ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Malala regresa al pueblo donde los talibanes la dispararon
La activista paquistaní dijo sentirse «feliz» al llegar entre fuertes medidas de seguridad
«Nunca me he sentido más feliz», reconocía ayer Malala Yousafzai. La joven pakistaní, un símbolo de la rebeldía frente a la violencia y la discriminación de las niñas que en 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz, se pronunciaba así al regresar a su pueblo, Mingora, por primera vez desde que hace cinco años y medio un hombre la disparara en la cabeza por defender la educación femenina. Tenía entonces quince años.
Malala llegó a esta localidad del valle del Swat en un helicóptero militar acompañada por sus padres y su hermano, y en medio de un amplio dispositivo de seguridad. La joven, ahora con 20 años y residente en el Reino Unido, se reunió con amigos y parientes, antes de trasladarse hasta un centro de formación de cadetes militares en Guli Bagh, a unos quince kilómetros de su pueblo. «Mi sueño se ha hecho realidad. La paz ha regresado al Swat gracias a los inestimables sacrificios realizados por mis hermanos y hermanas», aseguró. En el libro de visitas, esciribió: «Es mi primera visita al valle del Swat después de cinco años y medio desde el ataque. Nunca me he sentido tan feliz. Estoy orgullosa de mi tierra y cultura». Malala, que estudia Política, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford, prometió regresar a Pakistán cuando complete su educación.
Con tan solo once años, Malala Yousafzai empezó a escribir de forma anónima para la versión en urdu de la BBC un diario en el que relataba cómo era la vida bajo los talibanes, pero no se escondía a la hora de hablar de asuntos como la educación de las niñas en Pakistán. Los islamistas radicales la pusieron en el punto de mira y su familia recibió amenazas de muerte.
El 9 de octubre de 2012, cuando volvía de la escuela en autobús, dos hombres se subieron al vehículo y uno de ellos preguntó: «¿Quién es Malala?». A continuación, le dispararon en la cabeza. Los talibanes justificaron la acción porque estaba «promoviendo la cultura occidental».
El ataque le causó graves heridas que la situaron al borde de la muerte, aunque tras varias semanas en cuidados intensivos y una operación de reconstrucción craneal, logró sobrevivir. Después ha continuado, con amplia resonancia internacional, su labor en defensa de los derechos educativos, creando una fundación con ayuda de su padre que lucha por «un mundo donde todas las niñas puedan aprender y liderar sin miedo».
Malala se convirtió hace cuatro años en la persona más joven en ser galardonada con el Nobel de la Paz. Un año antes, el Parlamento Europeo le concedió por su parte el Premio Sájarov a la libertad de conciencia.
La joven activista arribó a Pakistán el pasado jueves y, pese a que las autoridades la han recibido con todos los honores, no todos en su país le han dado la bienvenida.
Acoso de los radicales
La principal federación de colegios privados del país, que cuenta con 200.000 centros afiliados, organizó ayer una protesta bajo el lema «Yo no soy Malala» y acusó a la activista de ejercer «terrorismo ideológico». Profesores de esta entidad lucieron brazaletes negros y explicaron a los niños en clase los «perversos» planes de Malala, según informó Mirza Kashif Ali, presidente de la organización que ya prohibió la lectura del libro de la joven titulado «Yo soy Malala».
En las redes sociales ha recibido ataques furibundos, como el del exgeneral que comandó el Ejército paquistaní de 1988 a 1991, Mirza Aslam Beg, que pidió que se la deportara. «Elegir a Malala antes que a Edhi (un conocido filántropo del país ya fallecido) es parte de una conspiración internacional contra Pakistán y el islam. Deberíamos deportarla inmediatamente», instó el exmilitar a través de su cuenta de Twitter, que fue suspendida horas después, informa Efe.
En cambio, el primer ministro paquistaní, Shahid Khaqan Abbasi, la recibió en su oficina, donde se le rindió homanaje con un acto en el que participaron parlamentarios, políticos y diplomáticos. «Te damos la bienvenida», le aseguró Abbasi.
El brutal ataque en 2012 Le dispararon en la cabeza dentro del autobús escolar por defender la educación para las niñas