por el régimen nazi y respaldado por otros muchos. Mientras el proceso se ha desarrollado con éxito y la sociedad europea ha ido crecido en seguridad y bienestar, la convivencia con los europeos de origen o credo judío ha sido fácil. Hoy, con el proceso crecientemente cuestionado, vuelven a la vieja Europa las inseguridades y con ellas la necesidad de diferenciarse, de distinguir al auténtico nacional del falso.
Hoy el islam ha vuelto a ser, como siglos atrás, parte intrínseca de Europa. Por efecto de la crisis de natalidad y de las corrientes migratorias, el número de musulmanes crece entre nosotros. El resultado es que el antisemitismo de origen musulmán se suma al tradicional de raigambre cristiana. Si Europa pasa por un período de ansiedad e inseguridad por efecto tanto de la Gran Depresión como del estancamiento en el proceso de integración, el islam vive una auténtica guerra civil por las tensiones derivadas de su adaptación a la globalización. Situaciones, todas ellas que alimentan comportamientos exclusivistas. El miedo es un mal consejero.
Nos escandaliza que un gobierno europeo, en concreto el polaco, decida por ley lo que es verdad o mentira en relación a lo ocurrido con su población judía. La historia no se realiza por ley, sino por la investigación de historiadores que, generación tras generación, revisan en libertad la información disponible. Algo que no parece querer entender en nuestro país el Partido Socialista, también dispuesto a sancionar por ley lo que fue el franquismo. Unos y otros parecen no estar dispuestos a aceptar la realidad tal como fue.
Nos escandaliza que ciudadanos musulmanes asesinen a ancianas por el solo hecho de haber nacido en una familia judía y no lo hacemos respecto de los miles de casos de violencia física o psíquica que se suceden en toda Europa por la sencilla razón de que no nos informan de ello. Sin embargo, encontramos casos de concentración urbana, de renacidos guetos, que responden a una mayor necesidad de seguridad. El antisemitismo es tan estúpido como despreciable, pero es parte de nuestra historia. Su auge siempre llega de la mano de movimientos liberticidas, como los que hoy surgen en nuestro alrededor fruto del miedo a un mundo que afronta, quiera o no, un cambio de época.